La finca privada llamada la Selva es un espejismo de la trama urbana barcelonesa, ya que se trata de un espacio semiforestal con una casa modernista en el medio que recuerda cómo al principio del siglo XX las familias acomodadas de Barcelona se construían residencias de veraneo en entornos más naturales fuera del centro de la ciudad. La Selva, situada en la calle de Camil Oliveres, 2, en el barrio de la Font d'en Fargues del distrito de Horta-Guinardó, después de muchos años en desuso y en estado de abandono, actualmente tiene las puertas abiertas y la casa ocupada por un colectivo de jóvenes que organiza actos culturales "sin generar problemas", pero esta situación puede cambiar a medio plazo para convertir todo el recinto en una residencia privada para personas mayores, lo que ha llevado a la movilización de los vecinos del barrio.
Agrupados en la plataforma Salvem el patrimoni, salvem la Selva, representantes de varias entidades como la Associació de Veïns de la Font d'en Fargues, las AFA de las escuelas Pit Roig y Arc Iris y el grupo de estudios El Pou, entre otras, han presentado este jueves la situación de su lucha para evitar que este espacio semiforestal desaparezca, apuntando que la Selva es una finca familiar con edificación modernista de 1901 con un jardín romántico que muy bien podría convertirse en una zona verde de espacio público, como lo son muchos otros parques de la ciudad, y por eso mismo han reclamado la "paralización del plan urbanístico".
De hecho, este proyecto ha sido aprobado inicialmente por el distrito y, por lo tanto, está abierto a alegaciones, que es lo que ya han presentado desde Salvem el patrimoni, salvem la Selva con la voluntad explícita de conseguir que el proyecto no salga adelante. "La especulación inmobiliaria devora sin contemplaciones las casas que cohesionan los barrios", ha apuntado Fèlix González, portavoz de la plataforma, que ha reclamado un nuevo planeamiento para un barrio que acaba de perder otra finca patrimonial, pero no protegida, la Torre Graciela, que será derribada para ampliar una escuela privada. Por eso ha reclamado que la edificación de la Selva, conocida como la Caseta Blanca, "sea convertida en equipamiento y el jardín, en parque público", además de apuntar que el proyecto de residencia privada para personas mayores y "de lujo", según la plataforma, no será útil en un barrio donde "ya hay saturación de residencias".
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Por su parte, Dolors Canuda, miembro de El Pou, ha recordado que el barrio ya vive ahora en un "sentimiento de frustración y tristeza por el derribo" de la Torre Graciela, de 1915, y por eso ha defendido la necesidad de parar el proyecto de la Selva y ha reclamado un "planeamiento específico para el barrio que respete su historia y orígenes", lamentando que mientras este no llega, "se van derribando edificios". Por su parte, representantes del colectivo que ocupa la casa han formulado sus reticencias a una eventual expropiación por parte del Ayuntamiento de Barcelona, que no garantizaría su permanencia, y han reivindicado su tarea como mantenedores y dinamizadores de la finca. En cualquier caso, de momento la plataforma espera parar por la vía de las alegaciones el proyecto, pero no descarta más adelante llegar a la vía judicial y combinarlas con acciones reivindicativas.