¿Hasta que punto la irrupción de la pandemia ha afectado a los sistemas nacionales de salud y al seguimiento ordinario de las enfermedades más allá de la covid-19? Pues esto mismo se ha preguntado un equipo de expertos de la Universidad de San Diego y, aunque los resultados son de Estados Unidos, sirven de referencia para entender lo que ha ocurrido a nivel mundial. Los investigadores compararon los diagnósticos de cáncer de mama y colorrectal en etapa temprana y tardía en pacientes en 2019 y 2020 antes de la pandemia, el primer año completo de la pandemia de covid-19 en curso.
Si bien el número total de diagnósticos fue más o menos similar en 2019 y 2020, hubo diferencias significativas en los porcentajes de diagnósticos en etapa I para el cáncer de mama en comparación con los diagnósticos en etapa IV.
En 2019, por ejemplo, el 63,9 % de las pacientes diagnosticadas presentaron enfermedad en etapa I en comparación con el 51,3 % en 2020. Por el contrario, el 1,9 % de las pacientes fueron diagnosticadas con cáncer de mama en etapa IV en 2019 en comparación con el 6,2 % en 2020. Disminuyeron los cánceres en etapa I y crecieron los de etapa IV.
Entre los pacientes con cáncer colorrectal estudiados, se observaron tendencias similares, aunque la magnitud fue algo menor que en los pacientes con cáncer de mama. “Para el cáncer de mama, al menos, estos datos demuestran una tendencia continua”, asegura el autor principal del estudio Jade Zifei Zhou, oncólogo de la Facultad de Medicina de UC San Diego. “Las preocupaciones y las consecuencias causadas por la pandemia han llevado al menos a algunos pacientes a retrasar la atención médica de rutina, como exámenes o visitas al médico, que podrían haber revelado diagnósticos en etapas tempranas”. A esto se añade que las listas de espera han crecido.
El problema es que la detección temprana del cáncer es crucial, particularmente en el cáncer colorrectal y de mama, pues en una etapa temprana pueden tratarse y curarse. La mayoría de los cánceres se clasifican en cuatro etapas, desde la etapa I, cuando la malignidad se limita a su ubicación de origen, hasta la etapa IV, cuando el cáncer se disemina a otros órganos o partes del cuerpo. Cada etapa indica dificultad progresiva de tratamiento y cura.
“Existe una preocupación creciente de que uno de los efectos de la pandemia es el número creciente de pacientes a los que se les diagnostica por primera vez etapas tardías e incurables. Se debe alentar a los pacientes que han retrasado la atención preventiva durante la pandemia a hablar sobre las pruebas de detección de cáncer apropiadas para su edad con sus proveedores de atención primaria lo antes posible”, aseguran los científicos.