Quedan cuatro meses para las elecciones municipales del 28 de mayo, unos comicios donde la actual alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, aspira a la reelección para un tercer mandato. Ahora bien, la alcaldable de Barcelona en Comú encara la recta final de este segundo mandato en una situación complicada que solo hace unas semanas parecía difícil de producirse. Las encuestas, la última de las cuales publicada el viernes por elNacional.cat la relegan a una tercera posición, un papel relevante en el futuro pleno municipal, pero en ningún caso determinante. Solo el barómetro municipal correspondiente al primer semestre del 2022 le auguraba una victoria electoral, que ha sido puesta en duda por el resto de encuestas.
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Los sondeos de los últimos meses, Barómetro Municipal aparte, han oscilado desde otorgar la victoria al candidato de ERC, Ernest Maragall, a las más recientes que dan por ganador a Xavier Trias, que ha sido un revulsivo que ha recolocado Junts per Catalunya en la carrera para recuperar la alcaldía. En medio, otras encuestas han predicho la victoria del candidato socialista, Jaume Collboni. En este contexto es sintomático de que solo la encuesta elaborada por el mismo Ayuntamiento apunte a una victoria de los comunes, que sondeo tras sondeo parece consolidarse en una posición de tercera fuerza que aleja las intenciones de los comunes de revalidar un tercer mandato y que, en el mejor de los casos, podría llegar a otorgar el papel de socio minoritario en una eventual coalición de gobierno. Y todo ello, ante datos que muestran el rechazo de los barceloneses a que Colau repita otra vez como alcaldesa.
En este contexto, la alcaldesa afronta cuatro meses de vértigo en una recta final de mandato donde una de las claves será saber de qué manera llegará el gobierno municipal a la víspera de las elecciones después de tambalearse esta semana ante la salida de Jaume Collboni del equipo de gobierno para dedicarse en exclusiva a la campaña electoral y la guerra abierta entre BComú y el PSC por la aprobación del plan de usos del Eixample. Colau no ha reaccionado nada bien a estas dos situaciones, y se percibe un cierto castigo en la decisión de no nombrar a Laia Bonet como primera teniente de alcaldía en sustitución deJaume Collboni, y la sombra de una posible ruptura del gobierno municipal se cernirá en todas las divergencias que pueda haber entre los socios y al mismo tiempo rivales.
Pendiente de proclamación
Hay que recordar, además, que Ada Colau todavía tiene que superar un largo proceso de primarias que empezó el 29 de noviembre, ahora hace dos meses, y que no culminará hasta el 30 de marzo, dentro de dos meses. Unas primarias de cuatro meses solo se pueden entender en un contexto de "radicalidad democrática", según palabras de la portavoz de BComú, Tània Corrons, en el momento de presentarlas, pero también en una voluntad de mantener la presencia constante de Colau en un recorrido que quiere ser "un proceso de escucha activa de los candidatos y candidatas para hacer una lista de consenso", pero que finalmente solo tiene una candidata a cabeza de lista, la misma Colau.
El proceso de primarias culminará con la presentación pública de la lista, que saldrá de las mismas votaciones. Así, a pesar de esta situación de victoria asegurada de la actual alcaldesa en las primarias, el calendario marca encara varios hitos, como la preinscripción de candidaturas hasta el 20 de febrero, la presentación de avales hasta el 13 de marzo y finalmente las votaciones, que tendrán lugar entre el 21 y 26 de marzo, para llegar al día 30 con la proclamación definitiva de resultados y la presentación pública de la lista con que Barcelona en Comú concurrirá en las elecciones del 28 de mayo.
Caen Badia y Pérez, ¿repetirán Sanz y Martí?
En todo caso, la configuración de la lista no es un tema menor cuando dos de los escuderos que han acompañado a la alcaldesa desde 2015, Eloi Badia y Laura Pérez, anunciaron el 18 de enero que no tenían intención de repetir en la lista electoral del 28 de mayo. Aunque oficialmente la renuncia de los dos se debería más bien a causas personales, en el caso de Badia, que quiere dedicar más tiempo a su paternidad, a nadie se le escapa que su gestión como responsable de la limpieza ha acumulado fracasos y controversias, desde el fiasco del sistema de recogida de residuos Puerta a puerta hasta la acumulación de denuncias por la gestión de la incineradora. La renuncia de Badia es, en todo caso, una manera de soltar lastre y renovar el equipo.
Los que sí que, en principio, repetirán, serán Janet Sanz, a estas alturas la concejala más veterana del ayuntamiento -de manera continuada- y Jordi Martí Grau, el exsocialista que se ha convertido en un puntal de la estructura de los comunes. Sanz lleva ya tres mandatos en el Ayuntamiento, ya que del 2011 en el 2015 fue concejala en la oposición por Iniciativa por Catalunya y, por lo tanto, no computa en la regulación del código ético de la formación, que restringe a dos los posibles mandatos, pero que abre la posibilidad de un tercero si se cuenta con el aval de las bases, que es el resquicio que permitirá a Colau presentarse por tercera vez y, en principio, a Sanz volver a integrarse en la lista.
En todo caso, durante los meses que quedan desde ahora hasta las elecciones, Colau y su equipo tendrá que pilotar la ciudad sufriendo máxima presión de los partidos de la oposición, a los cuales ya se ha sumado el PSC en aspectos como el parón de las futuras Supermanzanas o el controvertido plan de usos del Eixample. De hecho, que la coalición con el PSC se volvería inestable a medida que se acercarían las elecciones ya era previsible y ahora ya es una realidad. Los próximos días, Colau convocará un pleno extraordinario para volver a debatir el plan de usos del Eixample, si este no se aprueba, la coalición de gobierno quedará muy malherida y el principio del fin de Colau, sin expectativas de ganar las elecciones de mayo según las encuestas, ya habrá empezado. Por delante quedan cuatro meses de vértigo.