Lo es a cualquier edad, y por supuesto también más allá de la jubilación. El fitness es un auténtico aliado para cuidar la salud física y mental, disfrutar de una buena calidad de vida y envejecer de forma saludable, con menos fármacos y menos dependencia.

Toma nota porque en los próximos minutos vamos a contarte qué ejercicios pueden hacerse a partir de los 65 años y con qué frecuencia.

Caminar contra el sedentarismo y la obesidad

Uno de ellos, al alcance de todos y de todos los bolsillos, es caminar. Así de sencillo. Quienes quieran vivir un envejecimiento activo pueden apostar por salir a caminar unos 40 minutos entre tres y cuatro veces a la semana a una velocidad rápida y constante. ¿Por qué? Porque de esta forma tan sencilla se combate el sedentarismo, se mejora la densidad de los huesos y se reduce el riesgo de sufrir sobrepeso o enfermedades cardiovasculares.

Yoga: aliado del cuerpo y la mente

Otra opción para quienes quieran protagonizar un envejecimiento activo lleva el nombre de yoga. Su práctica mejora toda la zona vertebral, ayuda a corregir la postura y tonifica los músculos. Además, su práctica incrementa la oxigenación del cuerpo y ayuda a tener un mayor control del estrés, aumentando la capacidad de concentración y atención.

El yoga mejora toda la zona vertebral, ayuda a corregir la postura y tonifica los músculos

Es importante recordar que el yoga es también un aliado perfecto para lograr un envejecimiento activo ya que contribuye a evitar el deterioro cognitivo asociado a enfermedades como el Alzheimer o la demencia, mucho más presentes en las personas mayores de 65 años.

Fortaleza y flexibilidad gracias al pilates

¿Más deportes? Hay más. El pilates es otra alternativa para lograr un envejecimiento activo, ya que ofrece muchas ventajas a los diversos sistemas orgánicos de las personas de mayor edad. Los estiramientos suaves y lentos que requiere su práctica mejoran el sistema musculoesquelético, contribuyendo a su fortaleza y flexibilidad y corrigiendo las posturas corporales inadecuadas.

Pilates

Además, el control de la respiración que esta práctica exige ayuda a alcanzar buenos niveles de relajación y a liberar tensiones. Y eso, no hay duda, también contribuye a tener un envejecimiento activo. Al hacer pilates también se mejora el sistema circulatorio, puesto que los ejercicios suaves y lentos mejoran el flujo sanguíneo y el transporte de nutrientes al cuerpo, y disminuye la hipertensión arterial.

La levedad del agua: el poder de la natación

A quienes les guste el agua y quieran tener un envejecimiento activo les recomendamos nadar. Y es que al nadar se trabajan los músculos de todo el cuerpo y la resistencia, al tiempo que se queman calorías.

La natación mejora el estado del sistema óseo y de las articulaciones, permite descansar mejor por las noches y ayuda a tener una buena capacidad de movimiento, ya que debajo del agua el cuerpo pesa menos. Y esto último ayuda a reducir la dependencia de otras personas por problemas vinculados a la movilidad.

Resistencia y equilibrio sobre ruedas

Para los amantes de las ruedas, por su parte, montar en bici puede ser lo que más les encaje. Y es que al pedalear estarán dando a su cuerpo razones para tener un envejecimiento activo ya que acelerarán su metabolismo y quemarán grasas. Montar en bici también ayuda a mejorar la resistencia, el equilibrio y la coordinación, lo que hace más fácil la ejecución de todas las tareas cotidianas. También fortalece huesos, ligamentos y tendones rebajando la inflamación de la artrosis. ¿Quién da más?