El pasado 21 de enero se conmemoró el centenario de la muerte de Vladímir Ilich Uliánov, más conocido como Lenin, líder revolucionario, primer dirigente de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) y artífice de la conversión del imperio ruso en el primer régimen comunista del mundo. De las pocas imágenes que han llegado de la conmemoración, vista la situación de aislamiento de Rusia a causa de la agresión militar contra Ucrania, destacan las imágenes de su mausoleo, situado en un lugar preferente de la plaza Roja de Moscú, justo delante de las murallas del Kremlin, sede del gobierno ruso y anteriormente, del soviético.
El mausoleo es una mole granítica en forma de pirámide escalonada que contiene en su interior -y en contra de su voluntad- el cuerpo embalsamado de Lenin. En la era soviética era habitual la utilización de sus gradas como balcón para que los jerarcas del régimen presidieran grandes acontecimientos, como el desfile de la victoria que cada 9 de mayo conmemora el triunfo soviético en la Segunda Guerra Mundial, y las largas colas para visitar la momia de Lenin era una estampa recurrente del centro de la capital soviética y todavía hoy es uno de los principales reclamos turísticos de la capital de la Federación Rusa.
Así pues, por su simbolismo, su ubicación y su arquitectura, el Mausoleo de Lenin es una construcción conocida por todo el mundo, quizás no tanto como la imagen más icónica de Moscú, la catedral de San Basilio y sus coloridas cúpulas en forma de cebolla o el mismo Kremlin y sus murallas, pero suficiente para ser reconocida como una pieza fundamental de la plaza Roja, en el epicentro de Moscú. Lo que no es tan conocido es la insólita relación del mausoleo con un monumento singular de Barcelona, el Memorial del Fossar de les Moreres, en el barrio de la Ribera, allí donde arde una llama eterna en memoria de los defensores de los derechos y libertades de Catalunya.
Hay que recordar que la conversión del Fossar de les Moreres en el espacio memorial actual fue una tarea que se alargó en el tiempo, entre polémicas sobre como se debía dignificar el espacio y divergencias sobre la necesidad de conservar o no un puente que atravesaba la calle de Santa Maria y que finalmente fue derribado. En todo caso, el Onze de Setembre de 1989 se inauguró el Memorial -al cual se añadiría el pebetero posteriormente- a partir de un proyecto de la arquitecta Carme Fiol, que tenía como principales puntos visuales la pavimentación del triángulo central del cementerio -un espacio anteriormente ocupado por edificaciones sin interés arquitectónico- con adoquines rojizos y la creación de un muro en la parte de la calle de Santa Maria donde se pudiera fijar la frase que el dramaturgo Serafí Pitarra dedicó a los mártires de 1714: "Al Fossar de les Moreres no s'hi enterra cap traïdor, fins perdent nostres banderes serà l'urna de l'honor".
El muro en cuestión está hecho en granito rojo, pero no es un granito cualquiera, es, atención, del mismo tipo y extraido en la misma cantera que el que se utilizó en el año 1930 para construir el Mausoleo de Lenin. Esta conexión, por sí misma lo bastante curiosa, ya se dio a conocer enero de 1989, con motivo del anuncio de las obras. "El granito rojo, procedente de la Unión Sovietica, será del mismo tipo del utilizado en el mausoleo de Lenin," apuntaba de manera sucinta 'La Vanguardia' en su edición del 10 de enero de aquel año. Asimismo se recoge en el web 'Art públic', elaborado por el Ayuntamiento de Barcelona y la Universitat de Barcelona, donde se especifica que se trata de un "muro de 30 metros de longitud y aplacado con granito rojo procedente de la URSS, el mismo granito que encontramos en el mausoleo de Lenin".
Granito tipo Kapuściński o Kapustino
A pesar de este par de pruebas documentales, el hecho es que esta circunstancia es suficientemente desconocida entre la ciudadanía como para investigar un poco más sobre la procedencia de este material y, efectivamente, Carme Fiol, autora del proyecto arquitectónico, confirma a ElNacional.cat que se trata del mismo tipo de granito del mausoleo y proveniente de la misma cantera, del tipo "Kapuściński, según el nombre de comercialización del granito rojo dado por la cantera de Kyiv" donde se adquirió. De hecho, en 1989 aquel granito se extraía en territorio de la Unión Soviética, pero ahora diríamos que proviene de Ucrania, en concreto de la zona de Slynka, localidad situada unos doscientos veinte kilómetros al sur de la capital y que antiguamente se llamaba Kapustino, de donde deriva el nombre de este granito que también se conoce con los nombres de Kapustinsky, Santiago Red, Rosso Koral, Rosso Santiago, Kapustin y el mismo Kapustino.
Fiol recuerda que se escogió este tipo de granito en concreto "para completar el color rojo de toda la intervención del Memorial de 1714 en la plaza del Fossar de les Moreres, como símbolo de la sangre derramada a lo largo de todas las batallas," y añade que "el muro de granito con la inscripción es rojo, de perfil geométrico contrastando sus aristas nítidas y sus superficies brillantes con el suelo de la concavidad del Memorial, que es también rojizo, de ladrillo macizo y permeable". En este sentido, el muro tiene una lectura de "gran lápida conmemorativa de los hechos de 1714", que "junto con la concavidad de la fosa común escenifica el traspaso entre el cielo y la tierra".
Preguntada por si el Memorial ha aguantado bien el paso del tiempo, dado que para la próxima Diada Nacional se cumplirán 35 años de su inauguración y que en 2021 se desprendieron dos placas del murete, que fueron restituidas al cabo de unos días, Fiol considera que a pesar de este hecho, "el conjunto ha aguantado bien el paso del tiempo" y ha querido destacar su "diseño adecuado a las características morfológicas de esta parte de la ciudad", que comportó la apertura de la calle de Malcuinat y la rehabilitación posterior de los edificios del entorno, además de recordar que el Memorial está catalogado como Bien cultural de interés nacional por parte de la Generalitat.
En todo caso, el monumento que recuerda los caídos en combate durante el asedio de 1714, con su pebetero que honra al soldado desconocido, no solo tiene un importante valor simbólico y patriótico en recuerdo y reconocimiento de aquellos catalanes austriacistas que hacen hacer frente a los ejércitos borbónicos franco-castellanos, sino que también tiene una curiosa conexión geológica con un mausoleo situado a 3.000 kilómetros de distancia, el que contiene la momia de Lenin, de quien precisamente ahora se conmemora el centenario de su muerte.