El agua es el componente principal de los seres vivos. Cuando nacemos, nuestro cuerpo tiene un 75% de agua, cantidad que disminuye al 60% en la edad adulta. El agua desempeña múltiples funciones en el organismo, por lo que es importante hidratarnos de forma adecuada cada día. ¿Quieres saber cómo hacerlo?

Entre otras funciones de nuestro organismo, el agua es la encargada de proporcionar el medio de transporte a los componentes de la sangre; disuelve y traspasa los nutrientes a las distintas células; proporciona el medio adecuado para que se realicen múltiples reacciones bioquímicas. El agua es también la encargada de retirar los residuos y productos de desecho del metabolismo celular (procesos de eliminación). Por último, gracias a la elevada capacidad de evaporación del agua, nos ayuda también a regular nuestra temperatura corporal.

El agua desempeña múltiples funciones en el organismo

Cada día perdemos en torno a dos litros y medio de agua, a través de la orina, las heces, el sudor y la respiración, por lo que es importante restituir esta pérdida para mantener el organismo bien hidratado. Por ello, es muy importante consumir una cantidad suficiente de agua cada día para el correcto funcionamiento de los procesos de asimilación y, sobre todo, para los de eliminación de residuos del metabolismo celular.

Agua
Agua

Se necesitan unos tres litros de agua al día como mínimo, de los que la mitad aproximadamente los obtenemos de los alimentos y la otra mitad debemos conseguirlos bebiendo. Necesitamos, por tanto, tomar cerca de 1,5 litros de agua u otros líquidos (tan solo 6-8 vasos al día), para equilibrar las pérdidas de agua y mantener el nivel adecuado de hidratación.

Recomendaciones generales sobre el consumo de agua

  1. Como norma general, debemos beber en los intervalos entre comidas, entre dos horas después de comer y media hora antes de la siguiente comida. Si consumimos agua en grandes cantidades durante o después de las comidas, disminuimos el grado de acidez del estómago, al diluir los jugos gástricos; esto puede provocar la inactivación de algunos enzimas que requieren un determinado grado de acidez para actuar, con lo que la digestión se ralentiza.
  2. Recuerda que si las bebidas que tomamos con las comidas están frías, la temperatura del estómago disminuye y la digestión se ralentiza aún más.
  3. Está especialmente recomendado beber uno o dos vasos de agua nada más levantarse; así conseguimos una mejor hidratación y activamos los mecanismos de limpieza del organismo.

No todas las aguas son iguales

El agua se clasifica según la composición de minerales que contenga y la concentración de éstos. Ello depende del recorrido subterráneo que realiza al brotar al exterior, en el que arrastra y disuelve diversos minerales en cantidades variables.

En función de su composición y grado de mineralización (contenido total de minerales), las aguas pueden ser de:

  • Mineralización fuerte: más de 1.500 mg de residuo seco, es decir, de minerales por litro.
  • Mineralización débil: hasta 500 mg/l.
  • Mineralización muy débil: hasta 50 mg/l.

En algunos casos, el agua puede ser una fuente excelente de minerales y nos ayuda a cubrir las ingestas recomendadas de estos nutrientes y evitar, así, las deficiencias.