Según afirma el neurólogo Louis Ptacek, uno de los autores principales del estudio que aparece en iScience el trabajo que han realizado “confirma que la cantidad de sueño que las personas necesitan difiere según la genética”.

Durante más de una década, Ptacek y el coautor principal, Ying-Hui Fu, PhD, ambos miembros del Instituto Weill de Neurociencias de la UCSF, han estado estudiando a las personas con sueño corto natural familiar (FNSS, por sus siglas en inglés), que duermen de cuatro a seis horas de sueño por noche. Han demostrado que se da en familias y, hasta ahora, han identificado cinco genes en el genoma que desempeñan un papel en permitir este sueño eficiente.

Este estudio probó la hipótesis de Fu de que el sueño de élite puede ser un escudo contra las enfermedades neurodegenerativas. Sus ideas contrastan un poco con el pensamiento actual de que la falta de sueño puede acelerar la neurodegeneración. La diferencia, afirma Fu, es que con FNSS, el cerebro realiza sus tareas de sueño en menos tiempo. En otras palabras, menos tiempo dedicado a dormir de manera eficiente puede no equivaler a falta de sueño.

El equipo eligió observar modelos de ratones con la enfermedad de Alzheimer porque esa condición es muy frecuente, señala Fu. Criaron ratones que tenían tanto el gen del sueño corto como los genes que los predisponían a la enfermedad de Alzheimer y descubrieron que sus cerebros desarrollaban mucho menos los agregados característicos asociados con la demencia. Para confirmar sus hallazgos, repitieron el experimento usando ratones con un gen de sueño corto diferente y otro gen de demencia y vieron resultados similares.

Fu y Ptacek creen que investigaciones similares de otras condiciones cerebrales mostrarían que los genes del sueño eficiente confieren protecciones comparables. Mejorar el sueño de las personas podría retrasar la progresión de la enfermedad en todo un espectro de condiciones, afirman los autores del estudio.

Joven estirándose en la cama / Unsplash

“Los problemas del sueño son comunes en todas las enfermedades del cerebro”, aseguran los expertos. “Esto tiene sentido porque el sueño es una actividad compleja. Muchas partes de tu cerebro tienen que trabajar juntas para que te duermas y te despiertes. Cuando estas partes del cerebro están dañadas, es más difícil dormir o tener un sueño de calidad”.

La comprensión de los fundamentos biológicos de la regulación del sueño podría identificar fármacos que ayuden a prevenir los problemas de los trastornos del sueño. Además, mejorar el sueño en personas sanas puede mantener el bienestar y mejorar la calidad del tiempo que cada uno tiene, comentan los investigadores. Pero perseguir los muchos genes involucrados es un juego largo que ellos comparan con armar un rompecabezas de mil piezas.

“Cada mutación que encontramos es otra pieza”, revela Ptacek. “En este momento estamos trabajando en los bordes, para llegar a ese lugar donde es más fácil juntar las piezas y donde la imagen realmente comienza a emerger”.

A pesar del largo camino por recorrer, ya hay promesas en algunos de los pocos genes que han identificado. Al menos uno de ellos puede ser objeto de medicamentos existentes que podrían reutilizarse. Su esperanza es que dentro de la próxima década, habrán ayudado a facilitar nuevos tratamientos que permitan a las personas con trastornos cerebrales descansar mejor por la noche.