La intención del Ayuntamiento de Barcelona de renovar íntegramente el puente de la calle de Santander, conocida la semana pasada, comportará el derribo de una de las últimas pasarelas sobre la vía del tren que quedan en la ciudad, un elemento que poco a poco ha ido desapareciendo del paisaje urbano aunque durante años, cuando las vías del tren circulaban en trinchera por medio de la ciudad, eran bien habituales. La modernización de la ciudad comportó el soterramiento de las vías en calles tan concurridas como la de Balmes -completada en 1929- y la de Aragó -terminada en 1960- y las sacó del centro de Barcelona.
La gran renovación olímpica supuso la desaparición de otras pasarelas, como las que cruzaban las vías del tren al desaparecido barrio de Icària, actualmente la Vila Olímpica, donde el embrollo de líneas de ferrocarril -también desaparecidas- se salvaba con pasarelas, una de las cuales, situada en la desaparecida calle del Gasometre, protagonizó un célebre anuncio de promoción de la Formación Profesional en los años ochenta. Con todo, y a pesar de su carácter de estructura antigua, lo cierto es que la mayoría de pasarelas han quedado obsoletas, relegadas a espacios periféricos y con pocas excepciones, muy poco transitadas, cosa que las convierten en un espacio sórdido, no adaptado a personas con movilidad reducidas, inseguro y que se van estropeando por falta de mantenimiento.
En Barcelona y alrededores todavía quedan un puñado, con una distinción de entrada, las prácticas y actualizadas, de una parte, y las totalmente obsoletas por la otra. También hay zonas urbanas, como la parte que va desde el Bogatell hasta la plaza de las Glòries, donde el tren todavía transcurre en trinchera, pero donde no hay ninguna pasarela específica para peatones. A la espera de que poco a poco acaben por desaparecer, estas son algunas de las que todavía hoy se pueden transitar como un recuerdo de un tiempo en que los trenes circulaban por medio de la ciudad a vista de todo el mundo. Un tiempo, en todo caso, que no se echa de menos.
Es de las más modernas, ya que se empezó a construir en el 2015 con la finalidad de conectar las calles de Joan Comorera y de São Paulo, con el objetivo de dar a los peatones un acceso rápido entre los dos lados de la vía del tren en el ámbito del centro comercial La Maquinista sin forzar a utilizar los puentes de vehículos de las calles Palomar y Sant Adrià. Con diseño moderno y tres metros de anchura, está adaptado para pasar con silla de ruedas. Tendría que desaparecer con la finalización de las obras ferroviarias de la estación de la Sagrera y la conversión de todo el espacio en un gran parque urbano.
La gran pasarela. El cajón ferroviario de Sants es, de hecho, una pasarela continuada de 760 metros que une los barrios de Sants y la Bordeta. Inaugurada en agosto del 2016, fue la manera de cubrir las vías del tren sin soterrarlas, una solución a medias que no acabó de gustar a los vecinos, en especial los que, de repente, vieron cómo aparecía un mirador directo sobre sus ventanas que les causó una flagrante pérdida de intimidad en viviendas situadas en segundas y terceras plantas. Con todo, se ganó una zona ajardinada y los accesos están perfectamente adaptados, con rampas, ascensores y escaleras mecánicas.
La pasarela de la calle Santander es un buen ejemplo de paso obsoleto e incluso sórdido. Oxidada, faltada de suficiente mantenimiento y con unas escaleras que impiden el acceso a personas con movilidad reducida, por suerte tiene los días contados una vez el ayuntamiento ha anunciado que la renovación del puente incluirá espacio para peatones y, por lo tanto, la pasarela será derribada. La previsión es iniciar las obras en septiembre y finalizarlas en diecisiete meses, es decir, hacia enero del 2024 ya tendría que estar el nuevo puente terminado y la pasarela que salva el ramal por donde pasan los trenes con origen o destino al Maresme, ya tendría que haber desaparecido.
Esta pasarela pasa por encima de las vías del tren, pero como están cubiertas, no se ven. Permite el acceso entre Sant Andreu y las zonas de aparcamiento adyacentes a la cochera del Triangle de TMB y, desde allí, al barrio de la Verneda i la Pau. Más allá de los usuarios de la zona de aparcamiento, su uso es residual, y la escalera que salva el desnivel en la parte de Sant Andreu no la hace precisamente amable. La reurbanización de la zona una vez acaben las obras de la estación de la Sagrera también hace prever la desaparición. Eso sí, a largo plazo.
La pasarela más transitada de todas es la que se encuentra en l'Hospitalet de Llobregat conectando los barrios de Santa Eulàlia y la Torrassa y junto a una importante estación de Metro. Además de estar catalogado como bien cultural de interés local, el puente de Jordà -en honor a su promotor, Josep Jordà i Poll-, tiene la estructura de puente ferroviario, con vigas de perfiles de acero remachadas. Además, está adaptado para personas con movilidad reducida con rampas y escaleras mecánicas en el lado de Santa Eulàlia. Al tratarse de obra catalogada, en caso de una eventual cobertura de las vías del tren habría que estudiar su conservación.
La pasarela que hay situada justo en la entrada de la gran playa de vías de la estación de Montcada Bifurcació tiene un origen que la sitúa en Nou Barris, en Barcelona. De hecho, se trata de una estructura viajera y reaprovechada, ya que durante los años noventa estaba situada sobre la ronda de Dalt, conectando los barrios de Canyelles y la Guineueta entre la plaza de Karl Marx y el puente de vehículos situado a la altura de la calle Guineueta. La cobertura de la Ronda de Dalt en Nou Barris al principio de este siglo comportó que la pasarela fuera innecesaria, y fue reubicada en Montcada i Reixac. Precisamente, está previsto que el Gobierno dé luz verde a las obras de soterramiento de la R2 en Montcada por 387 millones de euros.
Otra pasarela con nombre propio en l'Hospitalet de Llobregat es el puente de la Vanguard, que hace referencia a la fábrica de electrodomésticos del mismo nombre. Ha sido objeto de varias intervenciones artísticas, integrando así el uso de conexión entre los barrios de Sant Josep y Santa Eulàlia con la sensibilidad cultural. En el mismo municipio de l'Hospitalet de Llobregat y siguiendo el curso de la vía del tren hay tres pasarelas más en la zona del Gornal y la estación Bellvitge de Rodalies, denominados dos de ellos como Pont de Ferro y uno tercero como Pont Verd, por su color característico. También hay otra antes de llegar a la estación de Renfe de l'Hospitalet de Llobregat.
Siguiendo el ramal de ferrocarril por donde está la pasarela de la calle Santander pero ya en el término municipal de Sant Adrià de Besòs hay dos pasos más. En orden descendente hay una primera en el polígono industrial, bastante sórdida y en mal estado que une las dos partes de la avenida del Ferrocarril, y otra junto a la Ciutat Esportiva Dani Jarque del Espanyol en un estado de conservación sólo un poco mejor y que es una de las vías de acceso para los usuarios de las instalaciones deportivas. De todos modos, la proximidad del puente de la Rambla Guipúscoa, con aceras para peatones las convierte en superfluas.