Según algunos manuales militares -y empresariales-, la diferencia entre la estrategia y la táctica se encuentra en que la primera es la dirección general y a largo plazo que conducirá a la consecución de unos objetivos genéricos, mientras que la segunda es la concreción al detalle y a corto plazo de acciones específicas englobadas dentro de los objetivos estratégicos.
En el Ayuntamiento de Barcelona la estrategia general quizás todavía está por ver, pero la táctica sobre el terreno se concreta en medidas específicas que a menudo son cuestionadas por la ciudadanía. Con todo, lo que sí que nos ha ofrecido ha sido la creación o recuperación de conceptos que explican mejor cuál es la perspectiva del gobierno de Ada Colau. Hete aquí un vocabulario táctico en orden alfabético para conocerlos. Y para sobrevivir a ellos.
Aunque hay una cierta confusión entre los bloques de hormigón y los New Jersey -ver más abajo- no todos los bloques tienen el nombre de esta ciudad norteamericana. Pieza fundamental del urbanismo táctico -también, más abajo-, los hay que son incluso bonitos de ver, otra cosa es que sean útiles. En la calle del Consell de Cent, por ejemplo, los hay que son lisos e invitan a sentarse a la sombra de los plátanos. Ahora, no por bonitos dejan de ser muy peligrosos por el hecho de ser obstáculos inopinadamente situados en medio de la calzada. / Foto: ACN
Si alguna cosa tenemos que agradecer al controvertido sistema de recogida de basura puerta a puerta implementado este año en el barrio de Sant Andreu es la descubrimiento/recuperación de la palabra catalana 'bujol', que según el DIEC es un 'cubo, ordinariamente hecho de duelas con aros de hierro y provista de un asa de cuerda, utilizado en las embarcaciones para sacar agua de mar para la limpieza y otros usos', más o menos lo que en castellano corresponde a la palabra 'balde', pero que ahora el ayuntamiento utiliza para referirse a los cubos y bidones donde los vecinos se ven obligados a depositar sus residuos siguiendo el calendario que les ha impuesto la administración municipal. Pompeu Fabra se habría emocionado. / Foto: Montse Giralt
'Canopia', también denominado 'dosel arbóreo', es un término que hace referencia al estrato superior de un bosque, es decir las copas de los árboles y su ecosistema particular. En Barcelona, sin embargo, 'Canòpia urbana' es el nombre del proyecto ganador para la plaza de les Glòries una vez acaben las obras de los túneles. Obras y Glòries son conceptos prácticamente sinónimos, ya que la plaza ha vivido varias redefiniciones en las últimas décadas. Con suerte, esta será la definitiva. De momento, de la Canòpia Urbana ya hay la parte superior terminada, de la que destaca la 'clariana', un amplio espacio de césped para uso ciudadano, eso sí, de acceso restringido. / Foto: Sergi Alcàzar
Otra palabra recuperada gracias a la administración Colau es 'escocell', en castellano, 'alcorque'. Tradicionalmente se le ha llamado 'agujero del árbol', pero el DIEC lo afina como 'hoyo que se hace en torno a las cepas de los árboles y de las plantas para que retengan el agua'. Si nos fijamos en esta palabra es porque de un tiempo a esta parte los alcorques se han convertido en junglas en miniatura que acumulan al mismo tiempo vegetación salvaje y suciedad no recogida. ¡Cuidado con meter el pie! / Foto: Sergi Alcàzar
Ahora sí. El New Jersey es un tipo específico de bloque de hormigón y el más chillón de los que se han colocado en Barcelona en pleno estallido del urbanismo táctico -efectivamente, lo encontraréis más abajo- por su llamativo color amarillo. En la era preColau se utilizaban para proteger zonas de obras o señalizar desvíos provisionales, pero ahora su principal uso, afortunadamente ya en retirada, es el de bunquerizar terrazas de bares sobre la calzada. Bastante polémicos por los accidentes de tráfico que han provocado. Foto: Jordi Palmer
