El complejo de las Llars Mundet es un espacio poco conocido de Barcelona que esconde más de una sorpresa. Además de acoger las facultades de Psicología, Pedagogía y Educación de la Universitat de Barcelona (UB), un centro deportivo municipal, un jardín de infancia, una escuela de primaria, un instituto, una residencia de personas mayores y varias dependencias de la Diputació de Barcelona, propietaria del recinto, incluye el Palau de les Heures, una edificación que sorprende por su arquitectura, ya que podría pasar perfectamente por un 'château' del valle del Loira, y por su historia, porque fue residencia del president Companys durante la Guerra Civil.
Actualmente, este edificio es gestionado por la UB, que lo destina a los estudios de formación continuada de la fundación Bosch i Gimpera, pero durante su historia, iniciada en 1894 con el inicio de la construcción del palacio, las ha visto de todos colores, desde residencia burguesa hasta recinto universitario, pasando por la estancia del president de la Generalitat Lluís Companys, que comportó la construcción de un refugio ante el peligro de bombardeos aéreos. Aunque el refugio no está abierto al público, un equipo de elNacional.cat ha podido acceder en compañía de dos historiadores de la UB, David Íñiguez y Francesc Xavier Hernández Cardona, para imaginar cómo se vivió allí la Guerra Civil.
¿Un 'château' en Collserola?
Aunque parezca improbable, el Palau de les Heures es lo más parecido a un castillo francés que se puede encontrar en Barcelona, aunque más allá de su singular arquitectura no hay que olvidar que en esta parte de la ciudad hay varios palacios señoriales, como el del Marqués de Alfarràs -en el parque del Laberint-, pendiente de rehabilitación, o la residencia -también de estilo afrancesado- de la Granja Vella de Martí Codolar. En el caso del Palau de les Heures se trata de un edificio construido entre 1894 y 1898 por encargo de Josep Gallart Forgas, un ampurdanés que hizo fortuna en Puerto Rico con negocios de explotación de la caña de azúcar y posteriormente como armador.
Este 'americano', prototipo del burgués hecho a sí mismo -aunque, como muchos 'indianos', gracias a la explotación de mano de obra esclava- quiso competir con el vecino palacio del Laberint, hecho construir por un noble, y por eso encargó a August Font i Carreras -el mismo que diseñó la plaza de toros de las Arenas- "la construcción de un castillo magnífico y fabuloso, con dos niveles de jardines," según relata el historiador David Íñiguez. De hecho, una visita al palacio no puede ser completa si no se visitan sus jardines, aunque habitualmente tampoco están abiertos al público.
Así, el Palau de les Heures, también llamado Casa Gallart se convirtió en un escaparate de la opulencia burguesa del cambio de los siglos XIX a XX, aunque su propietario lo pudo disfrutar poco, ya que murió en 1898. Con todo, continuó como residencia familiar, en un entorno idílico y privilegiado y, además, alejado del centro de Barcelona, razón por la cual tuvo un papel importante durante la Guerra Civil, el de devenir residencia del president Companys, que se vio en la necesidad de buscar un espacio dónde residir sin el riesgo de ser bombardeado. Para más seguridad, se construyó un refugio subterráneo, uno de los más de 1.400 que se excavaron durante la guerra.
El refugio del president Companys
Con el estallido de la Guerra Civil, los Gallart se marchan de Catalunya y el Palau de les Heures es saqueado tras la victoria contra los insurrectos en la batalla de Barcelona. Devastado y abandonado el Palau, pasará a manos de la Generalitat y en un momento no determinado, "llega el president Companys para protegerse y vivir con más seguridad ante los ataques aéreos y los bombardeos que sufría la ciudad de Barcelona", detalla Íñiguez. Es en este momento, relata Hernández Cardona, que se excava por el sistema de "galería en mina" el refugio antiaéreo, un túnel de unos 80 metros de longitud con dos entradas, una situada en el sótano del palacio y la otra en el exterior, todavía visible.
Entrar en el túnel, con el preceptivo casco de obra para evitar golpes en la cabeza, supone hacer un pequeño viaje a las entrañas de la Guerra Civil y permite imaginar cómo vivía la población civil durante los bombardeos de la aviación fascista italiana procedente de Mallorca, aunque no es tan grande ni tan bien acondicionado como por ejemplo el refugio 307 del Poble-sec, el mayor de los que se pueden visitar en un recorrido que pronto incluirá otro refugio visitable en la Sagrera. De hecho, el refugio de les Heures consta sólo del túnel y dos pequeñas cámaras al final, una que da acceso a la salida exterior y otra a un pozo de ventilación. Quizás no hacía falta mucho más, ya que sólo tenía que acoger al personal del palacio, sin vecinos en la zona.
