El nuevo concejal del distrito de Horta-Guinardó de Barcelona, Lluís Rabell (independiente dentro de la lista del PSC) ya tiene un problema sobre la mesa que reclama soluciones urgentes ante la posibilidad de que se descontrole a lo largo del verano. Se trata de la zona de la batería antiaérea de la cima del Turó de la Rovira, conocida popularmente como búnquers del Carmel, que desde el mes de mayo cuenta con un cierre perimetral con un horario de apertura que finaliza a las 19:30 h, pero que no evita que haya bastante gente que salte la valla. La semana pasada, sin embargo, la tensión subió con la agresión a un vecino de 76 años.

El lunes pasado, una cincuentena de vecinos se movilizaron en apoyo al vecino agredido y reclamando a la nueva administración municipal soluciones, que recaen ahora en Rabell, que ha sustituido a Rosa Alarcón como concejal del distrito en el nuevo cartapacio municipal. El mismo Rabell ha insistido en que la agresión "es un hecho que a pesar de ser puntual es grave" y por eso ha prometido que el ayuntamiento está a disposición del vecino agredido "para acompañarlo y asesorarlo jurídicamente para que pueda emprender las acciones que considere oportunas". En declaraciones al programa 'Bàsics' de Betevé, Rabell se ha mostrado confiado que, de resultas de la investigación de los Mossos d'Esquadra, "los agresores tengan que responder de sus actos ante la justicia".

Mensaje de firmeza

"Quiero transmitir un mensaje de firmeza, no permitiremos que se nos vaya de las manos", ha asegurado Rabell, que, con todo, ve con buenos ojos la estrategia iniciada por Alarcón, ya que considera que "va funcionando razonablemente bien". Según el concejal, gracias al cierre se ha detenido la "invasión masiva que se producía anteriormente", con picos de hasta 2.000 personas. Eso sí, según denuncian los vecinos, no solo continúan los saltos de la valla, sino que, además, el gobierno municipal se resiste a tratar el problema como lo afrontarían si se trazara de iconos turísticos de la ciudad como la plaza Reial o el Park Güell.

En todo caso, la política de Rabell será la de mantener la presencia reforzada de la Guàrdia Urbana los fines de semana y trabajar "en origen con los operadores turísticos" para evitar que la cima de la colina sea un reclamo para los visitantes de la ciudad. "Les tenemos que hacer entender que el Turó de la Rovira no es un lugar para hacer fiestas, ni botellones ni concentraciones masivas", y por eso apunta a diferentes medidas "pedagógicas y también de la pedagogía de los hechos". Una posibilidad sobre la mesa sería articular restricciones a la movilidad. De momento, sin embargo, la situación continúa igual, con saltos de la valla casi cada día y aglomeraciones al anochecer por toda el exterior del perímetro cerrado.