El agua fría estimula y despeja por la mañana, activa la circulación y deja el cabello más brillante. Pero, ¿es recomendable para todo el mundo? ¿Tiene efectos adversos? En este artículo se describen algunos de los beneficios del agua fría para el organismo y también se explica por qué hay que ser cuidadoso con los cambios bruscos de temperatura.
Beneficios de utilizar agua fría
El agua fría, más allá de la empleada en la ducha matutina para activar el cuerpo y la mente, aporta otros beneficios. Es muy recomendable para disminuir la sensación de pesadez o dolor de las extremidades inferiores, sobre todo en quienes sufren mala circulación, varices o retención de líquidos. Una ducha de agua fría, empezando por los pies e ir ascendiendo hasta la mitad de muslo, activa tanto la circulación sanguínea como la linfática.
Cuando se trata de la aplicación externa, sea directa o mediante compresas, el agua fría ayuda a calmar con rapidez el picor y a disminuir la inflamación de la piel ante urticarias, picaduras de insecto o eccemas.
Agua fría: cuidado con el cambio brusco de temperatura
Una de las recomendaciones más escuchadas es que no hay que bañarse hasta pasadas dos horas después de comer. Con el aviso de peligro del corte de digestión, muchos son los que después de comer han visto cómo pasaban de lentas las horas hasta poder reanudar la diversión en el agua. Sin embargo, el corte de digestión no existe, como entidad clínica reconocida. En realidad, este término es inadecuado, ya que no consiste en una alteración del proceso digestivo, sino en un conjunto de síntomas digestivos que se relacionan con el síncope de hidrocución, que está provocado por la bajada brusca de la temperatura corporal.
La hidrocución tiene efectos sobre el sistema cardiocirculatorio
Además de en el aparato digestivo, la hidrocución tiene efectos sobre el sistema cardiocirculatorio que produce una disminución de la frecuencia cardiaca y del flujo sanguíneo cerebral. Este cuadro genera diversos síntomas como son las náuseas y vómitos, visión borrosa, zumbido en los oídos, cefalea, síncope -pérdida transitoria de conciencia, debida a la hipoperfusión cerebral, con recuperación espontánea y sin secuelas- e, incluso, parada cardiorrespiratoria. Si esto sucede en el agua, la víctima puede sufrir un ahogamiento.
¿Cuándo hay más riesgo de sufrir una hidrocución? Cuando la temperatura del agua es muy baja (inferior a 27 °C) o la del organismo muy alta, o cuando existen al menos 5 °C de diferencia entre la temperatura del cuerpo y la del agua. Entonces, si uno se sumerge de golpe, puede bajar la temperatura corporal de casi 40 ºC a poco más de 25 ºC en pocos segundos. Esto es fácil que suceda en determinadas situaciones, como después de estar mucho rato tomando el sol, de realizar ejercicio intenso o de hacer una comida copiosa. Pero también algunas enfermedades, como las cardiovasculares, la fiebre, tratamientos farmacológicos, el consumo de alcohol y otras drogas pueden provocar una temperatura corporal elevada.
Por este motivo, ante alguna situación de riesgo, lo mejor es evitar este contraste y meterse poco a poco en el agua, para que el organismo tenga tiempo de acostumbrarse de forma paulatina a la temperatura más baja. Si, a pesar de la precaución, se manifiesta alguno de estos síntomas, lo mejor es salir del agua y tumbarse en la sombra con las piernas en alto. Si el cuadro no mejora, lo prudencial sería avisar al 112.