El calor, los cambios en las rutinas, la relajación respecto a las costumbres del resto del año y otros factores, pueden hacer que nuestra digestión se vea afectada durante el verano.
Sin embargo, seguir unas sencillas pautas nos permite que el estómago no tenga por qué molestarnos cuando llega el calor y nuestro día a día cambia tanto en comparación con lo habitual. Por eso, a continuación te ofrecemos unos consejos para que la digestión no sea un problema en verano.
- Mantente hidratado
Durante los calurosos meses de verano, nuestro cuerpo trata de mantenernos frescos mediante la sudoración. Reponer el agua perdida por la transpiración es fundamental. Es importante ser consciente del consumo de agua y asegurarse de no deshidratarse.
Una buena manera de evitar la deshidratación es beber agua a un ritmo moderado, incluso si no tienes sed. Esperar hasta que tengas sed puede llevarte a tragar demasiada agua y provocar que termines hinchado. La deshidratación puede afectar a tu digestión, provocando estreñimiento, insolación y náuseas.
- Come despacio
Durante el verano, tu cuerpo gasta energía para mantener baja tu temperatura interna. Esto desvía la energía de otros procesos corporales, como la digestión. Comer más despacio proporciona tiempo a tu sistema digestivo para seguirte el ritmo. Para ello, corta la comida en trozos pequeños y mastica bien cada bocado disfrutándolo.
- Atento a la seguridad alimentaria
Las comidas al aire libre son elementos básicos de las celebraciones de verano. Pero el calor del verano puede ser peligroso para tu digestión. Los alimentos que se dejan a alta temperatura pueden generar bacterias y provocar una intoxicación alimentaria.
Sigue estas sencillas pautas para mantener tu comida segura:
-No dejes comida fuera por más de cuatro horas.
-Mantén calientes los alimentos calientes y fríos los alimentos fríos.
-Lava bien las frutas y verduras, especialmente las verduras de hoja verde.
-No dejes fuera los productos lácteos.
- Come más fibra
Es importante comer fibra durante todo el año, y más aún durante el verano. La digestión se ralentiza cuando hace calor y la fibra ayuda mucho a la digestión. En ese sentido, las verduras crudas de color verde oscuro son una excelente opción. Las frambuesas, los mangos y la papaya son también ricos en fibra y propios del verano.
- Haz ejercicio de forma segura
El ejercicio regular es importante para mantener una buena salud. Con el calor y la humedad del verano, puede ser más difícil llevar a cabo el ejercicio habitual. Hacer ejercicio al aire libre cuando hace mucho calor puede provocar trastornos de salud. Si haces deporte y vomitas, te sientes mareado o tienes náuseas, es posible que estés experimentando síntomas de insolación. En ese caso, entra a un recinto cubierto y bebe agua. Si los síntomas continúan, ponte en contacto con un médico.
Aun así, el calor del verano no tiene que ser motivo para que dejes de hacer ejercicio. Prueba a hacer tu entrenamiento dentro de un gimnasio, pero si no tienes acceso a uno, no te preocupes. Un buen paseo al aire libre por la mañana o por la noche (cuando hace más fresco) es una alternativa excelente. Un ejercicio de intensidad baja puede ayudarte a que no tengas problemas con la digestión.