Apatía, rostro pálido, ojeras, pelo frágil. Todo parece apuntar hacia un bajo tono energético acompañado de unos niveles pobres de hierro. Si nos hacemos una analítica quizá nos detectarán valores de ferritina y hemoglobina bajos, y en caso de que nos salgan valores normales o en el límite, puede ser que nuestro cuerpo nos esté avisando de una futura anemia aún no diagnosticada que, si no hacemos nada para evitarlo, seguramente nos confirmará la próxima analítica. Una buena forma de cambiar el rumbo de esta situación y de ayudar al cuerpo a recuperar su vitalidad es abordar la anemia a través de la alimentación.
Ferritina y hemoglobina: dos indicadores clave

Primero de todo, hay que descartar aquellos alimentos o “comestibles” que sobrecargan el hígado y que roban nutrientes, que, casualmente, suelen ser los que se consumen más a menudo, como el café, los azúcares refinados, los alimentos procesados, el alcohol… Evitar los ladrones de nutrientes será la mejor inversión para deshacernos de este cansancio crónico y tan molesto. Así lograremos depurar el organismo de los tóxicos acumulados y lograremos un cuerpo más vital y con más capacidad para absorber los nutrientes que necesita para funcionar adecuadamente; además, ayudaremos a normalizar las funciones digestiva, renal y hepática. También es interesante prestar atención a los alimentos que nos proporcionan más hierro, como la carne, las legumbres, las verduras verdes, los frutos secos, las algas… Así, damos un respiro al hígado y nos aseguraremos una buena oxigenación de los tejidos. A nivel general, aquí te dejamos algunos aspectos para controlar la anemia.
Consejos para obtener unos niveles de hierro óptimos
- Evitar beber café o té después de comer, ya que dificultan la absorción del hierro.
- Eliminar los ladrones de nutrientes: azúcares refinados, harinas blancas, pan blanco, arroz blanco, pasta blanca, productos de pastelería industrial…
- El primer paso para tratar la anemia es eliminar las toxinas que interfieren en las funciones básicas de todas las células. Por lo tanto, es recomendable seguir una dieta exenta de tóxicos y de alimentos desvitalizados como el alcohol, el azúcar, el café, los productos refinados, los lácticos, los aditivos…
- Consumir alimentos ricos en vitamina C (pomelos, naranjas, fresas, rábanos, papaya…).
- Si se tienen niveles de hierro bajos y se debe tomar un suplemento de hierro, es preferible uno orgánico –como el gluconato ferroso–, porque se asimila mejor y no tiene los efectos secundarios del sulfato ferroso típico: dolor de estómago, estreñimiento, náuseas, vómitos… Se recomienda tomar durante un mínimo de 90 días.
- Una buena opción es tomar un complemento alimenticio de clorela o espirulina, fuentes ricas en hierro y en clorofila.
- Aumentar el consumo de alimentos ricos en hierro: legumbres, verduras, hortalizas, carne de buena calidad, frutos secos (almendras, piñones), algas (sobre todo la dulce).
- Aumentar el consumo de alimentos ricos en clorofila: germinados, algas –especialmente la clorela–, verduras y hortalizas.