Todo el mundo sueña. El ser humano pasa la tercera parte de su vida durmiendo y, de esa tercera parte, pasa al menos otra tercera parte soñando, así durante una gran parte de nuestras vidas vivimos en un auténtico mundo onírico.

Tanto la pregunta de por qué soñamos como la interpretación de los sueños han sido un tema fascinante para la humanidad desde tiempos remotos, y siempre han estado rodeadas de una atmósfera de misterio, ya que aún no se ha llegado a una teoría definitiva sobre este proceso creativo de nuestro subconsciente.

 

 

Las primeras interpretaciones de los sueños en la historia

En Mesopotamia, los babilonios creían que los sueños considerados como “buenos” eran enviados por los dioses y los “malos” enviados por los demonios. Tenían una diosa de los sueños denominada Mamu a la que los sacerdotes rezaban e intentaban complacer para evitar que los malos sueños se cumpliesen.

Por otro lado, los antiguos egipcios creían que los dioses se revelaban en sus sueños. Pensaban que estas visiones causan las cosas reales que no pueden ser controladas o interpretadas por el consiente. Anotaban sus sueños en papiro y diferenciaban entre tres tipos de experiencia onírica: aquellos en los que los dioses demandan un acto por parte del que sueña, los que contienen advertencias o revelaciones y los sueños en los que se llegaba a través de un ritual. Los tres tipos de sueños servían como vía para conocer los mensajes de los dioses, como oráculos.

Puesto que el mejor modo de recibir la revelación divina era a través de lo onírico, los egipcios inducían el sueño a las personas que pedían respuestas de los dioses. Viajaban a santuarios o lugares sagrados para acostarse, dormir y soñar con la esperanza de recibir el asesoramiento, sanación o consolación de los dioses.

 

El ser humano pasa la tercera parte de su vida durmiendo y, de esa tercera parte, pasa al menos otra tercera parte soñando

 

Por qué soñamos: aproximaciones desde la psicología

La psicología no es ajena a este interés y se ha aproximado al mundo de los sueños desde diversas disciplinas (antropología, neurociencias, psicología, literatura...), aunque las razones por las que soñamos siguen siendo misteriosas existen una serie de hipótesis y teorías interesantes y relevantes que intentan explicar por qué soñamos.

 

1. Satisfacción de deseos

Uno de los primeros y principales estudiosos de los sueños fue Sigmund Freud, quien analizó a varios pacientes e incluso utilizó sus propios sueños como ejemplos para demostrar su teoría. Propuso que los sueños representan la realización de un deseo por parte del soñador ya sea de forma real o simbólica, incluso las pesadillas.

Según Freud, los sueños son considerados una colección de imágenes de nuestras vidas conscientes que poseen significados simbólicos relacionados con nuestros deseos subconscientes.

Para Sigmund Freud todos los sueños son interpretables y lo soñado no tiene por qué ser un deseo totalmente real, sino un símbolo de algo que queremos que pase, por lo que proponía que todos los sueños son interpretables.

 

2. Efecto secundario

El cerebro trata de interpretar estas señales y los sueños son la interpretación subjetiva de la señal generada por el cerebro mientras dormimos. Sin embargo, la teoría no implica que los sueños no tengan sentido sino que sugiere que se trata de nuestro estado de conciencia más creativo.

 

3. Mantener el cerebro activo

Los sueños también podrían ser el resultado de la necesidad constante de nuestro cerebro para crear y consolidar recuerdos a largo plazo para un funcionamiento correcto.

Cuando estamos dormidos, nuestro cerebro dispara automáticamente la generación de datos desde los almacenes de memoria y estos datos no se muestran en forma de sentimientos o pensamientos sino que los experimentamos en nuestros sueños. Según esta teoría, nuestros sueños serían como una especie de “salvapantallas” aleatorio que nuestro cerebro inicia para no apagarse totalmente.

 

4. Olvidar: limpieza mental

La teoría indica que soñamos para deshacernos de las conexiones y asociaciones acumuladas en nuestro cerebro que no necesitamos almacenar. Por ello, soñamos para olvidar como una especie de vía de escape mental, como si soñar fuese un método de recolección de basura o de limpieza mental.

 

5. Consolidación del aprendizaje

En los años cincuenta Aserinsky y Nathaniel Klietman comprobaron en varios experimentos que el cerebro continúa trabajando mientras dormimos y se dedica a procesar todo aquello que ha adquirido durante el día. Revisa las memorias formadas recientemente, las analiza y descarta aquellas irrelevantes potenciando y calificando aquellas que pueden ser de utilidad. Sin embargo, como realiza el cerebro esta tarea sigue siendo un misterio.