En las elecciones municipales de mayo del 2019, el unionismo consiguió en Barcelona un 19,37% de los votos a candidaturas, repartidos de la siguiente manera: la coalición de Ciutadans, con Manuel Valls al frente, consiguió un 13,20% de los votos y 6 concejales; el Partido Popular un 5,01% y 2 concejales, y Vox, un 1,16% y ninguna representación. A un año y cinco meses de las próximas elecciones municipales, previstas en mayo del 2023, la situación de los españolistas —autodenominados constitucionalistas— puede traer a la paradoja de repetir unos resultados porcentuales similares a los del 2019, en torno a un veinte por ciento, y sin embargo quedar fuera del ayuntamiento. La razón, el desmenuzamiento persistente de un unionismo que ha hecho implosión en sí mismo y donde aunque todos los actores repiten los llamamientos a la unión nadie parece dispuesto a dar el paso y más bien todos parecen dispuestos a hacerse la zancadilla entre ellos.

El derrumbe de Ciutadans, el histrionismo del Partido Popular, la incógnita de Vox y la irrupción de Valents —la formación de los herederos de Manuel Valls, hasta hace cuatro días Barcelona pel Canvi— dibujan un escenario atomizado que según los datos de intención de voto del último Barómetro municipal podría comportar que ninguno de ellos consiguiera representación.

Ciutadans, en barrena

Vamos por partes. Ciutadans llegó a las elecciones de 2019 todavía con el aura de ser el partido ganador de las elecciones en el Parlamento de 2017, las convocadas por Mariano Rajoy en aplicación del artículo 155 que puso fin a la tentativa independentista de octubre de aquel año. El comodín jugado por Ciutadans en aquel momento parecía un triunfo con todas las garantías: presentar como cabeza de lista a Manuel Valls, exprimer ministro de Francia y jacobino de cuajo, un azote de independentistas que contaba con el apoyo de las élites económicas que renegaban al mismo tiempo de Ada Colau y de un eventual gobierno liderado por el independentismo. Ciutadans le puso la alfombra roja a Valls, inmolando su supuesta candidata, Carina Mejías, a mayor gloria del nuevo candidato, el cual, en todo caso, prefirió presentarse bajo unas siglas, las de Barcelona pel Canvi, antes que integrarse en Cs.

Con todo, aquella carta ganadora fue un fiasco casi absoluto, ya que quedó cuarto, por detrás de ERC, BComú y PSC. Pero Valls supo jugar aquel 'casi' facilitando la investidura de Colau para evitar el supuesto mal mayor, Ernest Maragall como alcalde de Barcelona. La investidura de Colau comportó la ruptura de Cs con Valls, con la formación de dos grupos municipales que se han dado la lata desde el inicio de la legislatura.

Luz Guilarte, presidenta del grupo de Ciutadans en el Ayuntamiento de Barcelona /ACN

A estas alturas, el grupo municipal de Ciutadans está compuesto por tres concejales y liderado por Luz Guilarte, número dos de la candidatura y probable candidata en el 2023. Con un grupo debilitado por la ruptura con los de Valls por una parte, y por el derrumbe generalizado del partido por la otra, que en el ámbito estatal ha perdido a un 72% de militantes desde 2019, las perspectivas de Ciutadans de repetir los resultados del 2019 tienden a cero. De hecho, el barómetro municipal con que se cerró el año 2021 le otorgaba una intención de voto del 1%, y aunque el estudio no da proyección de resultados —la excusa oficial para no hacerlo es incongruente, no se hace proyección porque no se ha hecho nunca— a estas alturas es complicado concebir que el partido podrá remontar sus expectativas hasta llegar al necesario 5% para obtener representación.

Todavía hay más, si hace pocos días el diputado de Cs en el Parlament Nacho Martín Blanco anunciaba la posibilidad de llegar a acuerdos concretos con otras formaciones del mismo talante de cara a las municipales, a Guilarte le faltó el tiempo para desautorizarlo y dejar claro que si había pactos puntuales, en todo caso, no serían en Barcelona, donde Cs mantiene la intención de presentarse en solitario. Un posicionamiento numantino en un momento en que el número de afiliados cae en barrena y todas las perspectivas electorales en todos los ámbitos van a la baja.

PP, histrionismo y confusión

Con respecto al Partido Popular, las elecciones del 2019 se jugaron a una sola carta, el histrionismo de Josep Bou, un showman sin manías que tan pronto sube a un andamio para apagar un incendio como se presenta en una manifestación independentista quizás para provocarlo, en un papel de digno sucesor de Alberto Fernández Díaz por la vía de hacer el mismo, pero de manera ultraexagerada. El resultado, un 5,01% de los votos y la entrada en la Casa Gran por los pelos. Unos pocos centenares de votos menos y habría quedado fuera.

Pasado el ecuador de la legislatura, en el PP catalán tienen muchas dudas que Bou sea el candidato ideal y, de hecho, la dirección del partido filtró que sería sustituido por Daniel Sirera, militante disciplinado dispuesto a cualquier gesto. El episodio tuvo su parte esperpéntica, ya que acto seguido el secretario general del PP catalán, Santi Rodríguez, va matizó que el partido tomaría la decisión en otoño de este 2022. Con todo fue un "ni confirmo, ni desmiento" que no ha aclarado quien será el candidato en 2023.

