El barrio de la Vall d'Hebron de Barcelona tiene un tesoro que es muy desconocido pero que, así y todo, forma parte del patrimonio histórico de la ciudad: en unos bajos de la plaza Joan Pallach se conserva una excepcional colección de carruajes formada por más de cuarenta vehículos tirados a caballo o mula del siglo XIX y principios del XX, parte de los cuales formaron parte del parque móvil de los servicios de limpieza de la ciudad. La colección forma parte del patrimonio del grupo empresarial Fomento de Construcciones y Contratas (FCC), que lo conserva en perfecto estado de revista junto con una importante muestra de guarniciones y vestuario relacionados con este mundo.

Para averiguar el porqué de esta colección hay que retroceder en el tiempo a los inicios de lo que hoy es FCC. Antoni Piera i Saguès es un arriero que a finales del siglo XIX hace largos viajes con su carro desde Barcelona hasta Valladolid -tres meses ir y volver- para vender tejidos, y que inicia la estirpe empresarial de los Piera. Su hijo, Salvador Piera i Jané, junto con Narcís Cortina i Batllorí y Josep Torras i Ferran, crea en 1893 la empresa Piera, Cortinas y Cía., que se dedica a la explotación de canteras y la construcción de edificios y de infraestructuras. En el año 1900, la empresa se reconvierte en Foment d'Obres i Construccions S.A. (FOCSA) y amplía su mercado a la construcción de puertos, obras hidráulicas, carreteras, ferrocarriles y concesión de servicios municipales, como los de limpieza, siempre bajo la dirección de sucesivos prohombres de la familia Piera. En 1992, FOCSA se fusiona con Construcciones y Contratas SA y se constituye la actual FCC.

La colección de carruajes del grupo empresarial Fomento de Construcciones y Contratas (FCC) incluye más de cuarenta carros del siglo XIX y principios del siglo XX / Foto: Irene Vilà Capafonts
Jaume Pérez es el encargado del mantenimiento de la colección de carruajes de FCC, un experto que conoce todos los secretos de cada una de las piezas que la conforman / Foto: Irene Vilà Capafonts
Entre el material histórico se incluyen fotografías como esta, donde se ve uno de los carros de transporte de la colección transportando uno de los coches del funicular de Vallvidrera / Foto: Irene Vilà Capafonts

Como legado patrimonial de toda aquella época, y bajo el impulso de uno de los descendientes, Antoni Piera i Caparà, a partir de los años sesenta del siglo XX toma forma la colección que conserva parte del legado patrimonial de la empresa, con carros destinados al transporte y a la limpieza -estos últimos estrechamente vinculados a Barcelona-, a la cual se añaden carros de paseo propiedad de la familia Piera. Todo ello se conserva ahora en la Vall d'Hebron, en un local situado en los bajos de los edificios que el año 1992 formaron parte de la villa olímpica para medios de comunicación de los Juegos Olímpicos, construidos precisamente por FCC, empresa que decidió conservar en este espacio su colección histórica.

Contrata de limpieza... de principios del siglo XX

En la actualidad, FCC es una de las empresas concesionarias de la contrata de limpieza vigente del Ayuntamiento de Barcelona, pero no es un trabajo que llegue de nuevo para este grupo empresarial. FOCSA es una empresa veterana en estos servicios, ya que en 1911 consiguió la concesión de los servicios de alcantarillado y el año siguiente los de limpieza por parte del consistorio del momento, y es eso lo que singulariza la colección, porque al lado de carros de carga y de paseo hay un apartado especial de carros específicos de limpieza, que se utilizaron a principios del siglo XX.

La colección se complementa con maniquíes de personas y caballos con la ropa y guarniciones correspondientes. En esta imagen se pueden ver dos carros del servicio de limpieza, en concreto los carros tipos 1 y 3 destinados a recoger basura / Foto: Irene Vilà Capafonts
El carro Colonia, con el nombre de la ciudad alemana donde se patentó pero construido en los talleres de FOCSA en 1916, era un gran carro contenedor para verter la basura en las calles más anchas de Barcelona / Foto: Irene Vilà Capafonts

Jaume Pérez es el encargado del mantenimiento de la colección de carruajes de FCC. Se dedica a tenerla a punto y en perfecto estado. Experto en la materia, hace de guía al equipo de ElNacional.cat que ha tenido la oportunidad de visitar esta colección privada y explica con pericia los detalles que distinguen dos carruajes aparentemente iguales y el porqué de modelos parecidos pero de tamaños diferentes. "Había varios modelos de carruajes de limpieza según el tipo de calle por donde tenían que trabajar", explica. Es decir, por las calles anchas, vehículos grandes, por las calles estrechas, carros pequeños. Lo mismo que pasa ahora, vaya.

