La avenida Maria Cristina de Barcelona es un conjunto monumental que, para ir bien, se tiene que visitar de noche, en un día con poca humedad y, cosa no muy difícil en una gran ciudad, con una atmósfera no excepcionalmente limpia. Y ya puestos a pedir, sin restricciones por sequía. Estas son las condiciones necesarias para disfrutar al máximo del espectáculo de luz y agua que ofrece la Font Màgica, actualmente fuera de servicio por la falta de agua. Con todo, hay un componente de todo ello que no falla nunca y que, además, es uno de los iconos de Barcelona. Nos referimos a la iluminación posterior del Palau Nacional, el enorme edificio sede del Museu Nacional d'Art de Catalunya (MNAC) que corona todo el conjunto, donde se proyectan nueve impresionantes haces de luz.
De hecho, estos haces de luz, que con las condiciones atmosféricas apuntadas más arriba pueden llegar a ser visibles a un centenar de kilómetros de distancia, son parto del legado todavía vivo de la Exposición Internacional de 1929 -hasta el punto que conforman el logo de Fira de Barcelona- y un hilo directo con la motivación inicial de aquella 'expo', proyectada inicialmente como Exposición de Industrias Eléctricas. Los espectáculos lumínicos, muy de moda en aquella época, enlazaban perfectamente con la loa a la electricidad prevista y la inclusión de los proyectores coronaban todo el conjunto monumental de la avenida y al mismo tiempo recortaban la silueta del imponente Palau Nacional.
Casi cien años después y con la Font Màgica fuera de servicio -esperamos que temporalmente-, la iluminación de los focos del Palau Nacional se mantiene en marcha, aunque sin la majestuosidad que implica el funcionamiento de todo el conjunto de luces y fuentes. El horario cambia en función de la época del año, y, a modo de ejemplo, durante septiembre se puede ver de jueves a domingo entre las 21 y las 24 horas, mientras que en octubre se enciende de viernes a domingo de 20 a 22 horas. Poco o mucho, la imagen de los haces recortando el Palau Nacional sobrevive también a la sequía.
Entrada básica a 2 euros
Ahora bien, si para disfrutar de este símbolo icónico hay que mirar al Palau Nacional desde la avenida Maria Cristina, lo que poca gente sabe es que descubrir dónde están situados los proyectores es posible y a un precio muy económico. Basta con subir a las terrazas-mirador del MNAC, un aliciente a la visita de este edificio no muy conocida. De hecho, aunque la visita al edificio se puede hacer dentro de la siempre recomendable visita al Museu Nacional d'Art de Catalunya, ver solo las partes públicas del edificio, como la Sala Oval, es posible con una tarifa bastante económica, dos euros, que además incluye la visita a las terrazas.
En las cubiertas del MNAC hay un itinerario prefijado que conduce el visitante en torno a toda la parte superior del edificio, donde se pueden descubrir vistas inéditas de la ciudad, tanto por el lado que da a Montjuïc como por el lado que da a la plaza Espanya. La vuelta entera culmina en una terraza-mirador sobre la avenida Maria Cristina, que ofrece la visita desde más altura posible de todo el conjunto ferial. Ahora bien, a medio camino de este itinerario se pueden ver los proyectores, una curiosidad que no pasa desapercibida y que, al precio de dos euros, está al alcance de todo el mundo.