En el cuidado de la salud durante el embarazo adquieren mayor relevancia los hábitos y, más específicamente, los hábitos nutricionales de la futura madre, ya que tienen un impacto directo en la salud del bebé. A modo de ejemplo, se sabe que la microbiota de la madre influye en la del feto y, al mismo tiempo, que el ecosistema intestinal es uno de los aspectos clave que deben cuidarse para gozar de buena salud.
Existen varios nutrientes que debemos tener en cuenta durante los meses de gestación y lactancia para favorecer una mejor salud tanto de la madre como del bebé. La mayoría se consiguen con una alimentación completa y equilibrada, pero en algunos casos concretos es necesario tomar suplementos, como pasa con los valiosos omega-3.
Los omega-3 son unos ácidos grasos esenciales imprescindibles
¿Por qué es importante un aporte correcto de omega-3 durante el embarazo y la lactancia?
Es importante que las mujeres embarazadas y lactantes suplementen la dieta con otras fuentes de omega-3 para evitar problemas de salud y contribuir al buen desarrollo del bebé.
Para empezar, los omega-3 son unos ácidos grasos esenciales imprescindibles porque no pueden ser sintetizados por el propio organismo. La única manera de incorporarlos es mediante alimentos –especialmente pescado azul– o suplementos alimenticios. Estos ácidos son materia prima fundamental para la formación y desarrollo de órganos clave como la retina y el cerebro. De hecho, el cerebro experimenta su máximo desarrollo en el último trimestre de embarazo y, por tanto, durante este período el feto absorbe mucha grasa –y, concretamente este tipo de omegas.
Además, estudios científicos han demostrado que tomar suplementos de omega-3 cuando hay riesgo alto de parto prematuro reduce dicha probabilidad en un 60%. Asimismo, se ha visto correlación entre un bajo aporte de omega-3 y el desarrollo de problemas como diabetes gestacional o depresión posparto.
En relación con la salud del bebé, la evidencia científica señala que a mayor aporte de omega-3, menor probabilidad de desarrollar alergias y otros problemas de salud. Así pues, un buen aporte favorece el desarrollo del sistema inmunitario, cerebro, sistema nervioso central y vista.
¿Cómo conseguir un buen aporte de omega-3?
La principal recomendación es seguir una dieta rica en omega-3 mediante la ingesta de pescado azul pequeño (sardinas, boquerones, caballa, anchoas) y algunas microalgas. Existen otras fuentes, como semillas y nueces, pero el tipo de omega-3 que proporcionan requiere que el organismo los trasforme, por que lo que aporte real disminuye.
Igualmente, es fundamental especialmente durante este periodo, reducir al mínimo las fuentes de omega-6. Así, si la gestante consigue tomar cada semana unas 3 raciones de pescado azul pequeño de 150 g aproximadamente y apartar ultraprocesados, probablemente cubrirá los requerimientos recomendados. No obstante, se ha visto que esto no suele suceder y que la carencia de los ácidos grasos omega-3 es sumamente común. Por esto es muy recomendable y necesario que un especialista nos ayude con la suplementación.