La plaza del Pi de Barcelona es uno de aquellos lugares que rezuman historia por todos lados. La misma iglesia, con su imponente rosetón, es el elemento más destacado de este espacio, pero justo enfrente, en el número tres, se alza un edificio que despunta por una fachada llena de esgrafiados y una balconada donde ahora se puede ver una estelada y una bandera roja que no es la otra que la de la entidad que allí tiene la sede y que es heredera directa de un gremio medieval, el histórico Gremi de tenders i revenedors de Barcelona, bajo la advocación de Sant Miquel arcángel, fundado en 1447.
Efectivamente, en el número 3 de la plaza del Pi se encuentra la sede de la Associació Antic Gremi de Revenedors 1447, la entidad más antigua de Barcelona, que ha sobrevivido al paso de los años y que en 2022 celebró su 575 aniversario. Con la vista puesta en su sexto centenario ha publicado recientemente el libro colectivo 2048 x 100, donde cien barceloneses reflexionan sobre la ciudad del futuro. Casi seis siglos dan para mucha historia, pero a pesar de todo, se trata de una entidad medio secreta, en el sentido de que pocos barceloneses conocen las singularidades de una asociación donde sus socios lo son solo por herencia familiar, donde no se pagan cuotas y donde incluso se guardan reliquias insólitas.
Francesc Sendil es el 66 presidente de la entidad, cargo que ostenta desde 2017 y la persona que se ha esforzado en vigorizar una entidad suficientemente peculiar en una sociedad donde los gremios desaparecieron hace siglos y solo son un recuerdo medio borrado de la época medieval. "Siempre hemos tenido voluntad de seguir" apunta Sendil en conversación con ElNacional.cat, y por eso "desde 1447 hemos hecho cosas, no nos ha parado ni 1714 ni la Guerra Civil". Eso sí, la entidad se ha reconvertido en varias ocasiones, desde un gremio primigenio que agrupaba "a los tenderos de la ciudad", es decir, aquellos establecimientos que no contaban con taller y mayoritariamente se dedicaban a la venta de productos de alimentación, como "olivas, aceite y legumbres", hasta la asociación actual, pasando por la obra pía y la mutualidad.
Para ser socio hay que ser heredero
La reconversión del gremio impidió su desaparición con la llegada del liberalismo. En 1839, forzados por una ley que condenaba los gremios a la extinción, se convierten en asociación, dedicada a la obra pía, es decir, "para hacer caridad". El cambio supone que los asociados ya no tendrán la obligación de ser revendedores, y de hecho, en la actualidad, entre los 140 socios ya no hay ningún tendero. Con todo, la voluntad de mantener viva la entidad hace que esta se convierta, a mediados del siglo XIX "en una mutualidad" que, por ejemplo, paga los "entierros, enfermedades y orfandades" de los asociados. Es en este momento cuando todavía se implementan más novedades que se mantienen en la actualidad, como el hecho de que solo se podrá ser socio por herencia, que pasa siempre a los primogénitos, sin distinción de sexo. "Los que estamos aquí somos los herederos de aquella gente", recalca Sendil.
Además, esta asociación con funciones de mutualidad decide, por acuerdo de sus miembros, "vivir del patrimonio y no pagar cuotas". Es decir, que el Gremi ya no es un gremio según el concepto medieval, pero mantiene el nombre como legado histórico. Desde entonces, esta asociación, ubicada justo en medio del Barri Gòtic de Barcelona, ha sobrevivido el paso de las décadas únicamente gestionando su patrimonio, aunque ahora la labor de asistencia se mueve en "cifras simbólicas", a causa de la elevada edad de la mayoría de miembros. El patrimonio, artístico primero e inmobiliario después, es el soporte principal de la economía de la asociación.
Eso sí, la Guerra Civil les supuso una fuerte sacudida: "Nos expoliaron y nos desmembraron", asegura Sendil, ya que las obras de arte propiedad del Gremi, en particular un retablo de Sant Miquel dels Revenedors, una joya del arte gótico obra del maestro Jaume Huguet, que durante la Guerra Civil fue protegido por la Generalitat de Catalunya, fue confiscado por las autoridades franquistas y no se pudo recuperar hasta al cabo de los años. Hoy en día este retablo se puede ver en el Museu Nacional d'Art de Catalunya, pero en la sala de Juntas del Antic Gremi, la parte más noble de la sede, hay reproducciones de esta obra de arte.
Asimismo, parte del archivo fue expoliado y solo se pudo recuperar una parte. Hay que tener en cuenta, con respecto al archivo y a la importante documentación de esta entidad, entre las cuales el acta fundacional -una réplica de la cual también se puede ver en la Sala de Juntas-, que al tener el Gremi más cinco siglos de historia y ser una entidad cien por cien barcelonesa y, por lo tanto, cien por cien catalana, es un testimonio fehaciente "de las veces que se ha prohibido el catalán", ya que la lengua de Catalunya ha sido siempre la lengua de uso a excepción de cuando no estaba permitido.
El Antic Gremi en la actualidad
Ahora bien, ¿a que se dedica en la actualidad esta entidad? Como ya se ha dicho, la entidad se financia gracias a su patrimonio, que desde los años 70 del siglo pasado incluye unos edificios en Salt (Gironès). "Se decidió comprar terrenos y se adivinó que Salt sería la expansión de Girona, y ahora vivimos de la renta de aquellos edificios", aclara Sendil, que apunta que "en cierto sentido, somos una inmobiliaria, pero con la particularidad de que las ganancias las revertimos en cultura". Efectivamente, entre las actividades de esta entidad se incluye una beca en la investigación "vinculada a la historia de los gremios de Barcelona", así como una editorial donde publican sus trabajos, además de exposiciones en la sede y premios de pintura y vídeo.
De hecho, el año pasado se celebró el 575 aniversario y en un cuarto de siglo más -un suspiro para esta entidad- se llegará al sexto aniversario. Su presidente confía en que la asociación "al menos vivirá doscientos años más", porque cuando se está al frente de una entidad centenaria "no se tiene prisa". "Nos podemos poner objetivos a largo plazo porque seguiremos estando aquí", asegura Sendil, que concluye que en la asociación "entendemos el patrimonio recibido como un legado, que tenemos que pasar al que viene detrás en mejores condiciones de las que lo hemos recibido". Y darse a conocer a la sociedad a través de la promoción cultural e histórica es una buena manera de hacerlo.