Una nueva investigación ha dejado patente que los niños con síntomas de insomnio tienen muchas posibilidades de desarrollar un trastorno de insomnio en la edad adulta en comparación con los niños que no tienen dificultad para dormir. El estudio ha sido dirigido por científicos de la Facultad de Medicina de Penn State en lo que es el primer estudio a largo plazo que describe las trayectorias de desarrollo de los síntomas del insomnio infantil a través de la adolescencia y la edad adulta temprana.
“La juventud tras la adolescencia es una etapa de la vida en la que hay un aumento documentado en la gravedad y la prevalencia de los problemas de salud física y mental, como las enfermedades cardiovasculares y las tasas de suicidio”, asegura Julio Fernández-Mendoza, profesor asociado de psiquiatría y uno de los autores del estudio.
Según Fernández-Mendoza, “los trastornos del sueño, especialmente la apnea del sueño y el insomnio, están relacionados con una salud mental y cardiovascular más deficiente. Dado que hasta el 25 % de los niños, el 35 % de los adolescentes y el 45 % de los adultos jóvenes sufren síntomas de insomnio, nos interesaba saber cómo estos síntomas evolucionan con el tiempo a medida que el niño crece hasta la edad adulta”.
El trabajo, que comenzó en el año 2000, fue diseñado como un estudio poblacional aleatorio de niños de 5 a 12 años de edad. Los niños y sus padres proporcionaron informes de los síntomas de insomnio de los niños, definidos como dificultades de moderadas a graves para iniciar y/o mantener el sueño. Los niños también participaron en un estudio objetivo del sueño en laboratorio utilizando polisomnografía, que puede identificar la apnea del sueño y otros indicadores como la cantidad y la calidad del sueño.
El equipo estudió a 502 niños durante 7,4 años después como adolescentes (con una media de edad de 16 años) y 15 años después como jóvenes (con una media de edad de 24 años). El equipo se encontró con que el 43% de los niños con síntomas de insomnio continuaron sufriendo durante la adolescencia hasta la edad adulta. Aunque alrededor del 27 % de los niños con síntomas de insomnio experimentaron una remisión de los síntomas en la adolescencia, cerca del 19 % experimentaron un patrón creciente y menguante en la edad adulta. Entre los niños sin síntomas de insomnio, alrededor del 15% de ellos desarrollaron síntomas de insomnio en la transición a la adolescencia y persistieron con ellos en la edad adulta, y otro 21% los desarrolló nuevamente en la edad adulta temprana. Además, alrededor del 16 % de estos niños sin síntomas de insomnio experimentaron un patrón de altibajos.
“Los niños con síntomas de insomnio y una corta duración del sueño tienen muchas más probabilidades de desarrollar una condición clínica en la edad adulta temprana. Por lo tanto, los padres y los médicos no deben asumir que los síntomas del insomnio son molestias benignas que desaparecerán con la edad”, aseguran los expertos.
Según Fernández-Mendoza, las causas principales de estos síntomas de insomnio suelen ser conductuales, como cuando un niño no quiere irse a dormir o necesita que uno de sus padres esté en la habitación para dormirse o reanudar el sueño; trastornos psiquiátricos y del comportamiento, como trastorno por déficit de atención con hiperactividad, autismo o trastornos del estado de ánimo; y condiciones médicas, como dolores de cabeza o problemas gastrointestinales. Los expertos sugieren que los síntomas del insomnio infantil requieren una intervención temprana, mientras que la adolescencia es un momento crítico para abordar los problemas crónicos del sueño.