Nueve carros y un camión del servicio de limpieza

Así, la parte vinculada con el servicio de limpieza de Barcelona, de la cual FOCSA tenía la concesión del Ayuntamiento de Barcelona, se compone de nueve carruajes y un camión, la mayoría construidos en los talleres de la misma empresa, entre los cuales destacan el carro Colonia -que toma el nombre de la ciudad alemana donde fue diseñado el prototipo-, que era un carro que funcionaba como contenedor para el servicio de recogida de basura, y el carro tipo 3, con la misma función, pero de tamaño más reducido. También hay dos tipos de carro regador, el de medida normal y el pequeño, ambos con la misma función, el baldeo general de las calles. El camión que forma parte de la colección y que estuvo en servicio hasta 1964 también es de tipo regador.

Explicación del uso del llamado carro patentado, que se utilizaba para recoger los detritus procedentes de la limpieza de alcantarillas y que se trasladaban al puerto para cargarlas en barcazas que vertían la suciedad mar adentro / Foto: Irene Vilà Capafonts
Jaume Pérez muestra el motor del único camión de la colección, un regador de fabricación francesa de la marca De Dion Bouton y que fue destinado al riego de calles anchas como la Gran Via, el paseo de Gràcia y la Diagonal. Fue retirado del servicio en 1964 / Foto: Irene Vilà Capafonts

También destacan la máquina barredora, equipada con un rodillo que barre y empuja hacia la acera los restos, para ser recogidas en capazos por los basureros -actualmente se hace a la inversa, los y las basureras barren la suciedad hacia la calzada y la barredora la absorve-. La colección estricta de carruajes de limpieza se cierra con el llamado carro patentado, que recibe el nombre porque a diferencia del resto de carros, que eran de patente extranjera pero producidos por la misma FOCSA, en este caso la patente también era de esta empresa catalana. Este carro se utilizaba para recoger detritus del alcantarillado, que de la manera más aséptica posible eran trasladados hasta una barcaza que los descargaba mar adentro. Y es que hace un siglo, los criterios de sostenibilidad y reciclaje no eran exactamente los actuales.

Carros de carga y de paseo

Más allá de los carruajes específicos de los servicios de limpieza, la colección incluye carros de carga de todo tipo y condición, desde el carro de carrera de 1845 con el que Piera i Sagués hacía el trayecto Barcelona-Zaragoza-Valladolid, hasta varios carros de cantera para el transporte de piedras, uno de los cuales participó en la construcción del templo de la Sagrada Familia. También se puede encontrar un carro del vino, adaptado al transporte de toneles, el carro de turno, también especializado en cargas de vino y aceite, o el carro de bovinas. El rodillo apisonador es otro de los ejemplares de carruajes que forman parte de la colección dedicada al trabajo.

Entre los carros de carga se incluyen estos carros de cantera, de dos y cuatro ruedas, que servían para el traslado de piedras pesadas y que se utilizaron, por ejemplo, para llevar material a la construcción del Port Vell y la Sagrada Familia / Foto: Irene Vilà Capafonts
Carro de bobinas, con una caja de baja altura que facilitaba la carga y descarga. El mismo carruaje se utilizaba para el traslado de caballos muertos o que hubieran tenido un accidente / Foto: Irene Vilà Capafonts
La jardinera con rotonda tapizada es uno de la veintena de carruajes de paseo que contiene la colección. Este tipo en concreto fue construido en Barcelona a mediados de siglo XIX / Foto: Irene Vilà Capafonts
Interior del faetón de fuelle u omnibús, un vehículo con capacidad para seis a ocho pasajeros que incluye una baca para el equipaje. Modelos como este hacían servicio de taxi desde las estaciones de França y del Nord / Foto: Irene Vilà Capafonts

Finalmente, la colección incluye una amplia gama de carros de paseo o para el transporte de personas, la mayoría proveniente de la misma familia Piera, donde se pueden encontrar el milord, el landó, la berlina, la jardinera -también una jardinera pequeña, para uso infantil- o vehículos más populares como la tartana y el faetón de fuelle u ómnibus. Uno de los vehículos más singulares es el faetón de guía, donde la parte más lujosa no era la correspondiente al pasajero, sino al conductor. "Este solo lo llevaba el señor Piera", señala Pérez, y por eso, los asientos posteriores son menos lujosos, porque en este caso los utilizaban los criados.

Finalmente, como complemento de la colección se incluye un importante apartado de guarniciones y vestuario de época, como la guarnición catalana para mulas y vestido de arriero, la guarnición catalana para caballos y vestido de calle, la guarnición a la inglesa y abrigo para cochero y la guarnición al estilo de Jerez y traje andaluz. Todo ello conforma una colección excepcional con un importante valor para el patrimonio histórico barcelonés en una ciudad que, si nunca llega a tener un Museu del Transport, podría muy bien dedicar un espacio a vehículos como los que contiene esta colección privada.

 

Esta colección privada se complementa con una amplia muestra de guarniciones para las caballerías, diferentes para caballos o para mulas y dependiendo de los tipos de carruaje que tenían asignado / Foto: Irene Vilà Capafonts
Vestido de arriero y guarnición catalana para mulas enganchada al carro de carrera, que a medios siglo XIX hacía el trayecto Barcelona-Zaragoza-Valladolid en tres meses la ida y vuelta / Foto: Irene Vilà Capafonts