Las nuevas tecnologías brindan un sinfín de oportunidades y facilidades en el quehacer diario. Sin embargo, para algunos, el teléfono móvil se ha convertido en más que un objeto útil, tanto que estar sin él les aterra. En España, se ha detectado que el 77% de la población de 18 a 24 años y un 68% de 25 a 34 años padece nomofobia, esto es, pánico a estar sin móvil, cobertura, saldo…
La nomofobia es el miedo irracional a salir de casa sin el teléfono móvil. En España, los datos disponibles señalan un abuso: un 77% de la población de 18 a 24 años y un 68% de 25 a 34 años padece nomofobia. En la actualidad, las mujeres tienen más dependencia al móvil (70%) que los hombres (61%).
En España, se ha detectado que el 77% de la población de 18 a 24 padece nomofobia
Niños y adolescentes: los más vulnerables
Pero, ¿quiénes son los más vulnerables? Según los expertos, los adolescentes, sobre todo de los 12 a los 17 años, sin lugar a dudas son los más expuestos a sufrir nomofobia. Las campañas de marketing, las aplicaciones y los diferentes elementos adictivos del propio teléfono móvil van destinados a ellos.
No obstante, a pesar de que los más propensos sean los niños y adolescentes, la población adulta no queda al margen de esta adicción. La necesidad de pertenencia a un grupo adquiere especial relevancia entre los jóvenes, ya que tener un tipo de teléfono u otro marca su estatus. El poder relacionarse con sus iguales, a través de una pantalla, hace que los jóvenes crean que tienen más amigos o que están a la última, y que saber utilizar las nuevas tecnologías, pertenecer a más redes sociales o ‘hablar’ más por el chat les proporciona un estatus superior.

Nomofobia: señales de alerta
Si un joven pasa mucho rato encerrado en su cuarto con conexión a Internet, emplea el móvil en lugares y horas inadecuados, no se relaciona demasiado con la familia o baja su rendimiento escolar, los progenitores deberían sospechar de que hay un problema. Otros síntomas de alerta son sufrir ansiedad por no obtener una contestación rápida de los mensajes o creer que el móvil suena y no ser así.
Sin embargo, la experiencia nos ha mostrado dos síntomas claros de nomofobia: el joven se irrita, por llamarle la atención o restringirle el uso del móvil, y cuando se le habla, hay que repetirle la oración porque no presta atención a lo que oye, sino a lo que hace con su teléfono».
Al preguntar a los expertos cuál sería la frontera entre uso y abuso, comentan que «es difícil de definir de forma exacta. El uso del teléfono debería ser llamar, estar localizable y poder comunicarse con aquellos que deseamos de forma inmediata o para poder ganar tiempo en el ámbito profesional. Por el contrario, el abuso es sufrir un control total del teléfono sobre la persona: utilizarlo constantemente en sitios públicos cuando se está acompañado de más gente, andar por la calle sin levantar la cabeza de la pantalla o tener que refugiarse en él para matar el aburrimiento».