El Guernica de Picasso es una obra mundialmente conocida, una visión muy personal y muy punzante de los estragos que provocó el bombardeo fascista de la localidad de Gernika, símbolo de las libertades vascas, que fue aniquilada por la aviación de la Alemania nazi, aliada de los franquistas, el 26 de abril de 1938. Picasso pintó el cuadro pocas semanas después y por encargo, y por las vicisitudes de la Guerra Civil y la Segunda Guerra Mundial, recorrió el mundo hasta 1981, cuando llegó por primera vez al Estado y quedó instalado en Madrid.
Aunque Barcelona es una ciudad ligada al pintor andaluz —los hay que incluso lo consideran catalán— y tiene un museo de referencia, el Guernica no ha estado nunca en Barcelona, ni se le espera. Con todo, en la capital catalana hay dos réplicas, y ambas tienen su singularidad, porque la primera está situada en su emplazamiento "original", y la segunda es una versión colorida.
El 'Guernica' en el emplazamiento 'original'
Picasso pintó el Guernica para exhibirlo en el Pabellón Español de la Exposición Internacional de 1937 a París —normalmente se le menciona como Pabellón de la República—. El encargo fue conciso y, al mismo tiempo, bastante libre. Por una parte, tenía que reflejar la situación del pueblo español ante el embate fascista, y de la otra, solo se le especificó las medidas de la pared que ocuparía. A partir de aquí, carta blanca.
En aquel pabellón, que fue derribado una vez acabada la exposición —apunte al margen, con el derribo se perdió la pista de una de las obras expuestas, El Segador de Joan Miró—, el Guernica ocupaba la pared principal de los bajos y, aunque parezca chocante, estaba a la intemperie, sometido a las inclemencias meteorológicas.
En todo caso, en la Barcelona preolímpica se volvió a levantar el Pabellón de la República, una réplica prácticamente exacta —en el nuevo edificio hay ascensor y sótano— del edificio diseñado por Josep Lluís Sert y hecha con los mismos materiales, situada en la avenida del Cardenal Vidal i Barraquer esquina con la calle de Jorge Manrique, muy cerca de la Villa Olímpica de la Vall d'Hebron —la que acogió a periodistas, jueces y árbitros—, donde también hubo espacio para poner, posteriormente, una réplica del Guernica. Ni es el cuadro original ni el edificio que lo acoge tampoco lo es, pero sí permite hacerse una idea de cómo se expuso a París en 1937.
Además, este Guernica es visible desde la calle, aunque se disfruta mejor de la vista cuando el recinto está abierto. Actualmente, acoge al CRAI (Centre de Recursos per a l'Aprenentatge i la Investigació) Biblioteca del Pavelló de la República, un importante archivo-biblioteca sobre la Segunda República, la Guerra Civil, el exilio, el franquismo y la transición española, pero en ocasiones especiales, como el circuito Open House, está abierto al público, incluso con muy buenas visitas guiadas.
El 'Guernica' a todo color
No muy lejos del Guernica del pabellón republicano se encuentra otra versión, que tiene la singularidad de que está coloreada. Evidentemente, el original es en blanco y negro por decisión de su creador, quizás porque así reflejaba mucho mejor el dramatismo del bombardeo. En todo caso, esta licencia a todo color se puede contemplar en un muro de la ronda de Dalt en la avenida de la Vall d'Hebron, muy próximo a una de las salidas de la estación de metro de Montbau.
Este Guernica se encuentra dentro de una singular galería pictórica al aire libre, que incluye también obras de Miró, El Bosco, Munch, Sorolla y Lichtenstein entre otros. Toda una demostración de color en una pared más bien gris.
Además, los dos guernicas barceloneses están cerca el uno del otro, a unos 500 metros en línea recta, una buena excusa para dar un paseo por estos barrios del distrito de Horta-Guinardó y, de paso, visitar la escultura gigantesca Els mistos, obra del artista pop sueco Claes Oldenburg, erigida en 1991.