El 27 de enero del 2005, un jueves, es un día que ha quedado fijado en la memoria de los vecinos del barrio del Carmel y, por extensión, de Barcelona. Dos días antes, el 25 de enero, se detectó un desprendimiento rocoso del techo de las obras del Metro correspondientes a la prolongación de la L5 entre Horta y la Vall d'Hebron, y aquel jueves, aquel primer incidente se convirtió en un socavón colosal que a las 8:15 de la mañana se tragó un garaje y un edificio de viviendas del pasaje de Calafell. Afortunadamente, aquel hundimiento no causó daños personales porque, a raíz del movimiento de tierras del martes, se desalojó a tiempo a los vecinos y a los escolares de dos centros educativos próximos.

El socavón del Carmel no causó víctimas, pero sí que supuso una herida abierta en un barrio que esperaba con ansiedad la llegada del Metro, pero no al precio de ver como durante casi dos años buena parte de sus vecinos se tuvieron que marchar de su hogar o lo perdieron definitivamente. El socavón, de 35 metros de profundidad y 30 de diámetro, provocó también una tormenta política de primer orden que comportó la destitución de responsables técnicos y el derribo de cuatro edificios y la aplicación de correcciones en el tramo de metro afectado, que finalmente se inauguró en julio del 2010, con las estaciones intermedias de Carmel y el Coll | la Teixonera. Esta es la historia del hundimiento:

La ampliación de la L5 del Metro fue un proyecto largamente reivindicado por los vecinos del Carmel, un barrio densamente poblado situado en una zona empinada con carencias de transporte público. Prolongar la línea azul desde Horta hasta Vall d'Hebron solucionaría buena parte de los problemas de conectividad, y la estación de Carmel, situada en la calle Llobregós delante por delante del Mercado del Carmel suponía situar el barrio en el mapa de la interconectividad de Barcelona. La cola de maniobras de la estación estaba proyectada muy cerca, pero a pesar de la profundidad a que se trabajaba, unos 35 metros, unos trabajos en la contrabóveda del túnel detectaron una discontinuidad en el subsuelo.

Desalojos urgentes entre mensajes de tranquilidad

El 25 de enero del 2005 por la mañana, aquella discontinuidad provocó un desprendimiento hacia las 11 de la mañana que disparó todas las alarmas al formarse una cúpula vacía de unos 15 metros de altura. Fue el precedente para que, dos días después, toda la bóveda del túnel colapsara y se hundiera, engullendo primero un garaje y posteriormente un edificio comprendidos en la manzana de casas formada por el pasaje de Calafell y las calles Llobregós, Sigüenza y Conca de Tremp. Por suerte, el mismo día 25 habían empezado los desalojos, en concreto, hacia las 14 horas se vació el parking situado en Calafell con Sigüenza y a las 21 horas los primeros vecinos, 12 familias del inmueble situado en el número 10 de Calafell, que fueron los primeros que se tuvieron que marchar de casa para no volver.

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Trabajos de demolición del immueble situado en el passaje de Calafell, 10, muy deteriorado por el hundimiento / Foto: Efe

El día 26, miércoles, a primera hora de la mañana, un centenar de trabajadores empezaron a inyectar hormigón en el primer agujero y a mediodía, el entonces alcalde de Barcelona, Joan Clos, quiso emitir un mensaje de tranquilidad -que la realidad desautorizó- asegurando que las familias desalojadas podrían volver a sus hogares al cabo de pocas horas. Los hechos, en todo caso, se precipitaron el jueves 27 de enero, cuando a las ocho y cuarto de la mañana el agujero cedió, engullendo el parking y provocando un agujero de 3.000 metros cúbicos. En aquel momento se decidió el desalojo de 809 vecinos y 580 escolares, que finalmente se hizo extensivo a 84 inmuebles, comprendidos los de la manzana directamente afectada y los adyacentes, además de las dos escuelas próximas, el CEIP Carmel y el Santa Teresa.

