En la calle Bailèn de l'Eixample de Barcelona, lado Besòs y entre las calles Diputació y Consell de Cent, se levanta uno de los edificios más imprevistos de la ciudad, un inmueble con una fachada que recuerda a un templo de factura clásica grecorromana y que esconde en su interior un teatro de más de 300 localidades, además de varias salas de trabajo y una sorprendente capilla. Se trata del Taller Masriera, un antiguo taller artístico de pintura, escultura y orfebrería que durante años fue uno de los espacios más opacos de la ciudad, con el acceso a su interior prohibido a pesar del sorprendente interés que causa en cualquier peatón que se fije mínimamente, pero al cual le espera un futuro como equipamiento de barrio una vez el Ayuntamiento de Barcelona lo adquirió el verano del 2020.
El misterio ha rodeado durante décadas este inmueble, hasta el punto que durante muchos años entre el vecindario no se sabía exactamente que se cocía en su interior. Asimismo, estudiosos del parque de salas de teatro de la ciudad se encontraron con una barrera a la hora de intentar acceder al interior de un edificio del cual se conocía la existencia de la sala de butacas y el escenario. La valla perimetral, con rejas de hierro forjado rematadas en pinchos, esconden un pequeño jardín que durante años creció asilvestrado, aumentando todavía más la sensación de misterio.
Catalogado como bien cultural de interés local, el Taller Masriera consta de planta baja, dos plantas de piso y planta sótano, con una superficie de suelo de 1.356 m² y una superficie construida de 1.861 m². Originalmente, se construyó el cuerpo central y posteriormente se añadieron los anexos laterales, manteniendo el espíritu neoclásico de la construcción.
Un poco de historia
El Taller Masriera fue construido en el año 1882 a partir de un proyecto del arquitecto Josep Vilaseca i Casanovas -autor del Arco del Triunfo y la Casa de los Paraguas de la Rambla-, por encargo de los hermanos Masriera, en un momento de plena expansión del Eixample. Su fachada, de estilo neoclásico y con columnas rematadas con capiteles corintios conforma la entrada a un improbable templo grecorromano, aunque el objetivo inicial del inmueble era funcionar como taller de pintura, escultura y orfebrería. De hecho, este uso artístico es el que justificó el diseño de la fachada principal, con la intención de convertirse en un templo de arte, es decir, un centro artístico.
En los años veinte del siglo pasado es cuando se incorpora el teatro, con trescientas localidades, donde bajo el nombre de sala Studium actuaba la compañía Els Belluguets, además de acoger estrenos de otras compañías. Después del paréntesis de la Guerra Civil, se reanuda la actividad teatral al convertirse en la sede de la sociedad teatral Club Helena, que incorporó también sesiones de cine.
En los años cincuenta es cuando empieza la época de oscuridad, cuando el inmueble pasa a manos de la entidad católica Centro Social de Actividades Culturales y Religiosas y se instala una comunidad de religiosas de la Compañía del Sagrado Corazón, que mantiene el edificio cerrado al público y sin muchas conexiones con el exterior, aunque durante un tiempo funcionaba como a punto de recogida de ropa de segunda mano. Desde el año 2009, el inmueble era propiedad de la Fundació Privada Pere Relats.
Futuro equipamiento
En julio del 2020, el Ayuntamiento de Barcelona anunció la adquisición del inmueble con el objetivo de convertirlo en equipamiento ciudadano, aunque más de un año después, como se pudo ver en la última edición de la muestra de arquitectura Open House, todavía no se había actuado en el interior del local más allá de simples trabajos de limpieza y mantenimiento.
La adquisición se cerró a través de una permuta con una finca municipal de la calle Llacuna (distrito de Sant Martí) con la Fundació Pere Relats, una entidad sin ánimo de lucro de ayuda y asistencia a las personas mayores o que no se pueden valer por si mismas, y que han sido los últimos propietarios privados del inmueble. El mismo ayuntamiento admitió, cuando dio a conocer la compra, que esta se había podido realizar "después de años de seguimiento, contactos y conversaciones".
De momento, el edificio está pendiente de una rehabilitación que permita dedicarlo a unos nuevos usos todavía no concretados. Lo que si parece claro es que el inmueble ha dejado atrás sus años de misterio y se convertirá en un espacio abierto a la ciudadanía, que podrá sentir como propio este centenario templo neoclásico. Basta de misterios.