Un estudio epidemiológico realizado por la Universidad de Nebraska confirma que el coste del consumo anual de alcohol en EE.UU. asciende a 220.000 millones de dólares. Pero este no es el principal problema, ya que ese mismo informe también explica que ese hábito incrementa de dos a cuatro veces el riesgo a padecer síndrome de dificultad respiratoria aguda, que es potencialmente mortal. Y otras investigaciones demuestran que las personas con un trastorno por la ingesta de alcohol están más predispuestas a padecer lesiones pulmonares e infecciones respiratorias.
El consumo de alcohol es causa de mortalidad
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), el consumo de alcohol es una epidemia en toda regla. Cada año mueren 3,3 millones de personas por tomar alcohol, lo que representa el 5,9% de todas las defunciones. Si comparamos estas cifras con el índice de mortalidad mundial que produjo la gripe, por ejemplo, podemos confirmar la importancia que tiene el consumo de alcohol en la sociedad actual.
Tomar una copa con los amigos es una forma de socializar, y con mesura difícilmente puede acarrear problemas graves. ¿Pero qué entendemos cuando hablamos de «beber con mesura»? Según la OMS, el consumo medio de más de 40 g de alcohol al día en mujeres y de más de 60 g al día en hombres resulta perjudicial.
Es preciso optar por ser lo más cautos posible y aconsejar evitar el alcohol. Y, de tomarlo, ingerir incluso menos de las cantidades recomendadas por la OMS, sin crear el hábito de consumo diario.
¿De verdad afecta el alcohol a nuestros pulmones?
El alcohol es perjudicial para la salud. Son muchos los estudios que demuestran cómo el consumo de esta sustancia repercute en nuestro esófago, estómago, intestino delgado, sistema circulatorio, hígado y cerebro. Pero también afecta a nuestros pulmones.
Casi todo el alcohol exhalado proviene de los bronquios. Cuando bebemos, se modifica el sistema mucociliar, que está formado por moco y unos pelillos (cilios) que se encargan de retener la suciedad del aire y de los microorganismos, afectando a nuestras vías aéreas superiores (nariz y garganta). El aparato mucociliar es la primera línea de defensa de nuestros pulmones y cualquier fallo en su funcionamiento puede provocar:
- Bronquitis recurrente.
- Neumonía.
- Bronquiectasias.
¿Cómo no va a afectar a nuestros pulmones, si los controles de alcoholemia se miden con exhalaciones? Un estudio realizado por la Universidad Loyola de Chicago (EE.UU.) demostró que los bebedores asiduos (más de una bebida al día para las mujeres y más de dos para los hombres) y las personas que se dan un «atracón de alcohol» al menos una vez al mes tenían menos óxido nítrico (un gas que protege nuestros pulmones) exhalado en la respiración que los no bebedores.
El consumo crónico de alcohol repercute en el sistema respiratorio de la siguiente manera:
- Vías superiores. En ellos se encuentran los cilios, y el consumo de alcohol hace que estos dejen de realizar su función, permitiendo el paso de sustancias peligrosas a los pulmones.
- En los alveolos se hallan los macrófagos, unas células protectoras encargadas de eliminar los microorganismos que llegan hasta ellos. Cuando bebemos alcohol en exceso, estas células dejan de funcionar provocando así infecciones pulmonares.
Además, algunos estudios indican que en dosis moderadas de alcohol aumenta la proteína HSP90, la cual, en altas cantidades, se relaciona directamente con el cáncer de pulmón.
Por tanto, si se piensa beber alcohol, es importante recordar que la mesura es fundamental para cuidar la salud; también la de los pulmones.