Josep Bou, líder (actual) del PP en el ayuntamiento barcelonés / Sergi Alcàzar

En este contexto, el Barómetro municipal les otorga un 1,8% de intención de voto, por encima de Cs, pero teniendo en cuenta que en el 2019 quedaron a nada de quedar fuera y que Sirera, con toda seguridad, no jugará la única carta que Bou sabe jugar, la del espectáculo, las perspectivas para los populares parecen más bien grises.

Vox, la incógnita

En las elecciones del 2019, Vox alcanzó un 1,1% de los votos, del todo insuficiente para entrar en el consistorio. Con todo no se puede negar a que el partido ultra está en trayectoria ascendente. A las elecciones al Parlament del año pasado consiguió un 7,69% de los votos en Catalunya y 11 escaños. De sopetón se convirtió en la cuarta fuerza del Parlament y fue el úni partido españolista que mejoró resultados, ya que tanto Cs como PP retrocedieron. Además, en la ciudad de Barcelona obtuvieron un 7,15% de los votos.

A pesar de estas buenas cifras y la posibilidad de sacar mejores resultados que Cs y PP, el hecho es que a un año y medio de las elecciones este partido no tiene ni candidato claro (una posibilidad sería Juan Garriga, primo del líder catalán, Ignacio Garriga) ni implantación en la ciudad. El barómetro le otorga un 1,2% de los votos y a estas alturas, a falta de encuestas con proyección de resultados, sigue siendo una incógnita saber si conseguirán representación en el consistorio.

Valents, los desconocidos

Los cuartos en discordia responden al nombre de Valents y son los herederos de Manuel Valls. Hasta hace pocos días respondían al nombre de Barcelona pel Canvi, pero con el cambio de nombre han lanzado una campaña para darse a conocer por toda Catalunya, ya que su intención es presentarse en todos los municipios (un hito que, de hecho, no consigue ningún partido).

Liderados por Eva Parera, política de trayectoria sinuosa que la ha llevado de ser senadora por Unió Democràtica de Catalunya a liderar Valents y al mismo tiempo ser diputada por el PP en el Parlament de Catalunya, pasando durante una temporada por los Units per Avançar de Ramon Espadaler, Valents ha empezado el año con una opa hostil en Cs, con el fichaje de los exdiputados Jean Castel y Jorge Soler, que serán respectivamente los dos primeros coordinadores de Girona y Lleida y en principio, candidatos a los respectivos ayuntamientos. En el consistorio barcelonés, Parera está acompañada por el concejal Óscar Benítez (sustituto de Manuel Valls) y cuenta con el apoyo incondicional de la concejala no adscrita Marilen Barceló, que formaba parte de Ciutadans y milita en Valents aunque no forma parte, por una cuestión de reglamento, del grupo municipal, que formalmente sigue estando a nombre de Barcelona pel Canvi.

Marilen Barceló, Eva Parera y Óscar Benítez ante la jefatura de la Via Laietana / Valientes

Todo este embrollo de denominaciones, acompañado de una cierta indefinición ideológica más allá del unionismo a ultranza comporta un desconocimiento total entre la sociedad. Tanto es así que el Barómetro les otorga solo un 0,1% de intención de voto, el más bajo de todos los partidos.

Con todo, Valents se comporta como una formación del todo desinhibida y preparada para asaltar los despachos de la Casa Gran. De momento, sin embargo, tienen que superar el reto de darse a conocer y es en este contexto que se entiende que su presentación en sociedad esté fijada para el 29 de enero en un espacio tan simbólico como el Mercado del Born bajo el principio que "nada en Catalunya es ajeno a España".

Tu Patria, los últimos al llegar

Acaba la lista la formación Tu Patria, integrada entre otros por antiguos militantes de Vox, que puede producir un escape de votos por el lado más ultra. La formación prevé participar en las elecciones municipales y se darán a conocer precisamente el mismo día que Valents, el 29 de enero. Como es lógico, el Barómetro Municipal ni tan solo les tuvo en consideración.

¿Un ayuntamiento sin unionistas?

Con el Barómetro municipal en mano, la posibilidad de que ninguna de las cinco opciones consiga superar el umbral del cinco por ciento de los votos no es nada disparatada. Más teniendo en cuenta que los únicos que lo superaron holgadamente en el 2019, Ciutadans, están en claro retroceso, mientras que el PP logró entrar 'in extremis'. Con una falta evidente de liderazgos y pocas disposiciones a llegar a acuerdos que no pasen por la disolución de unas siglas en otras, el panorama españolista en Barcelona parece muy débil.

De hecho, a un año y cinco meses de las elecciones municipales, la posibilidad de que a pesar de poder sumar un 20% de los votos, todos queden fuera del ayuntamiento es del todo real. E inédita.

Imagen principal: Manifestación españolista con ocasión del 12 de Octubre / Sergi Alcàzar