De acuerdo con varias publicaciones científicas, la esperanza de vida de las generaciones futuras decrecerá como consecuencia de unos malos hábitos alimentarios. Mantener una buena dieta, una actividad física moderada y una rutina de sueño adecuada son algunos de los factores que más pueden contribuir a extender no solo los años de vida, sino también su calidad.
Cada vez más personas optan por la meditación
Descansar, meditar, realizar alguna actividad física, escoger alimentos nutricionalmente buenos o dar un paseo al salir del trabajo son algunas de las rutinas que pueden ayudarnos a mantener un estilo de vida adecuado, por lo que hemos querido hablar de 5 de estas claves para aumentar la esperanza de vida:
1. Cuidar la nutrición
Adquirir buenos hábitos nutricionales consiste en ingerir una proporción de alimentos que nos permita un desarrollo adecuado y la prevención de enfermedades como las cardiovasculares, la obesidad y la diabetes. Un objetivo para el que pueden resultar beneficiosas dietas como la DASH o la mediterránea, caracterizada por el consumo frecuente de fruta, verdura y hortalizas (se recomiendan cinco raciones diarias como mínimo); legumbres y cereales (mejor integrales) en algunas comidas; un aporte medio de carne blanca o pescado (tres raciones semanales); y un bajo consumo de carne roja (una vez por semana). También resulta beneficioso consumir grasas saludables como el aceite de oliva, el aguacate, los frutos secos y el pescado azul, entre otros alimentos.
2. Realizar actividad física
La Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda la práctica de 150 minutos semanales de una actividad física moderada (caminar a paso ligero, por ejemplo) o 75 minutos de actividad física intensa, como salir a correr, nadar rápido o practicar un deporte competitivo como el tenis, el baloncesto o el fútbol. El sedentarismo se ha convertido en uno de los factores de riesgo más importantes para desarrollar enfermedades como cardiopatías, accidentes cerebrovasculares, obesidad, cáncer de mama y de colon y diabetes, entre otras. El ejercicio, además, genera resistencias contra el Alzheimer, contribuye a una mejoría de la hipertensión o la diabetes, reduce el riesgo de depresión, aumenta la salud ósea y mejora el pronóstico en pacientes con cáncer de mama.
3. Disminución de tóxicos
Se ha avanzado mucho en la lucha contra el tabaco, pero todavía hay mucho trabajo por hacer. Es importante reducir el consumo de alcohol, sobre todo entre los jóvenes, y evitar las drogas. Hay que tener en cuenta que el cerebro de los adolescentes es más vulnerable a los efectos adictivos del alcohol y otras drogas durante el periodo de neurodesarrollo.
4. Reducir el estrés
Puede que evitar el estrés, en una sociedad que nunca descansa y en la que prima el valor de la inmediatez, sea complicado, pero de conseguirlo depende en buena parte nuestra salud. Hay multitud de estudios que confirman que los altos niveles de estrés disminuyen la esperanza de vida. Por eso, es de esperar que tener hábitos saludables y saber manejar el estrés haga que nuestra esperanza de vida se alargue. Lo realmente importante es aprender a conectar con nosotros mismos, con nuestro cuerpo, para saber lo que necesitamos o queremos.
5. Cuidar la rutina del sueño
El sueño es la gran fuerza generadora de salud que poseemos. Y es que, aunque todos podemos pasar unas pocas noches sin dormir bien si se mantiene en el tiempo, a nivel psicológico va a hacer que veamos nuestra realidad con un halo de oscuridad y con una sensación de tristeza. Pero seguramente no estés triste, sino tan solo cansado.