Recubierto con ladrillos tanto en las paredes como en la bóveda -aunque en algunos puntos hay prefabricados de hormigón- el refugio, de hecho, no se completó del todo, como la mayoría de los que se construyeron durante la guerra y la bóveda de las cámaras finales no está finalizada. "Básicamente es un refugio de galería de mina, muy sencillo -apunta Íñiguez- con una rampa, dos accesos bastante concretos y da la sensación cuando lo visitas, como si no se hubiera acabado del todo, falta acabar de construir los encofrados". Además, la salida exterior, "que no ha sido nunca excavada", está actualmente enterrada por arena y sablón desprendido de la misma montaña. Excavar este acceso es un reto pendiente que quizás permitiría aportar nuevos datos a la construcción del refugio.
El propietario pidió que se bombardeara
Aunque el Palau de les Heures, "al final de la guerra", fue residencia del president Companys, y está documentado que allí se reunió varias veces con el presidente del gobierno de la República Española, Juan Negrín, con quien tuvo sonoros enfrentamientos, el edificio nunca fue bombardeado, por lo cual no hay constancia que Companys llegara a hacer uso del refugio. Lo más singular de todo es que fue el mismo propietario del Palau, Josep Gallart Folch, hijo de Josep Gallart Forgas, quien no sólo pidió que se bombardeara el palacio sino que llegó a enviar una carta con una fotografía aérea para favorecer la tarea militar.
La misiva fue dirigida al general Alfredo Kindelan, jefe de la aviación franquista. Firmada por José Gallart Folch, textualmente asegura que "desgraciadamente, y según confidencias directas que de Barcelona, he recibido, la referida finca esta en el momento actual ocupada como residencia, por el Presidente de la Generalidad, Luis Compays [sic], que atemorizado por un primer bombardeo del Palacio de la Generalidad, se trasladó á Rambla de Cataluña 33, casa que fué tambien alcanzada en un bombardeo posterior decidiendo entonces trasladarse a la referida finca 'Laso Euras'". Gallart señalaba en la carta detalles de su ubicación y añadía que a pesar de figurar la finca en los planos de Barcelona, "como mejor señalamiento, le incluyo en la presente una fotografía aerea de la referida finca".
Gallart, que ya pidió que se bombardeara la finca en noviembre de 1936 cuando se sopesó que se convirtiera en residencia del presidente de la República Manuel Azaña, hecho que finalmente no se produjo, finalizaba la carta señalando que "como entonces, he de repetirle ahora mí General, que mí mayor deseo, fuera que todos estos datos, pudieran ser medios útiles, para el castigo, de quien tanto daño a hecho tambien, á nuestra Patria". Con todo, el edificio nunca fue bombardeado, según Íñiguez porque "un magnicidio no entraba dentro de los planes militares" de la aviación italiana con base a Mallorca.
"Básicamente, la aviación de Mallorca venía a bombardear las instalaciones del puerto, las centrales eléctricas y a veces a bombardear sólo la población civil para hacer daño, pero ir concretamente y específicamente por un presidente de gobierno, pues no tenía ningún tipo de sentido", asegura Íñiguez, que apunta que, además, "nos encontramos justo delante del Turó de la Rovira, principal dispositivo de la defensa antiaérea de la ciudad de Barcelona, que intentaba disuadir la penetración de los aviones en el interior de la ciudad, de hecho más arriba de la Diagonal pocas veces hicieron incursiones, bombardeaban la fachada litoral y los barrios bajos".
Quizás Companys no lo llegó a utilizar nunca
El mismo hecho de que el palacio nunca fuera bombardeado hace dudar de que Companys hubiera llegado a utilizar el refugio. Según el historiador Íñiguez, "por dignidad no debería hacerlo", pero también porque no había una amenaza "demasiado peligrosa". "Seguramente el rumor de los bombarderos que venían de Mallorca se debieron sentir demasiado lejos", ya que los objetivos, ya fueran militares o civiles estaban bastante alejados del Palau de les Heures. Sí que hay constancia de que en enero de 1939, antes de empezar la retirada que acabó en exilio, el president Companys pasó por el Palau de les Heures.
Acabada la guerra, la residencia fue recuperada por los Gallart, pero la encontraron totalmente devastada. En los años 40 y 50 se intentó recuperar la ostentación y lujo, y en 1958 fue adquirido por la Diputació de Barcelona, que incluso llegó a prever el derribo del Palau de les Heures a principios de los años setenta. Afortunadamente, no sólo fue derribado sino que en los noventa fue restaurado y dedicado a la función docente. En la actualidad, la mayor parte del palacio está formada por aulas, probablemente en los mismos espacios donde, según recuerda Carles Pi i Sunyer -conseller de Cultura entre 1937 y 1939-, se produjeron acaloradas discusiones entre Companys y Negrín. En la entrada posterior del Palau, un atril de memoria recuerda los hechos vividos durante la Guerra civil, incluida la existencia de un refugio previsto para proteger al president Companys de los bombardeos fascistas.