A principios de enero de este 2022, el Institut de Cultura del Ayuntamiento de Barcelona (ICUB), dio a conocer las cifras de visitantes de los diferentes museos y centros de exposición de titularidad municipal de Barcelona. En total fueron 2.010.642 visitantes durante el 2021, una cifra que suponía una importante recuperación con respecto al pandémico 2020 pero que todavía quedaba lejos de los cerca de 4 millones de visitantes conseguidos los años previos a la pandemia. Entre los espacios que acogieron más vistas se situaban el Born Centre de Cultura y Memoria (424.500); el Castillo de Montjuïc (385.100), el MUHBA (334.200 en todas sus sedes); el Museo Picasso (305.600) y el Museo de Ciencias Naturales de Barcelona (191.900).

A continuación de estos primeros cinco equipamientos museísticos quedó el Museu del Disseny, que acumuló 107.300 visitantes, aunque divididos en dos grupos, 106.400 en la sede de Glòries, el impactante edificio diseñado por el recientemente fallecido Oriol Bohigas y el resto, exactamente 900, en la Casa Bloc, donde está la casa-museo Habitatge 1/11, un espacio que depende del Disseny Hub, que se convirtió así en el espacio museístico municipal de Barcelona menos visitado, un dudoso honor que, a pesar de todo, no hace justicia a lo que en el se puede ver. La explicación del bajo número de visitantes, pandemias aparte, se justifica en que sólo admite visitas guiadas previamente concertadas a grupos reducidos, sólo de quince personas, y únicamente en sábado.

Referencia del racionalismo

La suma total de visitantes, sin embargo, no es un buen reflejo de lo que incorpora la visita a un edificio que merece por derecho propio ser de los más admirados de la ciudad, aunque su factura e, incluso, su situación, lo alejen de los circuitos más convencionales. La Casa Bloc es, lisa y llanamente, la más importante obra racionalista de Barcelona, un edificio situado en el paseo de Torres i Bages, en el distrito de Sant Andreu, construido entre 1933 y 1936 por el GATCPAC (Grupo de Arquitectos y Técnicos Catalanes para el Progreso de la Arquitectura Contemporánea) a partir de los principios de la arquitectura racionalista extendida por toda Europa desde el fin de la Primera Guerra Mundial, difundida principalmente por la escuela Bauhaus, que revolucionó el diseño de edificios al priorizar la funcionalidad por encima de la ornamentación a partir de una sensibilidad social que reclamaba la mejora de las condiciones de vivienda de las clases trabajadoras.

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El edificio está compuesto por cinco blocs en forma de letra ese invertida / AjBCN

Los arquitectos Josep Lluís Sert, Joan Baptista Subirana y Josep Torres Clavé, los tres integrantes del GATCPAC, fueron los responsables de la construcción, mientras que la primera piedra la puso el entonces president de la Generalitat, Francesc Macià. La singular disposición del edificio, dividido en cinco bloques que, vistos desde el cielo, dibujan una especie de letra ese invertida o número dos que permitía en sus doscientas viviendas un aprovechamiento máximo de la luz natural además de asegurar una ventilación adecuada, además de zonas comunes y jardines interiores. Todo ello, toda una revolución con respecto a vivienda destinada a la clase obrera promovida por la Generalitat de Catalunya, que era propietaria del inmueble.

Una víctima más de la Guerra Civil

Todo este sueño higienista que buscaba mejorar las condiciones de la clase trabajadora se troncó con la Guerra Civil. Abolida la Generalitat, las autoridades franquistas traspasaron la propiedad a la Diputación de Barcelona, que finalizó las obras y dedicó el edificio a acoger viudas y huérfanos de militares. De hecho, hasta hace poco tiempo uno de las alas estaba destinada a una residencia donde vivían viudas de militares y que en la actualidad acoge refugiados llegados de otros países. Puestos a estropear el proyecto, el año 1948, se añadió un bloque más en uno de los patios interiores destinado a coger familias de policías. Como no respondía a los criterios del proyecto original, este 'bloque fantasma' fue derribado el año 2008 en el marco de un proceso de rehabilitación integral.

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Cartel anunciando el inicio de las visitas, en el año 2012 / Rossendc

Con el fin de la dictadura, la Casa Bloc volvió a la Generalitat, y en 1992 fue declarada como Bien de Interés Cultural en la categoría de monumento. Rehabilitada a principio del siglo XXI, la Casa Bloc actualmente es propiedad del Institut Català del Sòl (INCASOL) y comprende 169 viviendas destinadas a alquiler social, aparte de los 26 de la antigua residencia. Y todavía hay una vivienda más, habilitada como casa-museo y gestionada por el Disenny Hub Barcelona, que ha sido restaurada y amueblada en sus condiciones originales, de manera que permite al visitante hacerse una idea de cómo era vivir allí durante los años treinta del siglo XX.

El Habitatge 1/11 por dentro

Las viviendas de la Casa Bloc tienen formado de dúplex -lo cual supone un impedimento a las visitas de personas con movilidad reducida, porque no pueden acceder al piso superior- y un ingenioso diseño modular que permitía adaptar el número de habitaciones a las necesidades de cada familia, ya que aunque el diseño básico era de tres cuartos, era relativamente sencillo modificar dos pisos para que uno tuviera cuatro y el otro dos. La vivienda visitable, situada en el bloque 2, planta 1, puerta 11, es, de hecho, de dos habitaciones, y tiene una superficie útil de 60 m². A diferencia del resto de viviendas, se ha recuperado la terraza original, mientras que todos los otros la tienen cerrada para ganar espacio en el comedor.

La distribución en la planta baja es común a todos los dúplex. Desde un rellano exterior se accede a un pasillo que tiene a un lado lavabo y lavadero y, en la otra, cocina. Acto seguido se accede al comedor donde está la escalera para acceder a las habitaciones situadas en el piso superior, donde no hay lavabo. La disposición en cinco bloques hace que todas las estancias tengan ventanas exteriores, un hito importante en términos de iluminación y ventilación. En el piso visitable se ha reconstruido, con elementos originales, el mostrador de la cocina, el fogón, la pila y el armario despensa, además de una cocina económica de los años treinta.

Muebles prácticos y funcionales

Con respecto a los muebles también se han recuperado algunos que datan de la misma época, que, de acuerdo con el espíritu racionalista, tienen una apariencia sorprendente moderna, ya que siguen los criterios básicos de funcionalidad sin ningún recargamiento innecesario. En el comedor se han dispuesto una mesa con cuatro sillas y un bufete, mientras que en las habitaciones -una doble y una individual- se han recuperado armarios, mesillas de noche y camas intentando recuperar el mismo espíritu original. Además, la electricidad reproduce la iluminación del momento, así como las persianas, que son también del mismo estilo de las originales. Todo ello, una inmersión en el racionalismo que impulsó a la Generalitat de Catalunya durante la Segunda República española.

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Los muebles respetan el diseño de la época / Museu del Disseny

Es por todo ello que vale la pena visitar este espacio, a pesar de sea el museo municipal menos concurrido. Las visitas, siempre guiadas, se hacen los sábados a las 11 de la mañana, pero hay que hacer reserva previa, tanto para visitas individuales como en el caso de visitas de grupos (como máximo de quince personas). El precio es de 5 euros y las visitas se hacen en catalán excepto el último sábado de mes, que se hace en castellano. Hay que tener en cuenta que el mes de agosto y los dos primeros sábados de septiembre no se realizan visitas y que las personas con silla de ruedas sólo pueden acceder a la planta baja del dúplex. Pese a todo ello, vale la pena.