El gobierno de Ada Colau ha dado marcha atrás y la operadora eléctrica municipal, Barcelona Energía, no utilizará energía procedente de incineradoras com la de Sant Adrià del Besòs. La rectificación, anunciada por el concejal de Presidència, Aigua i Energia, Eloi Badia, se produce después de que plataformas ecologistas han expresado su rechazo a la incineradora por la contaminación que genera.
La alcaldesa anunció que Barcelona Energia empezará a dar servicio en enero del 2019. No obstante, pese a que el Ayuntamiento sigue adelante con sus planes de subministrar energía a los hogares, la comprará a empresas con certificado verde y a un precio de tarifa igual al que ofrecen las compañías en el mercado.
El equipo de gobierno de los comunes ha rectificado sus planes iniciales justo una semana después que el informe "La Salut a Barcelona 2017", de la Agència de Salut Pública de Barcelona, revelara que la contaminación del aire causó 354 muertes durante el 2017 (88 más que en el año anterior). El 98% de los habitantes de Barcelona se exponen a niveles de partículas PM10 superiores a lo recomendado por la OMS.
Precisamente la incineradora de Sant Adrià del Besòs, gestionada por TERSA y participada al 59% por Barcelona Serveis Municipals, y que iba a ser una de las principales suministradoras para Barcelona Energia, es objeto de una investigación por parte de la Fiscalía de Medio Ambiente a raíz de una denuncia de los vecinos por sus altas emisiones de dioxinas y malos olores.
Riesgo de desarrollar cáncer
Una veintena de entidades y asociaciones agrupadas en torno a la coordinadora vecinal AireNet, se reunieron para tratar la incineración de residuos. Los vecinos del área de la incineradora del Besòs hace años que reclaman el fin de la incineración. Un estudio publicado en 2015 y realizado por el catedrático José Luis Domingo (URV) demostraba que los habitantes de esta zona sufren 2,5 veces más riesgo de desarrollar un cáncer.
La planta de Sant Adrià del Besòs, es la segunda mayor incineradora del Estado español. Trata unas 45 toneladas de residuos por hora. Gracias a la persistencia de los vecinos y a una filtración por parte de los trabajadores, se hicieron públicas las malas prácticas de TERSA, que tergiversaba de forma premeditada la medición de las temperaturas de los hornos para reflejar mejores resultados. Operaba por debajo de la temperatura legal aumentando la liberación de dioxinas,