Barcelona es una ciudad de leyendas urbanas, desde la chica de la curva de la Arrabassada hasta el supuesto secuestro de chicas en el vestuario de una lencería de la calle Pelai, pasando por el fantasma de la estación de Metro de Rocafort y todavía alguna más, pero si hay una que apela al patrimonio histórico y al prestigio global de Barcelona es la fake news que asegura que el Ayuntamiento recibió la oferta de acoger la Torre Eiffel, pero la rechazó y finalmente se fue a París, donde se ha convertido en su perfil más icónico. Solo hay que hacer una búsqueda rápida en internet para descubrir que a lo largo de los años varios medios de comunicación han dado por cierta esta historia, pero no hay ningún elemento que la sustente. Eso sí, hay hechos que pueden explicar el porqué de todo ello.
Vamos por partes. La leyenda urbana asegura que Gustave Eiffel propuso al Ayuntamiento de Barcelona levantar la que finalmente sería su famosísima torre parisina como un elemento más de la Exposición Universal de 1888, pero que el consistorio barcelonés la desestimó -o bien por cara o bien por estrambótica, según las versiones- y finalmente la construcción fue a París, donde se levantó con motivo de la Exposición Universal del año siguiente, en 1889, que además, conmemoraba el centenario de la Revolución Francesa. La historia en sí, es mentira, pero con una brizna de realidad: Barcelona desestimó hasta tres torres que habrían rivalizado con la de París. Eso sí, ninguna a propuesta de Eiffel.
Situémonos en los años previos a la Exposición de 1888, que ya se había planteado como el gran escaparate de Barcelona con el propósito de darse a conocer en todo el mundo y también el de dotar de contenido todo el entorno del actual parque de la Ciutadella. El Ayuntamiento era receptivo a todo tipo de propuestas para el ámbito de la Exposición y entre los que se presentaron había tres proyectos de torre que se podrían haber situado en varios emplazamientos, quizás donde finalmente se erigió la propuesta ganadora, que fue el actual Arc de Triomf, de Josep Vilaseca i Casanovas, como pórtico de entrada a todo el recinto expositivo.
La Torre Lapierre, de 200 metros y de madera
Según recopige Carme Grandas en la obra La Barcelona desestimada (Àmbit, 2017), hubo tres propuestas de construir una gran torre, una de madera, otra de piedra, ladrillo y hierro y una tercera que, esta sí, sería como la de Eiffel, hecha de hierro, y todavía más alta que la de París. La primera de las torres, la de madera, recibió el nombre de Torre Lapierre, "una propuesta hecha por un grupo francés de Toulouse que quería construirla llegando a una altura, temeraria entonces, de doscientos metros". De esta propuesta hay constancia en el número 2, de septiembre de 1886, del diario La Exposición, órgano oficial del certamen, donde se especifica que "la torre tiene 15 pisos, en los cuales se podrán instalar restaurantes y cafés; se subirá á élla por medio de dos ascensores y por una escalera muy suave que se desarrollará en torno del hueco de los mismos".
Aunque la Junta Directiva acogió con buenos ojos la propuesta e inició negociaciones con el arquitecto Lapierre, tal como especificaba el número 4 del diario citado, de octubre del mismo año, donde se indica que "puede darse por hecho el proyecto de la torre monumental de que se ha ocupado, en diversos tonos, la prensa de todos los países", y se añade que "el autor de tan arriesgado proyecto, Mr. Lapierre, tiene anunciada á la Junta Directiva su llegada á Barcelona para dentro de pocos días, y se más que probable que se vendrá á un acuerdo definitivo para la instalación de esa torre de 200 metros", al final el proyecto quedó en nada. Según Grandas, "Lapierre no consiguió que los organizadores de la exposición asumieran el elevado gasto que comportaría la construcción de la torre".
Eso sí, según el número 10 de La Exposición, de diciembre de 1886, la Torre Lapierre, será "rival de la de Eiffel en París". De hecho, la misma publicación oficial de la Exposición de 1888, que no da ningún detalle de una eventual propuesta de Gustave Eiffel a Barcelona, sí que dedica un artículo extenso a hablar de la torre de París en su número 19, de marzo de 1887, cuando ya hacía dos meses que se había iniciado la obra en la capital francesa, en la cual se exponen argumentos a favor y en contra de esta construcción, pero en ningún caso se menciona que en algun momento hubiera habido la posibilidad de erigirla en la capital catalana.
La Torre Condal, de hierro, piedra y ladrillo y 210 metros
La segunda propuesta recibió el nombre de Torre Condal y fue proyectada por un arquitecto local, Pere Falqués i Urpí, autor, entre otros, de los bancos-farolas modernistas del paseo de Gràcia y los mercados del Clot y Sants y el desaparecido Matadero General de Barcelona. En este caso, se trataba de una torre de hierro, piedra y ladrillo que, según Grandas, mostraba "una arquitectura sólida pero pesada, falta de ligereza, nada atractiva". La Exposición deja constancia fehaciente del proyecto, asegurando en el número 47, de abril de 1888 -a pocos días de la inauguración-, que esta construcción, "de 210 metros" solo tenía pendiente un detalle: "El único problema que falta resolver se el de su emplazamiento; pero como el deseo de verdadero realizado tan hermoso proyecto es general, fácilmente se dará con la solución". A pesar de estos deseos, tampoco se hizo realidad.