El mismo día 27 a mediodía empezaron las tareas para rellenar con hormigón el boquete, inyectándolo desde la superficie, de manera tal que el agujero quedó controlado. Ahora bien, el boquete supuso el desalojo de casi un millar de vecinos, los cuales estuvieron hasta dos años fuera de casa y, por lo tanto, una vez controlado el incidente, tenía que empezar el resarcimiento a los afectados y la asunción de responsabilidades. Con respecto a la primera circunstancia, los informes técnicos de la Generalitat, responsable de las obras, determinaron al principio de febrero que había que derribar cuatro edificios más, con lo cual aumentaba el número de vecinos que se quedaban sin hogar y que fueron alojados primero en hoteles hasta que, al cabo de unos meses, se les concedieron pisos para realojarlos de manera definitiva.

Con respecto a la asunción de responsabilidades, el hundimiento del Carmel provocó una oleada de desconfianza hacia la clase política que provocó episodios como el hecho que en paralelo a que la misma Generalitat certificaba la seguridad del subsuelo se produjera, el 3 de febrero, un segundo colapso, todo y que muy menor, que desmentía la supuesta seguridad. Todavía más, los vecinos recordaron que en los días previos al hundimiento ya se habían quejado por ruidos y pequeños temblores y que no se les había hecho caso. El gobierno, con Pasqual Maragall como president y Joaquim Nadal como conseller de Política Territorial y Obras Públicas, tuvo que afrontar la petición de dimisiones y sufrió una importante crisis, que incluso llegó a la presentación de una moción de censura presentada por el Partido Popular, aunque finalmente la retiró. En una controvertida decisión, Nadal destituyó a Jordi Julià, director general de Puertos y Transportes y a Ramon Serra, presidente de GISA, aunque en paralelo se culpaba el anterior Govern, el último presidido por Jordi Pujol, de ser el responsable por una mala planificación de las obras.

 

"Ustedes tienen un problema, y este problema se llama 3%"

De hecho, Maragall se defendió de las acusaciones de ser el responsable del socavón con una frase en el hemiciclo del Parlament que se hizo famosa, la de "ustedes tienen un problema, y este problema se llama 3%", en alusión directa a las sospechas de cobro de comisiones ilegales por parte del gobierno de Convergència i Unió -que es quien licitó las obras de la prolongación del Metro- a las constructoras para favorecer su contratación. Con todo, el mismo Maragall retiró las palabras ante un posible bloqueo de CiU a la reforma del estatuto, pero originó una grave desconfianza entre las dos fuerzas políticas mayoritarias en Catalunya.

Una derivada de la crisis del Carmel fue la creación del Partit Carmel-Partit Blau, activo entre 2005 y 2008, que aglutinó varias plataformas vecinales y ciudadanas, como la que reclamaba que el túnel del AVE que tenía que atravesar Barcelona, que finalmente se hizo por la calle Provença, se hiciera por el litoral de la ciudad. Con todo, este partido solo obtuvo 1.039 votos en las elecciones al Parlament de Catalunya de 2006 y 618 votos en las municipales de 2007 en Barcelona y se disolvió al cabo de poco. Además, la crisis provocó también cambios en el trazado previsto por el Metro y la creación del Institut Geològic de Catalunya.

Con respecto a los vecinos afectados, al final más un millar, el coste de los realojamientos e indemnizaciones subieron hasta 80 millones de euros, pagado por las aseguradoras del Govern y de las empresas constructoras y una parte abonada directamente por la Generalitat. A lo largo del año 2006 se realojaron a todos los vecinos y la llegada del esperado Metro en el 2010, con dos años de retraso provocados, precisamente, por la redefinición del trazado a causa del hundimiento, supuso el punto y aparte de una crisis que, con todo, no ha sido olvidada por los vecinos, que todavía tienen mucho que explicar.