Madrid y Barcelona y sus áreas metropolitanas se encuentran entre el top 10 de ciudades europeas con mayor mortalidad vinculada a la contaminación del aire con que causa el dióxido de nitrógeno (NO2), asociado sobre todo al tránsito rodado. En concreto, encabeza la lista Madrid, seguida de Amberes, Turín, París, Milán, Barcelona, Mollet de Vallès, Bruselas, Herne y Argenteuil - Bezons. Son datos de un estudio publicado en The Lancet Planetary Health que ha estimado por primera vez la carga de mortalidad atribuible a la contaminación del aire en más de 1.000 ciudades europeas. Lo ha liderado el Instituto de Salud Global de Barcelona (ISGlobal), en colaboración con investigadores del Swiss Tropical and Public Health Institute y la Universidad de Utrecht.
Si se cumplieran las recomendaciones de la OMS en cuanto a la contaminación del aire por NO2 en todas sus áreas en el caso de Madrid y su área metropolitana se calcula que se evitarían 206 muertes anuales mientras que en el de Barcelona (y también su área metropolitana) serían 82. Estas cifras contemplan únicamente, sin embargo, las muertes vinculadas a un único contaminante, que es el NO2. Si nos fijamos en las muertes evitables si se cumplen los niveles de partículas finas marcados por el mismo organismo internacional, por ejemplo, varían: 1.297 en Barcelona y 689 en Madrid.
En el proyecto, el área metropolitana de Barcelona incluye las siguientes ciudades: Viladecans, Terrassa, Sant Boi de Llobregat, Santa Coloma de Gramenet, Sant Cugat del Vallès, Sabadell, Rubí, El Prat de Llobregat, l'Hospitalet de Llobregat, Esplugues de Llobregat, Cornellà de Llobregat, Cerdanyola del Vallès, Castelldefels, Barcelona y Badalona.
Tanto el área de Madrid como la de Barcelona rozan los límites de NO2 marcados en las recomendaciones de la OMS (40 µg/m3) situándose en un valor promedio de 39,2µg/m3 y 38,9µg/m3, respectivamente.
El estudio se fija tanto en la contaminación causada por NO2 como la causada por partículas finas (PM2,5), que son materia en suspensión producto de la combustión de vehículos pero también de otras fuentes, como la industria, la calefacción doméstica o la crema de carbón y de madera.
Según Sasha Khomenko, investigadora de ISGlobal y primera autora del estudio, eso explica que con respecto a PM2,5, las ciudades con mayor carga de mortalidad no sean las mismas que encabezan la mortalidad asociada al NO2, con más protagonismo de las grandes ciudades.
Así, el ranking de ciudades con mayor carga de mortalidad se encuentran en la región italiana de la Plana Padana, al sur de Polonia y al este de la República Checa.
Encabeza la lista la ciudad de Brescia (Italia), seguida de Bérgamo (Italia), Karviná (República Checa), Vicenza (Italia), Unión Metropolitana de la Alta Silesia (Polonia), Ostrava (República Checa), Jastrzebie-Zdrój (Polonia), Saronno (Italia), Rybnik (Polonia) y Havirov (República Checa).
Las ciudades menos contaminadas
Al lado opuesta del ranking tanto en la clasificación de PM2,5 como en la de NO2 figuran las ciudades con menor carga de mortalidad atribuible a la contaminación atmosférica. Ocupan posiciones de privilegio las ciudades del norte de Europa, como Reykjavik (Islandia), Tromso (Noruega) o Umea (Suecia).
52.000 muertes prematuras evitables
El proyecto liderado por ISGlobal calcula que si todas las ciudades analizadas cumplieran con los niveles de PM2,5 y NO2 fijados por la OMS se podrían evitar 52.000 muertes prematuras cada año. La gran mayoría (51.000) se asocian a la reducción de los niveles de PM2,5, mientras que 900 muertes menos se conseguirían cumpliendo con los límites de NO2.
Mark Nieuwenhuijsen, autor sénior del estudio y director de la Iniciativa de Planificación Urbana, Medio Ambiente y Salud de ISGlobal, apunta que los resultados demuestran que "no hay un umbral seguro por debajo del cual la contaminación del aire es inofensiva para la salud".
Según el autor, los resultados también sugieren que la legislación europea actual no protege de forma suficiente la salud de las personas, de manera que los límites máximos permitidos de NO2 y PM2,5 tendrían que ser revisados.
En esta línea, el investigador del centro impulsado por Fundación La Caixa también confía que las administraciones locales puedan utilizar los datos para poner en marcha políticas de planificación urbana y transporte encaminadas a mejorar la salud de las personas.