Barcelona no volverá a ser sede de la Copa América de Vela, ya que una vez acabada la competición náutica, tanto la organización -AC37- como el Ayuntamiento han expresado su intención de no repetir. Eso sí, según el teniente de alcaldía Jordi Valls simplemente se ha llegado a una "desconexión amistosa" entre las dos partes, una vez ha acabado un torneo que "se planteó como un único acontecimiento para 2024" y que, según el mismo Valls, "ha sido un éxito". En todo caso, una vez conocida la decisión de las dos partes de poner fin a la relación, los partidos de la oposición han acogido con división la noticia, celebrada por unos y criticada por otros, pero con unidad a la hora de pedir responsabilidades.

En una mañana marcada por la renuncia de las dos partes a volver a convertir Barcelona en sede de la Copa América de Vela y con el colofón final de una comparecencia de urgencia del gobierno municipal donde Jordi Valls ha insistido en un relato fundamentado en dos ejes: que Barcelona solo se había comprometido a organizar la copa este 2024 y que, además, esta ha sido exitosa, el resto de partidos en el plenario municipal ha reaccionado entre el enfado y la celebración, pero con un denominador común, exigir transparencia y claridad al gobierno municipal a la hora de explicar el impacto que ha tenido la competición deportiva para la ciudad.

Rendimiento de cuentas por medio de la auditoría

En este sentido, Junts per Catalunya - Trias per Barcelona ha expresado el desconcierto que ha ocasionado el hecho de que "la Copa América vino a Barcelona gracias a Colau y se marcha de Barcelona gracias a Collboni; justo lo contrario de lo que pregonan en sus programas y en sus comentarios", según ha señalado el portavoz adjunto, Damià Calvet, para añadir que en todo caso, esta "separación amistosa" no puede servir para "diluir ni para esconder responsabilidades o para evitar el rendimiento de cuentas", añadiendo que el gobierno municipal se comprometió a elaborar una auditoría y que su formación "la reclamará y fiscalizará".

La petición de esta auditoría ha sido, de hecho, compartida por todos los grupos, aunque la valoración del acontecimiento en sí no haya sido el mismo. Así, la portavoz de Barcelona en Comú, Janet Sanz, formación que ya se desmarcó de la competición deportiva, ha pedido a Collboni un "balance honesto, realista y no triunfalista" y ha exigido también una auditoría interna que, en todo caso, ya estaba prevista, señalando que el gobierno municipal tiene que aclarar por qué "la aportación inicial de 40 millones se ha acabado convirtiendo en 70" y añadiendo que "nadie compra que la Copa América nos haya traído alguna cosa, más bien nos ha traído malestar".

Por su parte, el portavoz de ERC, Jordi Castellana, ha acusado al gobierno municipal de "valorar sensaciones" y ha acusado el gobierno de "frivolidad", pero ha anunciado que Esquerra se esperará a "basarnos en datos". "Tenemos pocos datos fiables", ha señalado Castellana, para añadir que el interés de los republicanos es "el legado". "De momento el legado queda bastante lejos de lo que se podía prever, pero queremos tener datos fehacientes para poder valorarlo", ha reiterado, para remachar que, en todo caso, "las sensaciones no son especialmente positivas".

Finalmente, el presidente del grupo municipal del Partido Popular, Dani Sirera, ha sido quien más ha expresado su enfado por la decisión de no optar a organizar nuevas ediciones, considerando que la Copa América "ha sido un éxito teniendo en cuenta lo que se pretende, la proyección internacional de Barcelona," pero ha señalado que Collboni ha tenido "mala conciencia". De hecho, ha acusado al alcalde de no hacer lo suficiente para dar a conocer la competición a la ciudadanía, y ha lamentado que "todas las ciudades del mundo quieren este acontecimiento y Barcelona haya decidido no hacer nada para mantenerlo en nuestra ciudad".