Las multinacionales extranjeras se comen Barcelona palmo a palmo para exprimir hasta la última gota de zumo de esta fuente inagotable de dinero para unos cuantos que parecen el turismo masivo. El panorama es desolador por las consecuencias que eso tiene en materia de acceso a la vivienda, la saturación de ciertas zonas del espacio público o incluso en la convivencia con los residentes o la pérdida de identidad de la ciudad, si bien de vez en cuando esta 'portaventurización' de la capital catalana deja algunos detalles esperpénticos con los cuales poder risa para intentar tragárselo mejor. Un ejemplo es el merchandising que ofrece la nueva tienda del Hard Rock Café que han abierto en Sagrada Familia.

Un conocido usuario de las redes, 'El Boig de Can Fanga', ya ha visitado la tienda y ha recogido en un hilo en 'X' algunos de los hallazgos más interesantes que ha encontrado: camisetas con la bandera española bien grande en medio, tazas de diseño bien barroco y dudoso criterio estético con fotos de todos los monumentos más reconocidos de la ciudad amontonados, un imán con una guitarra española del cual sale la bandera y con un abanico de sevillanas o una camiseta con letras con la bandera española que dice 'Sagrada Familia' y este monumento no aparece, sino que ha dibujado el Palau Nacional de Montjuic, la Torre de Glòries o la Catedral.

Las redes, claro, se han llenado de mensajes en broma y también muy críticos: "Qué cosa más horrorosa. Es el preámbulo de qué nos harán a tierras tarraconenses. No hay ninguna regulación ni protección de la cultura. ¿Quién compra esta porquería?" "De los mismos diseñadores que los souvenirs que se venden en las tiendas de las Ramblas. ¡Productos horteras!", "Solo le faltaba eso al barrio de la Sagrada Familia", "Una horterada a juego con la ciudad", "Monumento al mal gusto". También se ha pronunciado el escritor Jordi Cabré, que lo ve "una vergüenza para el barrio" e insta a que el Ayuntamiento intervenga como con los comercios cannábicos y las tiendas de carcasas.

Creciente animadversión hacia el turismo masivo

Todo esto hay que contextualizarlo en un marco de creciente animadversión hacia el turismo masivo y a veces poco respetuoso con la ciudad. El sábado pasado, la capital catalana albergó una gran manifestación, con más de tres mil personas —según la Guardia Urbana— clamando contra la dependencia económica de la ciudad del turismo y por un cambio de modelo, poniendo el acento también sobre los problemas que se generan, como el encarecimiento de la vivienda, la saturación del transporte público o los problemas de cohabitación. Algunos manifestantes increparon a turistas que había en terrazas e, incluso, se les tiró agua con pistolas de juguete, una imagen que ha suscitado debate en las redes y a los medios y que, incluso, ha llegado a la prensa británica.