Después de todo el verano fuera de uso, este lunes la L-11 del Metro de Barcelona (Trinitat Nova- Can Cuiàs) ha recuperado el servicio. Han sido dos meses largos sin que los usuarios pudieran utilizar esta línea de Metro ligero de TMB que enlaza la L-4 con los barrios barceloneses de Torre Baró y Ciutat Meridiana y el de Can Cuiàs, ya en el municipio de Montcada i Reixac.
El motivo principal de las obras era el de segregar los andenes de la estación de Trinitat Nova de las líneas 4 y 11, que hasta el momento compartían la misma. La modernización, a cargo de Territori, ha supuesto la creación de un andén segregado exclusivo para la L-11, construida a continuación del actual y que permite automatizar el servicio en toda la línea de metro ligero.
Según informó TMB la semana pasada, el nuevo andén está equipado con puertas automáticas a ambos lados, sincronizadas con las de los trenes, de manera que aportan la máxima seguridad en la zona de pasajeros y permiten la circulación automática de trenes en toda la longitud de la línea (hasta ahora sólo era posible entre Casa de l'Aigua y Can Cuiàs) cosa que entre otras ventajas comporta una reducción del tiempo de la maniobra de cambio de sentido.
Estrecha y sin bancos
Con todo, las innovaciones incorporadas al servicio van claramente en detrimento de la experiencia del usuario. Este lunes por la mañana, primer día de nuevo uso y en coincidencia con la reentrada escolar, utilizar el andén sobre las ocho y media evidenciaba sus principales carencias: es estrecha y no tiene bancos para sentarse.
Ya de entrada, el pasillo que conecta el andén de la línea 4 con la nueva estación de la línea 11 es lo bastante estrecho como para producir aglomeraciones cuando coinciden la llegada de convoyes de las dos líneas, en especial en horas punta y con las habituales carrerillas para no perder el metro, principalmente en la línea 11, que tiene unos intervalos de paso muy superiores al resto.
En segundo lugar, ya en el mismo andén queda patente su principal problema: es excepcionalmente estrecho, inferior a los tres metros de anchura. Aunque es cierto que no hay peligro de caída en las vías porque la estación cuenta con puertas automatizadas en los dos lados, la sensación de estrechez no pasa por alto.
Todavía más, como el andén es bastante estrecho no hay sitio para poner bancos, sólo los hay en el vestíbulo de conexión con la línea 4, pero no en el andén, cosa que hace que los usuarios tengan que permanecer necesariamente de pie durante el tiempo de espera, que habitualmente es de siete minutos y medio en hora punta en día laborable.
Todo ello hace que el nuevo andén suponga un importante avance en la calidad del servicio desde un punto de vista de la automatización de la línea 11, pero es un paso atrás con respecto a la comodidad del usuario.