Puede hacernos perder el control, pensar que sufrimos un ataque cardiaco o hasta pensar que estamos al borde de la muerte. Como su nombre indica, es un episodio de miedo intenso que se puede presentar inopinadamente, sin causa aparente.
No todo el mundo pasa por un ataque de pánico. En general, no se padecen de forma continua, sino que puede aparecer una o dos veces a lo largo de la vida; pero en algunos casos también pueden ser recurrentes, dando lugar a un síndrome llamado trastorno de pánico. El paciente, en estos casos, puede llegar a pensar constantemente que va a pasar por un nuevo ataque.
El ataque eventual de pánico no tiene riesgos especiales, pero sí los tiene el síndrome, pues puede alterar en gran medida la calidad de vida hasta provocar una incapacidad real.
Síntomas del ataque de pánico
Normalmente aparecen al final de la adolescencia, al principio de la edad adulta, y por lo general afectan más a las mujeres que a los hombres. Lo más característico es que se presentan inopinadamente en circunstancias muy dispares: en la cama, despertándonos de forma súbita o en medio de una reunión. Se llega a la intensidad máxima en pocos minutos y tras el episodio el paciente suele quedar agotado.
Los síntomas más habituales son:
- Aceleración del pulso, con palpitaciones.
- Sensación de estar en peligro.
- Sensación de falta de aire.
- Sudores y escalofríos, a veces seguidos de sofocos.
- Dolor, bien abdominal, en el pecho o en la cabeza.
- Mareos y náuseas.
- Sensación de pérdida del control.
- Evasión de la realidad.
El miedo a un nuevo ataque suele ser intenso. En el caso de que el paciente tenga claro qué fue lo que lo desencadenó (lo que no siempre ocurre) tenderá a evitar a toda costa la circunstancias que lo provocaron. Esto puede resultar incapacitante.
¿Hay alguna causa?
No necesariamente y, en cualquier caso, no se conoce. Se le achacan desde factores genéticos hasta trastornos en determinadas áreas cerebrales. Los pacientes sometidos a situaciones de estrés extremo parecen ser más proclives a padecerlos.
Insistimos en que no deben confundirse con el miedo provocado por una determinada causa (por ejemplo el ataque inminente de un perro), casos en que el ataque se puede considerar una reacción natural de alarma: el pulso se aceleraría y el cuerpo generaría inmediatamente la liberación de adrenalina, poniendo en tensión a todo el cuerpo.
Se considera un ataque de pánico el que no está provocado por una causa externa concreta. Hay algunos factores que elevan el riesgo:
- Si tenemos familiares que los padecen o han padecido.
- Antecedentes de maltrato en la niñez, o de abuso sexual.
- Estrés extremos.
- Un suceso clave en la vida, como un accidente grave, o incluso una separación matrimonial.
- Abuso del tabaco.
- Exceso de cafeína.
¿Cuándo hay que ir al médico?
Un ataque de pánico no reviste riesgo en sí, aun siendo extremadamente desagradable. Pero no son fáciles de controlar por uno mismo y, si no se tratan, pueden empeorar.
Algunos síntomas de los descritos coinciden con los que provocan algunas enfermedades más graves, como un ataque cardíaco. Si tienes síntomas así, es el momento de ir al médico. Dadas esas coincidencias, lo primero que hará será descartar la enfermedad cardíaca como causa. El tratamiento, ya descartado el problema cardiaco, será variable y si el trastorno de pánico es frecuente, puede requerir la intervención de un psiquiatra. Pero será el médico quien recomiende el tratamiento adecuado.
¿Se pueden prevenir?
Desde el momento en que no se conocen las causas del trastorno, la respuesta es no, no se pueden prevenir. Pero si has tenido un episodio, prueba las siguientes recomendaciones:
- Ve al médico.
- Cumple puntualmente el tratamiento que instaure.
- Haz ejercicio, que te ayudará si tienes ansiedad.