En el mes de febrero se produce la polinización del ciprés y la arizónica, por lo que los casos se disparan. Pero… ¿cómo influye la contaminación en esto? Según la Sociedad Española de Neumología y Cirugía Torácica (SEPAR), cada vez hay más evidencia científica que apoya los efectos nocivos de la contaminación del medio ambiente en la salud respiratoria.

Tal y como destaca la SEPAR, la contaminación predispone al sistema inmunológico a ser más proinflamatorio, incluso en personas sanas, y a una mayor respuesta de tipo alérgico en asmáticos, ya que la contaminación induce un efecto sinérgico con los alérgenos que hace que estos sean mucho más potentes y aumente la reacción de las personas asmáticas frente a estos.

La contaminación realmente agrava el asma, puede favorecer su aparición en niños y el médico debe tenerlo en cuenta y preguntar en las entrevistas a los pacientes si residen en un entorno contaminado. Estas son las principales conclusiones de la ponencia sobre Asma de origen ambiental que ha presentado la Dra. María Jesús Cruz Carmona, bióloga y miembro del Área de Medio Ambiente de SEPAR, con motivo de la 3ª Reunión Virtual de Invierno Áreas SEPAR.

Aproximadamente el 6% de la población española tiene asma y, aunque no se sabe con exactitud cuántos de los casos de asma tienen su origen en causas ambientales, en las ciudades se registran más casos de asma y estos van en aumento en los lugares con mayor contaminación del aire, atribuible sobre todo al tráfico rodado.

Recientemente, se ha llevado a cabo un nuevo estudio alrededor de los tres meses que duró el confinamiento debido a la covid-19 en España. Durante el periodo de confinamiento, los niveles de contaminación cayeron un 80% en Barcelona y se aprovechó esta circunstancia excepcional para estudiar qué impacto tuvo en el organismo de las personas. Para ello, se tomaron muestras de sangre en 58 personas de población sana de Barcelona, al final del periodo del confinamiento, cuando aún no se había salido del mismo y, en estas muestras de sangre, se analizaron más de 20 biomarcadores de inflamación y estrés oxidativo.

“Se observó que, mientras estuvimos confinados, los niveles de estrés oxidativo y los biomarcadores proinflamatorios fueron mucho menores. Al volver a la normalidad, estos biomarcadores volvieron a ser más elevados. Y tenemos que pensar que esto ocurrió en personas sanas, que no tenían patologías respiratorias, lo que significa que incluso en las personas sanas el sistema inmune reacciona ante la contaminación”, ha explicado la Dra. Cruz Carmona.

La novedad del estudio en marcha es que “la contaminación predispone al sistema inmunológico a ser más proinflamatorio incluso en personas sanas y también predispone a una mayor respuesta de tipo alérgico en asmáticos”, explica la Dra. Cruz Carmona. “Además, la contaminación tiene un efecto sinérgico con los alérgenos haciendo que sean mucho más potentes”, puntualiza la Dra. Cruz Carmona.

Las medidas que se deben tomar para mitigar el efecto de la contaminación en personas asmáticas varían en función de si estas tienen tendencia al asma alérgica o no. Los asmáticos que no tienen asma de tipo alérgico podrían mejorar cuando se marchan a una zona sin contaminación, donde sus niveles de inflamación bajan. En cambio, los que tienen asma alérgica, si se desplazan a una zona rural, donde puede haber más alérgenos como diversos pólenes, pueden sufrir un empeoramiento de sus síntomas. “Se encontrarán con menos contaminación, pero con más alérgenos que podrían agravar el asma”, pone como ejemplo la Dra. Cruz Carmona, por lo que el ideal es que “se desplacen a una zona muy limpia, sin contaminación y donde no haya niveles elevados de los alérgenos que le producen los síntomas alérgicos”.