Plasmar sobre un papel el plano de la red de Metro de una gran ciudad no es precisamente una tarea fácil. A la necesidad de incluir un importante grueso de información hay que añadir la necesidad de hacerlo de la manera más clara y comprensible a fin y efecto que el usuario lo comprenda. Los planos son para facilitar la vida a la gente y no para que se pierdan y por eso actualmente los de las redes ferroviarias mantienen unos códigos visuales donde la realidad geográfica del entorno pasa a un segundo plano en favor de la concisión informativa. Si un plano no se entiende, es que no está bien diseñado y, por lo tanto, no es útil.
Ahora bien, un plano de Metro también puede llegar a ser desconcertante, no porque no dé toda la información actualizada y necesaria al usuario, sino simplemente porque no respeta las convenciones a las que los usuarios están acostumbrados. En el caso de Barcelona, la convención manda que los planos no estén orientados en el eje norte-sur habitual en los mapas, donde el barrio de Vallbona estaría situado arriba de todo y la Zona Franca abajo, con el mar a la derecha y la montaña a la izquierda, sino que usualmente se utiliza una configuración más simple, con la montaña en la parte de arriba y el mar en la parte de abajo.
Convención montaña-mar
De hecho, la inmensa mayoría de planos de Barcelona respeta esta manera de hacer, simplemente porque convencionalmente se ha interpretado que era la manera más fácil de entender la ciudad. Es más, un gran número de grabados y pinturas históricas también dibujan la ciudad de la misma manera, pero eso no nos tiene que llevar a la equivocación de creer que Collserola se sitúa al norte y la playa al sur. Cogiendo como referencia la plaza de las Glòries -con la Meridiana, que apunta al norte en dirección salida de la ciudad-, la montaña más bien se sitúa en el noroeste y el mar en el sureste.
Toda esta disquisición vale para los conocedores de la ciudad, pero tampoco tiene necesariamente valor para un recién llegado, como un turista que en un plano de Metro busca sólo la manera más fácil y sencilla de conectar un punto de interés con otro, a menudo sin salir del centro de la ciudad. Desde este punto de vista, si nunca se ha estado en Barcelona puede ser que un plano de Metro orientado correctamente en el eje sur-norte no tenga nada especial, como si lo está con la montaña en la parte de abajo y el mar en la parte de arriba, como si se viera desde el Tibidabo -de hecho, durante la época olímpica se llegó a hacer uno así, sin ningún éxito.
Llegados hasta aquí, no se puede decir que el plano de Metro que se puede encontrar en la web Tourist Guide Barcelona esté mal hecho, ya que es lo bastante correcto a excepción de pequeños detalles, como el ramal de la Zona Franca de la L10, que va en dirección contraria; el nombre de la estación 'Cases Pubilla' -el correcto es Pubilla Casas- o que le faltan las últimas actualizaciones -Ernest Lluch y las nuevas de la Zona Franca. Con todo, verlo es absolutamente desconcertante. La razón: no tiene la orientación convencional. El giro de noventa grados hacia la izquierda puede comportar que un usuario habitual no lo entienda y se confunda. Ahora bien, si lo utiliza una persona que acaba de llegar, quizás no lo ve tan extraño...