La muerte de la Shamira por la caída de una palmera en el Raval ha puesto el foco sobre el colectivo trans de Barcelona, especialmente de aquellas personas que viven en la marginalidad. Durante las primeras horas del accidente no trascendió en ningún momento quien había sido la víctima, así que muchos especulaban que se podría tratar de alguna turista que estaba de paseo por una de las zonas más pintorescas de la ciudad.

Pocas horas después del accidente, sin embargo, las redes sociales se empezaron a llenar de mensajes de pésame. La mayoría de mensajes procedían de cuentas de entidades y colectivos del Raval que trabajan con personas vulnerables, la Fundación Raíces por ejemplo. A través de su cuenta se descubría que la Shamira era una persona sin techo. Amistades suyas han explicado después de que vivía en la calle, a la intemperie en el Parque Joan Miró al lado de la Plaza de España.

 

 

La Shamira formaba parte del colectivo Metzineres, que trabaja con mujeres trans y personas de género no binario en la ciudad. La chica, que perdió la vida de golpe al caerle la palmera encima en la calle Joaquim Costa, junto a la plaza de Emili Vendrell, tenía una fuerte adicción en las drogas, un hecho que ella misma explicó en un documental sobre el consumo de drogas al Raval que está disponible en Youtube.

La adicción en las drogas de la Shamira

En aquel documental, la Shamira, que entonces tenía 19 años, explica que se quedó en la calle con 18 años después de salir de un centro de menores donde residía. "Me quedé tirada|tiro, sin casa ni nada". Asegura que la "sacaron" del centro de menores y se vio abocada a la vida en la calle. El consumo de drogas se acentuó entonces. En el reportaje admite que consumía anfetaminas y que este consumo lo había afectado a los dientes. "Consumo cinco veces al día". Con el fin de pagarse la droga, la Shamira comenta que trabajaba como prostituta.

 

 

Las amigas de la Shamira se han reunido este viernes en el lugar donde cayó la palmera y le han dedicado un homenaje. En el lugar se han puesto fotografías de recuerdo y mensajes. Su caso ha servido para poner el foco sobre la realidad cruda que viven las personas trans en Barcelona, que se ven empujadas a vivir en la calle, en condiciones extremas, malviviendo y teniendo que recurrir a la prostitución para sobrevivir.