"No soy poeta ni escritora, solo soy una artista. Una artista que ha trabajado en El Molino toda su vida. He aprendido el lenguaje de la calle franco y sincero". Así presentó Merche Mar su pregón en las fiestas de Sants del 2016, una frase natural que podría servir de epitafio para esta vedette catalana, historia del mítico El Molino, que ha muerto este martes 25 de febrero a una edad indefinida, porque Mar nunca quiso revelar cuál era su verdadera edad. Se sabe que Merche Mar nació en Barcelona en la primera mitad del siglo XX, y que debutó con 15 años en el emblemático cabaré del Paral·lel barcelonés, en una fecha que algunos sitúan en 1965, por lo que ahora, cuando le ha llegado el final de su vida, podría tener unos 74 o 75 años. Tampoco ha trascendido la causa de su muerte, que le ha llegado días después de sufrir un ictus. Pero estos no son detalles importantes, porque lo que realmente trascenderá es que Merche Mar se convirtió en un icono del music hall barcelonés, actuando para personalidades como Picasso, Fellini, Dalí o Woody Allen, que a lo largo de su vida se convirtió en un referente de la comunidad LGTBI y que su muerte marca el final de una era en el mundo del espectáculo de variedades de la ciudad, dejando un legado como una de las artistas más queridas y reconocidas de su género.

Merche Mar estudió en un colegio de monjas, pero su formación musical y artística en piano, ballet y acordeón le sirvieron para impresionar a la señora Vicenta, propietaria y directora de El Molino, que le dio la primera oportunidad en el escenario cuando todavía era una adolescente. Mar no se casó nunca, ni tuvo hijos, consagró su vida a El Molino y a su carrera artística, plagada de ingenio, picardía y una gran personalidad, además de una gran habilidad para esquivar la censura franquista con juegos de palabras y chistes con doble sentido. Merche Mar participó en numerosos espectáculos, como Rubias y morenas, La Flauta del faraón, Bésame donde quieras, ¡Arriba las faldas!, Viva El Molino, Las pícaras molineras, Taxi en El Molino, Siempre El Molino y Pluma y peineta. También tuvo un papel en la película de David Trueba, Soldados de Salamina, en 2003. En 2005 publicó sus memorias en el libro El Molino, historias de una vedette, en el que documentó una época que fue histórica para el espectáculo barcelonés.

Su vida ligada a El Molino tuvo altibajos, como el mismo cabaré, que abrió las puertas con el nombre de Pajarera Catalana en 1898, pero en 1910 lo cambió por el de Petit Moulin Rouge y adoptó el definitivo El Molino con la llegada de la dictadura en 1939, que obligó a castellanizar el nombre y suprimir la palabra rojo. Allí aprendió Merche Mar todos los secretos del oficio, fue su casa, pero supo encajar el final de una época que se concretó en 1997, cuando el teatro cerró, y Merche Mar continuó su carrera en otros escenarios. Pero en 2010, cuando el teatro reabrió después de su renovación, volvió como maestra de ceremonias en un papel que sirvió como puente entre el pasado glorioso del music hall y el intento de revitalizar el género. Mar participó en el último espectáculo, Pluma y peineta, antes del cierre definitivo del teatro en 2013.

Un final que Merche Mar supo encajar como una consecuencia natural del final que tienen todas las cosas, por eso cuando se le preguntó si echaba de menos El Molino, respondió. "No. Me recuerdo mucho. Sin embargo, lo añoro a ratos. No serviría de nada. Es una etapa de mi vida. Lo recuerdo con mucho afecto. Como mi casa".

Mar fue considerada un símbolo de Barcelona por su carisma y su capacidad para hacerse querer por el público, que es lo que realmente apreciaba de su legado. Por eso, en una entrevista en el programa La nit dels ignorants, de Catalunya Ràdio, el 13 de diciembre de 2024, hace poco más de dos meses, reconocía que lo que más valoraba cuándo iba en autobús era cómo las mujeres mayores la recordaban y se acercaban a ella con cariño. "Los hombres no se mea cercan, pero sí los gais, soy la reina de los gais". Merche Mar reconocía con orgullo su pasado como reina de El Molino; sin embargo, "ahora estoy disfrutando de la vida, que es lo más importante." Una vida que, desgraciadamente, no ha podido disfrutar mucho más.