En paralelo a la inauguración, hace pocos días, de la prolongación del tranvía por la Diagonal entre la plaza de las Glòries y la de Verdaguer, ha llegado a las librerías Tramvies de Barcelona, una crònica sentimental (Albertí Editor, 2024), obra de Ròmul Brotons, que traza el relato conjunto e inseparable de la evolución de este medio de transporte y de la misma ciudad de Barcelona durante los 99 años (1872-1971) que circuló antes de pasar por una travesía del desierto de 33 años con solo el Tramvia Blau como exponente funcional, hasta que el tranvía moderno volvió a las calles el año 2004.
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Difícilmente se puede explicar la historia de Barcelona de finales del siglo XIX y casi todo el XX sin recordar que el tranvía fue un medio de transporte que contribuyó como ningún otro a su crecimiento, convertido en hegemónico durante décadas, y que, más allá de su popularidad, formó parte del paisaje urbano en todas las ocasiones importantes, tanto las felices, como su importancia y presencia para conectar la ciudad en momentos determinados como las exposiciones internacionales, como las reivindicativas, como el célebre boicot/huelga de 1951 o el uso como barricadas en la Setmana Tràgica de 1909, sin olvidar hechos tristes, como el atropello que comportó la muerte de Antoni Gaudí en 1926, o el mismo hecho de que Ildefons Cerdà diseñó el Eixample con la estructura de chaflanes para facilitar los giros del tranvía y no como aparcamiento de coches, uso que se impondría mucho más tarde.
El tranvía hizo grande la ciudad y tejió una red que conectaba su núcleo con los pueblos del llano y los integró en una metrópoli que se iba haciendo grande a base de agregaciones, de grandes acontecimientos internacionales y de olas migratorias y, en este sentido, el mismo autor abre la presentación del libro recordando un hecho que demuestra la conexión del tranvía con la historia de Barcelona, como el bautizo en 2019 de la antigua avenida de Borbó como la avenida dels Quinze porque una vez llegados a este punto desde el centro, se cambiaba de tarifa y si no se quería pagar más de quince céntimos había que bajar del vehículo y continuar andando.
"La anécdota nos recuerda que había una vez en que las calles de la ciudad estaban llenas de tranvías y la gente los utilizaba cada día", apunta Brotons, para añadir más adelante que este transporte, por su presencia en las calles, "serían objetivo preferente durante huelgas y revueltas, como una manera fácil de levantar barricadas." Por todo eso, Tramvies de Barcelona no es solo un recorrido histórico, con explicaciones esmeradas de las líneas, los cambios de tracción -de sangre, de vapor y eléctricos-, sino también de cómo lo vivió la ciudadanía, con profusión de textos e ilustraciones de prensa de la época, especialmente la satírica, que configuran, exactamente, una "crónica sentimental" de la historia tranviaria de Barcelona.