Una de las calles más conocidas de las que desembocan en la Rambla de Barcelona desde el Barri Gòtic es la de la Portaferrissa, que recibe el nombre del hecho de que allí se abría una de las puertas de la muralla medieval que recorría la Rambla y que era denominada Ferrissa por el hecho de que contaba con clavos y barras de hierro que servían de referencia para la cana, una de las medidas de longitud más usuales en la ciudad. Este es uno de los referentes más claros del sitio donde se situavan los portales de la muralla, que en el sector de la Rambla eran un total de cinco. Ahora bien, más allá de este caso en que la existencia de la puerta se refleja en el nomenclátor, hay una manera de distinguir la ubicación de todas las puertas, un truco urbanístico que poca gente conoce.
Recordemos que la muralla de la Rambla formaba parte del segundo recinto amurallado de Barcelona -el primero era el romano- y fue construida a partir del año 1285, cuando en el marco de la invasión francesa de Catalunya durante la Cruzada contra la Corona de Aragón, el rey Pedro el Grande decidió fortificar la ciudad, con la singularidad de que, posteriormente, fue el Consell de Cent, es decir, la administración civil de la ciudad de Barcelona, la que asumió la tarea de fortificar la ciudad, convirtiéndose en la primera gran obra pública del precedente histórico del Ayuntamiento de Barcelona. Con todo, la muralla de la Rambla quedó relegada a un segundo orden menos de un siglo más tarde, cuando se amplió la fortificación al barrio del Raval a partir del año 1368, bajo el reinado del rey Pedro el Ceremonioso, cerrando todo el perímetro de la ciudad y configurando las defensas de Barcelona vigentes hasta su derribo en la segunda mitad del siglo XIX para dar paso a la creación de la Barcelona actual con la construcción del Eixample y la agregación de los municipios del llano.
Con respecto a la Rambla, había cinco puertas, que de montaña a mar eran las de Santa Anna, donde está la calle del mismo nombre; la ya mencionada de Portaferrissa; la de la Boqueria, en el llano del mismo nombre o Pla de l'Os y la misma calle Boqueria; la de Trentaclaus o de los Ollers, a la altura de la calle Escudellers y donde precisamente ahora se están haciendo intervenciones arqueológicas en el marco de las obras de reurbanización de la Rambla que harán aflorar los restos de este portal, y el de Framenors o de Sant Francesc o de la Drassana, en el ámbito del Portal de la Pau y la calle de Josep Anselm Clavé.
La muralla de la Rambla y los portales empezaron a desaparecer a partir de finales del siglo XVIII en el marco de la urbanización de esta vía y su conversión en el principal paseo de la ciudad y acabaron desapareciendo en el marco del derribo total de todo el recinto amurallado la segunda mitad del XIX. Con todo, la urbanización de la Rambla quiso preservar la memoria de aquellos portales desaparecidos, y se hizo con un detalle urbanístico poco conocido que sigue vigente en la actualidad y que, además, sobrevivirá a la actual reforma.
Las farolas indican los portales
El truco está en las farolas que iluminan la Rambla a lo largo de su trazado. La mayoría de las farolas clásicas son de una sola luz -aunque algunas han sido sustituidos por farolas más modernas de dos brazos-, pero aparte de algunas de especialmente singulares, como la de la Font de Canaletes, de cuatro brazos, o la de arriba del todo de Canaletes, también de cuatro brazos y rematado con una farola superior de art déco, en varios intervalos del trazado del paseo aparecen farolas de cuatro brazos más una luz superior. Su ubicación no es nada casual, ya que están allí para marcar, precisamente, la ubicación de los antiguos portales.
Así, haciendo un recorrido de montaña a mar, se encuentran conjuntos de estas farolas diferenciadas delante de las calles de Santa Anna, Portaferrissa, Boqueria, Escudellers y Josep Anselm Clavé. Encontrarlos es la manera de saber dónde estaban situados los antiguos portales de la muralla medieval y preservar, así, su memoria.
La reforma los respetará
Precisamente, la actual reforma de la Rambla ha permitido que afloren restos en la zona donde estaba situada la puerta de Trentaclaus, pero en el marco de las obras se ha abierto la cuestión de si estas farolas singulares se mantendrán. Fuentes del Ayuntamiento de Barcelona consultadas por ElNacional.cat han asegurado que, efectivamente, estas farolas especiales serán preservadas. De hecho, en el marco de las obras se prevé modernizar las farolas tal como ya se ha hecho en el tramo entre los portales de la Pau y Santa Madrona, ya finalizado, pero señalando que habrá una excepción, las farolas existentes "como elementos de memoria histórica de la Rambla", que se mantendrán en "las posiciones donde se encontraban las antiguas puertas de la muralla medieval", mientras que todo el resto serán sustituidos por modelos más modernos. Modernidad y tradición irán reunidas en la nueva Rambla, donde quien conozca este truco podrá ubicar a las desaparecidas puertas de la muralla medieval.