¿Quieres empezar a ponerte en forma y no sabes cómo empezar? Hay que tener en cuenta que nuestro cuerpo obedece a hábitos y rutinas que requieren un tiempo determinado para su obtención. Por ello, aunque lo deseemos y pongamos toda nuestra fuerza de voluntad, es muy complicado tener éxito si pretendemos implementar todos los cambios de golpe, ya que provocaremos en nuestro organismo un estado de estrés tan grande, que le será imposible adquirir los hábitos que pretendemos, por muy saludables y beneficiosos que sean. Así que a continuación os dejamos algunas pautas para ponernos en forma.

Nuestro cuerpo obedece a hábitos y rutinas

Pautas para ponerse en forma

1. Analiza aquellos aspectos que consideres más importantes a la hora de ponerse en forma. Deben ser realistas pero sin excedernos en número (entre 3 y 5), siendo aconsejable establecer un orden de prioridad.

2. Implementa progresivamente cada uno de ellos, proponiendo pequeños objetivos. Si tu dieta es un caos, comienza por reducir poco a poco los excesos que hagas, para ir introduciendo alimentos más saludables. Si llevas un estilo de vida muy sedentaria, intenta utilizar menos el coche, usa más las escaleras, etc. Estos pequeños cambios serán suficientes para que tu cuerpo empiece a adoptar nuevos hábitos, debiendo progresar a los siguientes, una vez que éstos no supongan demasiado esfuerzo.

Ponerse en forma
Ponerse en forma

3. Olvida las “recetas”. Existen una serie de “recomendaciones generales” a la hora de realizar ejercicio físico con las que, al parecer, sólo se obtendrán beneficios siguiéndolas fielmente (salir a correr una hora a una intensidad, tantos días a la semana, etc…) y esto es falso. Gracias a las investigaciones realizadas en tal sentido, se ha podido comprobar cómo pequeñas dosis de ejercicio (caminar rápido 10 minutos tres veces a la semana, realizar una sola serie de ejercicios de fuerza con una carga mínima), son suficientes para progresar de manera adecuada durante las primeras semanas, en personas que llevan tiempo sin entrenar o no lo han hecho antes. A partir de ahí, ir aumentando de manera progresiva primero la frecuencia (número de veces a la semana), después el volumen (tiempo de práctica/número de series) y finalmente la intensidad (velocidad/peso levantado). De lo contrario, si intentamos guiarnos por recetas centradas en el rendimiento, superaremos el umbral de tolerancia de nuestro organismo, produciendo un exceso de fatiga que nos provocará rechazo hacia la práctica, aparte de poder sufrir una lesión en el mejor de los casos.

4. Busca la actividad que te motive y te haga sentir competente. El caso de las actividades dirigidas puede ser una buena manera de coger adherencia al ejercicio. Es cierto que la gran mayoría requieren un estado de forma previo, pero también es altamente recomendable que contemos con él; a través de un entrenamiento más aislado, como en una sala de musculación, o con un entrenador personal.

5. Asesórate adecuadamente por un profesional cualificado. Aunque en este punto haya personas que piensen que puede tener un alto coste, es una inversión en salud, que podríamos pagar posteriormente con creces para solventar aquello que nos hayan podido perjudicar.