En el barrio de la Bordeta, en el distrito de Sants-Montjuïc de Barcelona, se encuentra el complejo industrial de Can Batlló, un antiguo recinto fabril que se está reconvirtiendo en una nueva zona de usos que incluirá zonas verdes, un parque infantil inaugurado con prisas electorales y otros equipamientos, así como edificios de viviendas, de tipo privado y también cooperativo. De hecho, algunas de estas partes ya están acabadas, otros están a medio hacer y finalmente todavía las hay que están por empezar. Una de estas partes pendientes, la construcción de un edificio de vivienda cooperativa, amenaza un pequeño jardín público de la calle Mossèn Amadeu Oller, que ha movilizado a los vecinos de esta calle para conservarlo.
El espacio en cuestión se encuentra en la misma calle, en la acera que da a Can Batlló, mide unos 350 metros cuadrados y consta de parterres, varios árboles y bancos para sentarse en un ensanchamiento de la acera que podría desaparecer si se lleva a cabo el planeamiento actual del edificio cooperativo, un hecho que sorprendió a los mismos vecinos que al menos hace sesenta años que disfrutan de este espacio y que hacen valer que se consiguió gracias precisamente a la reivindicación vecinal que lo reclamó al ayuntamiento franquista de Barcelona, que se lo cedió en el año 1961. Para conservarlo, los vecinos se han constituido en la plataforma Salvem el Carrer Mossèn Amadeu Oller.
Pau Domingo, Pilar Catalán y Jacint Yagüe son tres de los miembros de esta plataforma, que sobre el mismo jardín explican las particularidades del espacio. Según cuentan a ElNacional.cat, el espacio que se convirtió en jardín estaba adosado a casa Batlló, pero no formaba parte dela fábrica sino que correspondía a un tramo obsoleto del Canal de la Infanta, que durante el siglo XIX y parte del XX abastecía a Sants de agua del río Llobregat. Al principio de los años sesenta la reivindicación vecinal consiguió que el ayuntamiento les cediera el espacio: "Lo ganamos en época franquista y eso le otorga un valor simbólico, porque lo recuperaron nuestros padres y abuelos", según indican los vecinos actuales.
El edificio cooperativo se comerá el jardín
La misma plataforma tiene documentación que demuestra que en la década de los setenta el Ayuntamiento asumía que el espacio estaba cedido a los vecinos, que se ocupaban del mantenimiento, y añaden que en la actualidad, esta zona está cuidada por los servicios municipales de Parcs i Jardins, de manera que se considera "consolidado" su uso público. Ahora bien, y aquí radica el problema, en el planeamiento urbanístico de reconversión de Can Batlló se considera que este espacio no forma parte de la acera de uso público, sino que queda dentro del perímetro correspondiente al recinto industrial y, por lo tanto, el futuro edificio "se comería" el jardín, con la agravante de que la cesión a los vecinos de 1961 no consta en ninguna documentación.
"Todos habíamos entendido que el edificio empezaría más allá del jardín", apuntan los vecinos, hasta que vieron que el proyecto contemplaba ocuparlo, y por lo tanto, "talar los árboles y hacer desaparecer los parterres y los bancos". Ante la posibilidad de que se empiece a construir en septiembre de este año 2024, la plataforma ha empezado a plantear movilizaciones, la más visible de las cuales es la muestra de pancartas que llenan los balcones de la calle Mossèn Amadeu Oller, en edificios construidos durante los años cincuenta del siglo pasado, dentro de la reconversión urbanística a que dio pie la celebración del Congreso eucarístico de 1952.
"Tenemos que tener en cuenta -señalan los vecinos-, que durante muchos años hemos aguantado los malos olores y ruidos de la fábrica," e incluso incendios, y por eso los vecinos consideraron una victoria conseguir el espacio ajardinado, y por ahora quieren defenderlo ante la posibilidad de que desaparezca por la construcción de un edificio de cuatro plantas, que además está planteado con la fachada principal hacia el interior de can Batlló. "Construir el edificio es destruir espacio de los vecinos", protestan, además de señalar que eso supondrá estrechar la calle en este tramo, "que pasaría de tener 16 a 12 metros", en una calle bastante transitada, por donde pasa una línea de bus.
"Aquí tenemos un espacio consolidado, soleado y arbolado que pueden utilizar las personas mayores de la calle", apuntan, para añadir que las zonas verdes previstas en el complejo quedan justo en la otra punta, al lado de la calle Parcerisa, demasiado lejos para que vayan los vecinos de edad que "ahora solo tienen que cruzar la calle para encontrar un lugar donde tomar el sol". Además, consideran que estrechar calles y hacer desaparecer espacios para peatones va en contra del urbanismo actual y que, además, haría "aumentar el ruido y la contaminación". Los vecinos, que plantean para la mañana de este domingo, 7 de enero, una jornada de jardinería reivindicativa en los parterres que están en riesgo de desaparecer, llevaron la problemática al pasado Consejo de barrio de la Bordeta, del 18 de diciembre del 2023.
En el Ayuntamiento no consta la cesión
En aquel Consejo de barrio, una veintena de vecinos pudieron exponer sus reivindicaciones y conocer las explicaciones del gobierno municipal. La concejal del distrito, la socialista Raquel Gil, recordó que el edificio cooperativo, que inicialmente tenía que ir en la calle Constitució, se cambió de ubicación a la calle Mossèn Amadeu Oller por "medio de un proceso participativo para cambiar el planteamiento global de Can Batlló", lo cual "legitima" la construcción en ese lugar. Ahora bien, Gil también reconoció que la razón del hecho de que el edificio amenace con hacer desaparecer el jardín es que al ayuntamiento no le consta la cesión: "No hay un documento en los archivos del ayuntamiento que diga que aquello estaba cedido", añadió.
De hecho, incluso los vecinos contemplan que la cesión fuera más bien verbal, pero en todo caso, defienden que "no se ha cuestionado en sesenta años y ahora nos lo quieren quitar", y por eso defienden que se mantenga en su dimensión actual. Eso sí, consiguieron de la concejal la predisposición a estudiar la situación a partir de la petición en los departamentos correspondientes del Ayuntamiento de los informes sobre el proceso participativo, de urbanismo y medio ambiente, con el fin de "encontrar la solución menos mala o más buena". De hecho, la concejal apuntó que en el distrito eran "conscientes de la situación", pero también añadió que "hoy por hoy lo que hay es una cooperativa que tiene derecho a hacer un edificio".
En todo caso, el distrito no ha cerrado la puerta a encontrar una solución y la concejal emplazó a los vecinos de la calle Mossèn Amadeu Oller a un futuro encuentro, una vez examinados los informes, que podría tener lugar a finales de enero o principios de febrero, "donde explicaremos las opciones, pero al final tendremos que tomar una decisión y esperamos llegar a una posibilidad que sea la menos mala". Esperanzados, los vecinos se quedan con que la concejal Gil "no nos dijo que no", y confían en que se encuentre una solución para mantener un espacio que, recuerdan, "no puede ser que lo que se consiguió durante el franquismo se pierda en democracia".