El barcelonés Francesc Socies ejerció a mediados del siglo XVII el importante cargo de maestro de las fuentes de Barcelona, es decir, la persona que tenía la responsabilidad de velar por el buen funcionamiento de toda la red de distribución de agua de boca que llegaba a la ciudad. Como colofón de su carrera, en el año 1650 recibió un encargo del Consell de Cent, el de escribir un libro que recogiera todo el conocimiento sobre la materia para poder transmitirlo a sus sucesores. Como el agua para beber era -y es- un bien estratégico, por decisión del mismo órgano rector de la ciudad de Barcelona se determinó que el libro, un manuscrito que no fue impreso, debería permanecer de manera perpetua en la Casa de la Ciutat para controlar quién podía tener acceso.
Aunque esta norma se rompió en algún momento, ya que actualmente el manuscrito se conserva en el Arxiu Històric de la Ciutat -que en todo caso, no deja de ser una dependencia municipal-, no ha sido hasta bien entrado el siglo XXI que el manuscrito ha sido transcrito e impreso por primera vez, en un trabajo académico que contextualiza la importancia de un compendio que no solo sirve para conocer de primera mano -de primera fuente, mejor dicho- como era la red que suministraba agua desde las minas de Collserola a las fuentes públicas de la ciudad -de las que todavía quedan algunas en servicio, como las de Santa Anna, Sant Just y Santa Maria, todas de estilo gótico- así como las instituciones políticas y religiosas del momento desde las minas de agua de Collserola, sino que también sirve para entender el funcionamiento de la ciudad y los equilibrios de poder.
En este sentido, El llibre de les fonts. Agua, clima i societat a la Barcelona del segle XVII, coordinado por Maria Antònia Martí Escayol, Santiago Gorostiza y Xavier Cazeneuve (Editorial Afers - Ajuntament de Barcelona, 2022), presenta, por una parte, la transcripción del manuscrito Llibre de les fonts de la present Ciutat de Barcelona compost per Francesch Sosies Mestre de Casses i de las Fonts de la present ciutat en lo Any de 1650, y de la otra, retrata la ciudad en un momento convulso, en plena Guerra de los Segadores, y demuestra que a pesar del entorno bélico, la ciudad seguía haciendo vida normal.
De hecho, según indican los mismos autores, el manuscrito de Socies no es solo una descripción de "la red hidráulica, formada por las minas, las conducciones (subterráneas y exteriores, los pozos de ventilación y respiraderos y las fuentes", sino también "el primer gran itinerario descrito por Barcelona", que permite "entender como se gestionaba el agua en una ciudad mediterránea en época moderna" y como esta gestión se veía afectada por los periodos de sequía y las fricciones entre las diversas instituciones del momento -el mismo Socies se vio implicado en un cierre de suministro de agua a la Catedral porque hacían uso para amasar pan que le valió la excomunión temporal-. Y es que el agua de boca siempre ha sido un bien estratégico, no exento de conflictos y, precisamente, para evitar malos usos de la infraestructura y favorecer las reparaciones de una red que en buena parte no estaba a la vista, el manuscrito no podía salir de lo que hoy en día es el Ayuntamiento de Barcelona.