Los vecinos de la zona del Turó de la Rovira, en conflicto desde hace meses con el Ayuntamiento de Barcelona, denuncian que la masificación turística "colapsa" las líneas de bus que suben hasta la zona. El vecindario, mayoritariamente personas mayores, utilizan frecuentemente las tres líneas de autobús—119, V19 y 24— que suben hasta la zona para llegar a casa, mientras que los turistas lo hacen para disfrutar de las vistas de Barcelona que se ven desde las baterías antiaéreas. David Mar, miembro del Consejo Vecinal del Turó de la Rovira, ha explicado a la ACN que puede ser un "infierno" y reclama la presencia de agentes cívicos que controlen la afluencia al transporte. Montserrat Jiménez, vecina de la calle de Mühlberg de toda la vida, afirma que el bus 119, por ejemplo, es "un bus de barrio, no turístico" y pide más frecuencia de paso.
Los vecinos reclaman una solución
El colapso producido por la presencia de turistas, un continuo agravado en la época estival, provoca que los vecinos se queden en la parada esperando, o tengan que ir derechos al autobús, a pesar de tener problemas de movilidad. Montserrat ha recordado lo que costó que el bus llegara hasta el barrio, precisamente, por eso reclama "soluciones para seguir haciendo uso del servicio". Según ha detallado, los tres autobuses afectados son los de las líneas 119, el V19 y el 24. El V19, sube desde la Barcelona y viene muy lleno, "ocupan los asientos habilitados por la gente con poca movilidad", se queja admitiendo que le da "vergüenza" ver en qué condiciones tienen que subir las personas mayores de que va con un carrito de la compra, por ejemplo.
Montserrat ha explicado que el 119, es el bus más pequeño, ya que es un 'bus del Barri', y, por lo tanto, su frecuencia de paso es más baja. En este caso, pasa cada 30 minutos, un hecho, que provoca que haya vecinos que queden "colgados porque no pueden subir de la gente que hay". Así pues, el vecindario del Turó de la Rovira exige soluciones "me parece muy bien que venga el turismo, pero primero somos los vecinos". En la misma línea, el David afirmado que el turismo que encuentran en el bus|buzo, a veces, genera situaciones conflictivas, ya que increpan los conductores o quieren subir, aunque no se cabe. Además, ha destacado que es un turismo más "agresivo" y que cuando se les pide respeto se "rebotan". "Hemos llegado a unos extremos insoportables", lamenta.
Se mantienen los botellones en los búnkeres
El colapso en los autobuses no es el único problema que denuncian los vecinos de esta zona, sino también se le suman las quejas por los botellones, el incivismo y el ruido que persiste en las baterías del Turó de la Rovira a pesar del cerrado instalado por el Ayuntamiento que impide el acceso a la zona a partir de las 19:30 horas. "Continuamos igual", reconoce Montserrat. Según relata, aunque dos agentes se queden dentro para impedir que salten la valla, los turistas se sientan justo en los márgenes del cerrado y hacen el botellón. "Está todo degradado", denuncia. "Esta noche hasta las cuatro de la madrugada hemos tenido pitote arriba, con música y todo", afirma. También ha lamentado que aunque llaman a la Guardia Urbana, no viene ningún agente. "Es un problema grande", concluye.
David Mar exige que se "desturistifique" la zona. "Es una invasión constante, cada día", comenta en relación con el turismo y el incivismo y los botellones. Además, denuncia que la Guardia Urbana no requisa latas ni botellas en los que hacen los botellones. También lo lamenta Joan Escayuela, vecino que vive muy cerca de los bunkeres. "Los tendrían que requisar la bebida y con eso este tipo de turista ya no vendría", afirma. Él mismo también ha visto en varias ocasiones cómo los turistas u otras personas saltan el cerrado para acceder a las baterías de noche e incluso lo han despertado de madrugada picándole al timbre para pedirle un sacacorchos.