La Torre Carbonell, más alta que la de Eiffel en París
Con respecto a la tercera, llamada Torre Carbonell, esta habría sido la que más se habría parecido en la torre Eiffel, ya que, según Grandas, "se quería llegar a los trescientos cincuenta metros de altura, una altura todavía nunca vista en Europa", que añade que la torre se tenía que construir "exclusivamente con hierro", es decir, el mismo material que la de París. Este tercer proyecto, en todo caso, también quedó finalmente descartado, por la "falta de tiempo y de financiación pública". De hecho, a diferencia de las otras dos torres, no hay constancia de ningún grabado de cómo habría sido esta torre, pero sí que es fácil imaginar que se había planteado como rival directo del Eiffel en París. De hecho, una nota breve de la edición de La Vanguardia del 27 de febrero de 1888 señala que "ha llegado á nuestro conocimiento la idea próxima en realizarse de levantar una torre de trescientos cincuenta metros, un sexto más que la famosa de París de Eiffél". La misma publicación añade que se hará "según proyecto de Carbonell, que será de hierro casi toda y estará completamente terminada dentro de dos meses y medio".
En todo caso, en ningún sitio se ha encontrado constancia documental de una eventual propuesta de Eiffel para levantar su torre en Barcelona. Todavía más, difícilmente lo habría podido hacer, ya que las fechas no habrían cuadrado. Eiffel presentó su torre a la Sociedad de Ingenieros Civiles de Francia el 30 de marzo de 1885, mientras que en Barcelona no se llegó a un acuerdo con Eugenio Serrano Casanova como promotor de la Exposición Universal hasta el 18 de junio de 1885. Es decir, que París ya había recibido la oferta antes de que Barcelona empezara a moverse en este sentido. Así lo explicaba Lluís Permanyer en un artículo publicado en La Vanguardia en junio de 2009, donde afirmaba que la supuesta propuesta de Eiffel, "es una simple leyenda urbana que se expande como mancha de aceite". Otro argumento de este cronista es que esta posibilidad no aparezca en ninguna biografía de Eiffel.
Ahora bien, aunque no hay ningún elemento que sustente esta leyenda urbana, lo que sí que es cierto es que en aquel momento hubo una cierta moda para construir torres efímeras en el marco de las exposiciones, si tenemos en cuenta las tres propuestas barcelonesas y el hecho de que la de Eiffel no fue la única propuesta de que se presentó en París, donde tuvo que competir con la propuesta del arquitecto Jules Bourdais, que presentó un proyecto de faro monumental. Es decir, en esa tendencia puede estar el origen de la fake news, combinada con una cierta desinformación por todos los medios que lo han reproducido.
Dos detalles más para alimentar la leyenda urbana
Y todavía hay dos detalles barceloneses más que habrían podido alimentar la leyenda urbana. Por una parte, el hecho de que para la Exposición Universal de 1929 de Barcelona, que tuvo lugar en Montjuïc, se levantó una curiosa copia de la Torre Eiffel en la forma de la Torre Jorba, una construcción con propósito publicitario de los almacenes Can Jorba que recordaba la de París. Se trataba de una construcción de 50 metros de altura formada por las cinco letras del nombre de la empresa. Según recoge el blog Barcelofilia, "algunos quisieron ver una especie de réplica de la Torre Eiffel, ya que la letra 'A' servía de base y le daba un aspecto parecido".
El segundo detalle, recogido por Grandas, quizás es menor, pero refleja la relación de Barcelona con la Torre Eiffel. En el marco de varios proyectos para la reurbanización de la plaza Catalunya, el arquitecto Francesc de Paula Nebot y Torrents -autor, entre otros, de la remodelación del Palau Reial de Pedralbes y del Cine Coliseum-, planteó un plano en el que, para fijar las dimensiones de la futura y todavía irresuelta plaza, incluía "la Torre Eiffel, de más de trescientos metros de altura, colocada entre el comienzo de la Rambla y el del paseo de Gràcia". Aunque el dibujo solo pretendía ejemplarizar las dimensiones del espacio, no es descartable que alguien lo cogiera como una idea para construir la torre a la plaza de Catalunya. Claro que eso fue en los años veinte del siglo XX, es decir, más de treinta años después del levantamiento de la torre en París.
Por todo ello y a modo de conclusión, hay que afirmar que es falso que Eiffel llegara nunca a ofrecer su torre a Barcelona y que el consistorio la rechazara, pero sí que es cierto que en el marco de las exposiciones de 1888 en Barcelona y 1889 en París hubo una cierta moda de levantar grandes torres. También está confirmado que Barcelona rechazó tres de parecidas a la de Eiffel y este podría ser el pie sobre el que se levanta la fake news. Y todavía más, quizás es inapropiado difundir leyendas urbanas, pero soñar es gratuito, e imaginar una torre Eiffel en medio de la Ciutadella tampoco hace daño a nadie. Eso sí, el debate sobre si acabada la exposición se debía mantener o desmontar habría sido monumental e histórico... ¡y muy barcelonés!