Al principio del año 2017, un grupo de vecinos del Barri Gòtic aglutinado en torno al espacio social La Negreta dio forma al colectivo Resistim al Gòtic, con la intención de articular una lucha vecinal contra una de las principales lacras del centro de Barcelona, la falta de vivienda. A partir del principio que la vivienda es un derecho -avalado por el artículo 47 de la Constitución Española-, el colectivo ha llegado a los cinco años de vida sin bajar la guardia, porque los mismos problemas relacionados con la vivienda que comportaron su nacimiento continúan, desgraciadamente, vigentes. Y quizás han crecido con el paso de los años.

Anteriormente a la constitución de Resistim al Gòtic, el mismo espacio social La Negreta acogía una asesoría jurídica que orientaba a los afectados por la falta de vivienda, pero, como relatan en conversación con elNacional.cat los miembros del colectivo Martí Cusó y Mariona Roca, el vecindario se dio cuenta de que había que ofrecer una respuesta más colectiva a la problemática. "La asesoría podía dar consejos a particulares, pero como vecinos creímos que había que hablar los problemas de forma colectiva". De hecho, cada semana mantienen una asamblea abierta a todos los vecinos, los de siempre y los recién llegados, donde las caras van cambiando pero los problemas permanecen.

70 por ciento en régimen de alquiler

El Barri Gòtic, al estar situado en el centro de Barcelona, es decir, en una zona de fuerte carácter histórico, un parque de viviendas muy envejecido y una turistificación muy superior a la de otras zonas, tiene una casuística muy específica. Para empezar, un 70 por ciento de los vecinos viven en régimen de alquiler, muy por encima de la media de Barcelona, situada en torno al 30 por ciento. Los fenómenos de la gentrificación y la especulación comportan que uno de los ejes de Resistim al Gòtic sea la lucha contra los desahucios, muchos de ellos provocados por "rescisiones de contratos", aunque también los hay por "ocupaciones de viviendas".

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Edificio con pancartas contra los desahucios en la plaza de George Orwell / Sergi Alcàzar

En línea con otros colectivos similares, como los Sindicats de Llogateres y la Plataforma d'Afectats per la Hipoteca (PAH), pero circunscritos a las especificidades del Gòtic, el colectivo se propone "crear vínculos entre las personas afectadas" con Resistim al Gòtic como nexo en común que permite "ir adquiriendo conocimiento". En este sentido, los miembros del colectivo se reivindican como espacio que puede poner en común a "gente con casos similares" y ayudar a los más desprotegidos, como los migrantes sin papeles: "Si no tienen papeles están excluidos de todo, son los más vulnerables, ni siquiera pueden acceder a las ayudas de la Mesa de Emergencia".

La ocupación como "opción legítima"

Por todo ello, Resistim al Gòtic no se opone frontalmente a la ocupación de viviendas a pesar de marcar líneas rojas como el rechazo a ocupar pisos de pequeños propietarios: "La ocupación es una opción legítima", aseguran, para añadir que "cuando el piso ocupado es de un fondo buitre, negociamos para conseguir un alquiler social". "La ocupación la entendemos como una vía para llegar a alquiler social y quien ocupa es gente en situaciones de emergencia", se justifican, eso sí, marcando diferencias con las mafias de ocupación y con los narcopisos. "Siempre advertimos a la gente que viene a la asamblea que no compren llaves a mafias, porque el objetivo es sacar a la gente de la cadena de ocupación y venta de llaves". Además, recuerdan que en alguna ocasión también han recibido a algún pequeño propietario con el piso ocupado: "También hablamos con ellos para buscar soluciones y les decimos que sobre todo no llamen a Desokupa, porque sólo les sacarán el dinero".

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Miembros del colectivo con una pancarta a favor de la vivienda en el barrio / Sergi Alcàzar

Además, aseguran que el turismo ha tenido varios efectos negativos, empezando por el hecho de que actúa como "agente catalizador", ya que genera un aumento de valor que comporta atracción de inversores. Pero todavía hay más, porque aseguran que la construcción de nuevos hoteles ha comportado "la expulsión de vecinos". "Convertir un edificio entero en un hotel comporta expulsar a los vecinos", advierten. Finalmente, la crisis del sector turístico a causa de la pandemia ha sumado otro efecto adverso, porque el monocultivo en un solo sector económico ha generado mucho paro entre el vecindario.

"Que la gente se pueda quedar en el barrio"

Para Resistim al Gòtic el objetivo final es que "la gente se pueda quedar en el barrio", y en este aspecto recuerdan que los últimos años se ha marchado mucha gente y la red comunitaria ha quedado tocada" a causa de una "gentrificación y turistificación brutales", a los cuales se ha añadido la centralidad del barrio y "el interés especulativo". De hecho, lamentan que en el actual marco legislativo, el "suelo esté liberalizado, porque se convierte en un mecanismo de acumulación de capital" y por todo ello lo que piden es que la vivienda se considere "como un derecho, no como un bien con el cual puedes hacer negocio". Mientras eso no cambie, sostienen, seguirán defendiendo el derecho a una vivienda digna para todo el mundo.

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Resistim al Gòtic organiza asambleas semanales en el espacio social La Negreta / Sergi Alcàzar

De momento, y como valoración de los cinco años de vida, el balance es que se ha hecho mucho trabajo, pero que la situación "sigue siendo muy dura y precaria", con todo, defienden que se ha podido crear "un espacio comunitario de ayuda y se han tratado centenares de casos. "Todo el mundo en el barrio nos conoce y sabe que si tiene un problema puede venir", concluyen.