Gran parte de las enfermedades cardiovasculares no se manifestan clínicamente hasta que no entramos en la treintena, pero el proceso que da lugar a la mayoría de esas patologías comienza mucho antes. La enfermedad aterosclerótica, que consiste en el depósito e infiltración de grasas en las paredes de las arterias y provoca la enfermedad cardiaca, empieza a gestarse desde el inicio de la vida, si no seguimos unos hábitos cardiosaludables que lo impidan. Por esa razón, los cardiólogos insisten tanto en la importancia de la prevención desde la infancia, con la que podemos evitar que en la edad adulta aparezcan problemas cardiacos.
Gran parte de las enfermedades cardiovasculares no se manifestan clínicamente hasta que no entramos en la treintena
La madurez también es un buen momento para poner en marcha prácticas cardiosaludables si no lo hemos hecho antes, ya que ayudarán a que la patología no progrese. Las vemos a continuación:
1. Alimentación equilibrada, basada en la dieta mediterránea
La alimentación es una de las principales herramientas en las que podemos apoyarnos para prevenir la enfermedad cardiovascular. En cierto modo, somos lo que comemos: si comemos muchas grasas e hidratos de carbono nos convertiremos en obesos, hipercolesterolémicos, diabéticos, con síndrome metabólico… Por eso es fundamental cuidar la alimentación y, por suerte, vivimos en un país que tiene las posibilidades de alcanzar una dieta magnífica, como es la dieta mediterránea. Confeccionar una dieta a base de esos productos mediterráneos es fundamental para evitar la enfermedad cardiaca.
2. Practicar deporte de forma regular
Se dice que quien mueve las piernas mueve el corazón, porque se ha demostrado que el ejercicio produce beneficios no solo psicológicos sino también físicos. La persona que practica deporte se encuentra mejor desde un punto de vista ósteomuscular y, además, se queman calorías. Ese gasto energético se traduce sobre todo en una disminución de los valores de glucosa, de colesterol y de otros parámetros que perjudican la salud cardiovascular. Además, se ha demostrado que una combinación de dieta sana y ejercicio físico aeróbico y moderado, adaptado a las posibilidades físicas de cada uno, es tan eficaz para una hipertensión ligera como podría serlo un antihipertensivo tipo diurético, betabloqueante o calcioantagonista.
3. Abandonar el tabaco
Mientras que la dieta y el ejercicio reducen factores de riesgo como el colesterol, los triglicéridos y la glucosa elevados, hay otros hábitos que agudizan la posibilidad de que la enfermedad cardiaca aparezca. Uno de los más peligrosos es el tabaquismo: se calcula que la mitad de los fumadores morirán por una causa relacionada con el tabaco. Por esa razón, dejar de fumar y huir de los ambientes con humo es una de las principales recomendaciones de las sociedades científicas.