Los layetanos, el pueblo ibérico que habitó un territorio que aproximadamente coincide con las actuales comarcas del Maresme y el Barcelonès, más zonas del Vallès y el Baix Llobregat, se instalaban preferentemente en colinas, donde podían controlar mejor el territorio y la costa. En la actualidad quedan restos de esta línea de poblados encaramados en lugares como Burriac en Cabrera de Mar, el Turó d'en Boscà en Badalona o el Turó de la Rovira en Barcelona, pero entre todos ellos destaca, por el valor del yacimiento y la tradición arqueológica que lo acompaña, el poblado de Puig Castellar, a caballo entre los municipios de Santa Coloma de Gramenet, en el Barcelonès, y Montcada i Reixac, en el Vallès Occidental.
Este importante yacimiento, situado en la sierra de Marina, ha conseguido la declaración de Bien Cultural de Interés Nacional (BCIN), según ha anunciado este martes el Govern, que asegura así su protección en la categoría de Zona Arqueológica. Se trata de un espacio patrimonial de primera magnitud para la investigación, además de presentar una serie de valores arqueológicos, históricos, arquitectónicos y culturales que facilitan la comprensión del conjunto del mundo ibérico y que permiten entender la vida cotidiana de los habitantes del poblado, su organización social, las actividades económicas y las prácticas religiosas que se desarrollaban, y los cambios ocurridos a lo largo de los más de 300 años en que estuvo habitado.
Según el Govern, la declaración de BCIN responde a "la calidad, la representatividad y la buena conservación del yacimiento, y por el equilibrio conseguido entre la investigación y la difusión, articulando la oferta educativa y de ocio e implicando a la ciudadanía sin detener la actividad arqueológica", y también para así "preservarlo para las generaciones futuras". Puig Castellar es un enclave relevante del antiguo territorio de la Laietania y del mundo ibérico de lo que actualmente es Catalunya.
Primeras excavaciones a principios del siglo XX
Además, se trata de uno de los yacimientos con una tradición más antigua en la arqueología ibérica de Catalunya, ya que las primeras excavaciones se llevaron a cabo en el primer tercio del siglo XX y perduran, con algunas paradas, hasta la actualidad. El yacimiento representa un ejemplar del modelo de urbanismo ibérico, que abarca la génesis y toda la vigencia del mundo ibérico hasta su desaparición dentro del proceso de la romanización, con una secuencia arqueológica de más de 300 años de duración ininterrumpida, desde el siglo VI hasta el II a.C.
El yacimiento de Puig Castellar ha proporcionado varios hallazgos de un valor histórico excepcional, entre los cuales destaca a un morillo de hierro intacto, único en el mundo ibérico; un ponderal de piedra con una inscripción en lengua ibérica; un notable lote de piezas de armamento, y un tesoro de dracmas emporitanas de plata, entre otros. El yacimiento también ha proporcionado una evidencia notable de algunas de las pautas culturales más emblemáticas de los pueblos ibéricos septentrionales, como son los rituales de inhumación infantil y los restos de cráneos humanos enclavados.
Urbanismo característico de la cultura ibérica
Su estructura urbanística ejemplariza el modelo de urbanismo más característico de la cultura ibérica. Se configura una fortificación con un recinto de planta elíptica rodeado por un muro de contención, al cual se adosan las casas en batería, levantadas sobre unas terrazas que salvan el desnivel. Esta trama urbana se origina entre mediados del siglo V aC e inicios del siglo IV aC, pero se han documentado restos anteriores —fragmentos de muros, agrupaciones de agujeros de palo y estructuras de combustión— que, a pesar de no tener materiales directamente asociados que permitan precisar la datación, se sitúan estratigráficamente entre el siglo VI y la segunda mitad del siglo V aC, y evidencian una ocupación anterior del Puig Castellar de la primera edad del hierro o del periodo ibérico antiguo, quizás formado por un hábitat de cabañas.
La arquitectura doméstica es dominante en todo el poblado, y solo se han identificado dos posibles áreas especializadas, vista la presencia de hogares de grandes dimensiones que ocupan la mayor parte de la superficie hábil de los respectivos pavimentos y que, por lo tanto, invalidarían el uso como espacio residencial. La hipótesis más verosímil es que se trataría de áreas, quizás de uso comunitario, vinculadas a tareas relacionadas con las estructuras de combustión, posiblemente de procesado o cocción de alimentos (tostado de cereales, elaboración de pan, etc.). Con respecto a la tipología de las casas, se pueden agrupar en dos modelos: las simples, con una estancia de planta regular que presenta sistemáticamente una chimenea, y las complejas, formadas por más de un ámbito. En cuanto a las actividades artesanales desarrolladas, se han encontrado objetos que ponen de manifiesto los usos y las funciones de los espacios y las actividades con que se realizaban, como son el almacenaje, el tejido, la mucha de grano o la metalurgia.