Uno de los espacios más icónicos del parque de la Ciutadella de Barcelona es el rincón de la estatua del mamut, una reproducción a escala real de este animal extinto que se ha convertido en uno de los lugares predilectos para hacerse fotografías familiares. Inaugurada el 12 de diciembre de 1907, hace poco más de 116 años, ha resistido el paso del tiempo y las vicisitudes que ha vivido la ciudad gracias a su constitución, ya que es de hormigón armado, y con más suerte que la locomotora que entre los años sesenta y noventa del siglo pasado tuvo como vecina. Eso sí, ha tenido que afrontar una restauración a fondo, que tuvo lugar en 1998, además de varias reparaciones de su parte más débil, la trompa, que es el marco habitual de las fotografías y que casi invita a colgarse de ella.
Con todo, la existencia solitaria del mamut no tiene que ver con el proyecto inicial, sino con el abandono de este, ya que en principio no iba a estar solo, sino que tenía que formar parte de una colección, formada por doce esculturas, que iban a recordar una docena de animales que en un pasado remoto habitaron las tierras que hoy forman Catalunya -aunque no todos los animales seleccionados realmente pisaron tierra hoy catalana-. El parque tenía un proyecto para hacer una docena de esculturas de animales del pasado a escala real: "El jueves próximo, y con motivo de la visita que efectuará el alcalde, acompañado del Ayuntamiento, a todas las dependencias situadas en el Parque, quedará expuesta al público la reproducción, en tamaño natural, del Mamut, la primera que, de la serie de animales que vivieron en Cataluña en anteriores épocas geológicas, se propone reunir dicha Junta", aseguraba La Vanguardia el 10 de diciembre de 1907.
La idea de hacer aquella colección surgió del geólogo Jaume Almera y el naturalista Jaume Bofill después de participar, en 1888, en un congreso de geología en Londres, donde tuvieron ocasión de visitar un parque con esculturas de animales extinguidos y se propusieron replicar el concepto en Barcelona, pero el proyecto quedó estancado hasta a principios del siglo XX, cuando el parque de la Ciutadella se había liberado de parte de las infraestructuras que acogieron la Exposición Universal y con el Parque Zoológico en funcionamiento desde 1892.
Una estatua y doce maquetas
En 1906 se creó la Junta Municipal de Ciencias Naturales, un ente autónomo que se encargaba de la gestión de las instalaciones científicas del parque, entre los que se contaba el Museo de Ciencias Naturales de Barcelona o Museo Martorell. Uno de los miembros de la junta era Almera, que recuperó el proyecto de la colección de esculturas de los animales antediluvianos y que consiguió una dotación de 15.000 pesetas para encargar una primera escultura, modelada por el geólogo Norbert Font i Sagué y realizada por el escultor Miquel Dalmau, que primeramente la construyó en madera, pero después, con la ayuda del arquitecto Claudi Durán incorporó el hormigón armado, un material que ha garantizado su resistencia durante más de un siglo.
Para preparar el proyecto se hicieron maquetas de los doce animales que acabarían teniendo su estatua en varios puntos del parque, pero la muerte de Font i Sagué en 1910, cuando nada más tenía 36 años, lo paralizó todo. El mamut, pues, se quedó solo. Ahora bien, aquellas maquetas de animales extinguidos quedaron conservadas en el Museo Martorell y representaban, además del mamut, dinosaurios como el pariasauro, el iguanodonte, el diplodocus, el estegosauro, el apatosaure, el tiranosaurio y el triceratops; mamíferos como el dinoterio -otro ancestro del elefante-, el glyptodón y el uintaterio, e incluso un ave gigante, el acpyornis, procedente de Madagascar.
Por suerte, y lejos de quedar en el olvido o, peor, desaparecer, aquellas maquetas fueron incorporadas a las vitrinas del Museo Martorell, y por eso mismo, en el renovado Centre d'Exposicions Martorell, que se inauguró oficialmente hace unas semanas integrado en la red del Museu de Ciències Naturals de Barcelona (MCNB), se pueden visitar. Forman parte de la exposición temporal Natura o cultura? Una visió des del museo de ciències naturals de producción propia y visitable hasta el 31 de diciembre, que propone al visitante un recorrido histórico local y global por los museos de historia natural, desde los gabinetes de curiosidades hasta modernos museos de ciencias naturales.
Esta muestra exhibe, entre otras joyas, el esqueleto de l'Avi, un elefante del Zoo de Barcelona muy popular en su tiempo y un diorama de los dos últimos halcones que vivieron en el campanario de Santa Maria del Pi. Y también se incluye la colección íntegra de las maquetas de animales que tenían que poblar el parque, pero de las cuales, al final, solo quedó el solitario mamut. Sus compañeros se quedaron en una escala mucho más reducida, en unas maquetas que vuelven a estar, más de cien años después, al alcance del público.