La estrella de los últimos meses. El sistema de recogida de residuos Puerta a puerta funciona en muchos pueblos de todo Catalunya y, con más o menos, acierto, en el núcleo viejo de Sarrià, pero su puesta en marcha en el centro de Sant Andreu no ha salido tan bien como se planteaba inicialmente. La oposición de buena parte de los vecinos y la persistencia de los servicios de basura de atenerse a la recogida de aquellos desperdicios que tocan por calendario han conseguido un efecto inverso. Sant Andreu está ahora más sucio que nunca. Habrá que ver que pasa en otoño, cuando el Puerta a puerta se extienda a otras zonas del barrio y también a Horta. / Foto: Montse Giralt
A César lo que es del César: el gran impulsor -conceptual- de las supermanzanas en Barcelona fue el alcalde Trias, pero quien las ha desarrollado ha sido la administración Colau. Sobre el papel, se trata de convertir una zona urbana en un espacio prácticamente libre de tránsito rodado para devolver las calles a los peatones. Es cierto que eso ya se había conseguido en barrios de Ciutat Vella durante los mandatos socialistas, pero es con la Supermanzana del Poblenou, inaugurada en septiembre del 2016 cuando todos los proyectos teóricos se hacen realidad y, acto seguido, se movilizan los ejércitos de defensores y detractores. Con la supermanzana de Sant Antoni afloran los problemas de incivismo y gentrificación y la próxima supermanzana ni siquiera lo será realmente, ya que se basará en la conversión de una céntrica calle de l'Eixample, la de Consell de Cent, en una calle prácticamente de peatones. Incluso se quieren recuperar los adoquines que desaparecieron de la mayoría de calzadas hace décadas. La polémica está servida. / Foto: Aj BCN
La lucha político-urbanística eterna. La existencia de dos redes de tranvía en cada extremo de la ciudad, el TramBaix y el TramBesòs lleva a pensar que sería razonable unirlas. Pero el proyecto, que cuenta con el apoyo entusiasta del Ayuntamiento de Barcelona tiene también toda una legión de detractores cargados de razones, en especial los que defienden que una efectiva flota de autobuses eléctricos hacen innecesario hacer pasar por la Diagonal otro sistema de transporte. En todo caso, de momento ya está en marcha la prolongación de las líneas del TramBesos hasta Verdaguer, que podría terminarse en 2023. / Foto: AjBCN
La madre de los huevos de la actual renovación urbanística de Barcelona de bajo coste y con la pandemia del coronavirus como coartada. Bajo esta denominación se entienden aquellas actuaciones urbanísticas que permiten cambiar los usos de una calle y adaptarlo a cambios en la movilidad. Los ejemplos más claros los encontramos en calles como Rocafort, Consell de Cent y Pelai, donde se ha reservado espacio de calzada a los peatones a golpe de pintura en el suelo y nuevo mobiliario urbano, pero también ha dado lugar a chapuzas como el de la Via Laietana, donde un ensanchamiento para peatones ha sido tomado por los ciclistas como un carril bici, o a la calle Taxdirt, donde se obliga a los coches a hacer un peculiar slalom. Además, la rápida degradación de la pintura hace que el aspecto y resplandor de los primeros días pase a dar un aspecto sucio y dejado en pocas semanas. / Foto AjBCN
Las siglas corresponden a Vehículo de Movilidad Personal y hacen referencia a todos aquellos trastos de unas o más ruedas que cuentan con motor eléctrico, son monoplazas y tienen velocidades comprendidas entre los 6 y los 25 km/h. Dicho de otra manera, patinetes eléctricos y similares. Para utilizarlos no hacen falta autorización administrativa, carné o seguro, cosa que provoca quebraderos de cabeza continuos e 'intercambios de opiniones' entre usuarios y peatones. Además, está muy bien pautado por donde pueden circular y por donde no. Ahora sólo hace falta que los usuarios se enteren. / Foto: ACN