El concepto 'senderismo urbano' puede parecer un oxímoron si relacionamos la primera palabra con el contacto directo con la naturaleza, preferiblemente en zonas montañosas y alejadas del asfalto y los bloques de edificios, pero lo cierto es que también se puede hacer senderismo por medio de las calles de una ciudad tan densa como Barcelona. Cuanto menos, esta es la propuesta que hace el licenciado en Geografía e Historia Xavier Martínez i Edo en el libro 'Els camins antics de Barcelona' (Cossetània, 2022), un recorrido por 21 itinerarios por los caminos históricos que conectaban la ciudad con el resto de Catalunya a través del llano de Barcelona.
El autor, que ha escrito también libros como 'Guía por el patrimonio arqueológico industrial de España', 'Atlas de los países en busca de la Felicidad' y los textos de la colección 'Guies de Catalunya i Andorra', ilustradas por Pilarín Bayés, se plantea la posibilidad de hacer senderismo allí donde no hay senderos, para recuperar las trazas de cuando sí existían, es decir, cuando Barcelona se circunscribía al perímetro de sus murallas y desde los diferentes portales salían caminos que, a través del llano, conectaban con los pueblos entonces periféricos -Sant Martí, Sant Andreu, Horta, Gràcia, Sant Gervasi, Sarrià y les Corts- y más allá, con el Besòs y el Llobregat y a través de Collserola, hacia el Baix Llobregat, el Maresme y el Vallès.
Así lo defiende el mismo autor en la introducción del libro, que recuerda que "cuando se habla de senderismo, se piensa inmediatamente en senderos de montaña, caminos rurales y, en general, en plácidos y bucólicos entornos a la naturaleza", para plantear el libro "al revés: en lugar de salir a caminar por espacios rurales, hemos querido llevar la práctica del senderismo a la ciudad", a partir de un cierto ejercicio de imaginación: "imaginaos levantando la enorme retícula del Eixample como si fuera una estera". A partir de aquí, se recorrerán los antiguos caminos, teniendo claro que "esta no es una guía de lugares para visitar, sino de caminos para recorrer", eso sí, sin renunciar a disfrutar "aquello que puede ver y -muy importante- sobre aquello que se podía ver".
21 itinerarios
Estableciendo a menudo como inicio los antiguos portales de la ciudad amurallada, la medieval, pero también la romana, aunque no en todos los casos, el autor establece 21 itinerarios, como el Camino de Sant Cugat, que desde la plaza Nova sube hasta la plaza de Alfons Comín y más allá hacia Collserola; la Carretera de Ribes, desde la plaza del Àngel hasta la Trinitat Vella recorriendo un eje histórico que se mantiene completamente a excepción de la plaça de les Glòries; o la Vía Molinaria, que recorre el Rec Comtal en sentido inverso al antiguo curso del agua, desde la Ribera hasta Vallbona.
Ahora bien, no todos los caminos seleccionados tienen como punto de partida el centro de Barcelona, porque históricamente había caminos que no tenían ninguna necesidad de pasar por ella, entre ellos el Camino del Mig, que conectaba el Llobregat y el Besòs o Camino de la Travessera, que de tan largo el autor lo desglosa en dos segmentos pero que conectaría l'Hospitalet de Llobregat con Santa Coloma del Besòs pasando por Travessera de les Corts, Travessera de Gràcia, Sant Antoni Maria Claret, Concepción Arenal, Bartrina y el paseo de Santa Coloma; o el camino de Sarrià al Port, que conectaba el casco antiguo de Sarrià con el actual cementerio de Montjuïc.
Todos diferentes, todos iguales
Aunque todos los recorridos son diferentes, todos tienen los mismos propósitos en común, recorrer caminos antiguos para observar, de un lado, que queda, y del otro, imaginar cómo habría sido el mismo recorrido hace quinientos o mil años. Así, cada itinerario se complementa con pequeños artículos sobre aspectos concretos de cada camino a partir de edificios, vestigios, tradiciones o incluso supersticiones. Todo ello, una manera de conocer más la ciudad de Barcelona.
Finalmente, todos los itinerarios se acompañan de una ficha técnica que marca la distancia y el recorrido, marcando las conexiones más próximas en transporte público, añadiendo también las estaciones de metro que se pueden encontrar durante el recorrido, para así favorecer el paseo por caminos la mayoría de los cuales tienen entre 5 y 10 kilómetros de recorrido -aunque alguno es más largo-. En todo caso, siempre hay opciones de hacer el recorrido a gusto del usuario, pero la mayoría se pueden hacer en un plazo de unas dos horas, teniendo en cuenta que la velocidad de una persona caminando oscila entre los 4 y los 6 kilómetros por hora. A caminar se ha dicho.